Por Eugenia Román.
Hablar de las fiestas de 15 no es entrar en terreno fácil, aquí no solo hay cumplir las expectativas de la quinceañera sino también muchas veces las de los padres, abuelos, madrina o padrino, tíos y hermanos.

Trato siempre de ser lo más firme posible en sostener, reforzar y dejar claro que la fiesta es para la quinceañera y que los demás integrantes de la familia cumplen papel de anfitriones. Generalmente me encuentro con mamás copadas que aportan ideas desde el conocimiento profundo de 14 años compartidos con su hija. Pero también, sabemos que la adolescencia es sinónimo de una etapa en la que si los viejos dicen blanco, la agasajada dice negro, solo por gusto o rebeldía. Y así me sucede que hago a veces de traductora y mediadora de padres-hija; y muchas veces les sugiero lo mismo que ellos pero por alguna razón esa idea suena distinta y hasta genial saliendo de mi boca.

A veces los papás vienen cancheros porque ya han pasado por el proceso con hijas anteriores. Pero en las fiestas de 15 también hay papás primerizos, con los desconciertos y dudas lógicas de alguien que comienza a navegar en un mundo doblemente desconocido.
Mi premisa es siempre la misma: identificar el evento con quien invita. A veces me preguntan: ¿Qué se usa ahora? Y la realidad es que no importa tanto qué se usa y qué no mientras seamos fieles a eso que quiere la cumpleañera primero, y su familia después.

Tarea compleja si es, hoy por hoy, lograr mantener la atención y el efecto sorpresa en el grupo de chicos y chicas jóvenes invitados a la fiesta de 15. Parece haber una tendencia en las generaciones actuales de adolescentes a aburrirse pronto, a saberlo todo, a no sorprenderse mucho… Y ahí entramos en escena nosotros, los proveedores, tratando de sorprender desde la invitación, la decoración y puesta en escena, con el cotillón, con la puesta de sonido y luces, con videos, con la música, el menú y hasta con interacciones, buscando cada vez más el sentido de una experiencia vivida que tenga detalles diferenciales que se puedan recordar.

El otro factor a tener en cuenta es que, a diferencia de las bodas, en los cumpleaños de 15 hay dos marcados grupos generacionales: los adultos y los adolescentes. Es así que a veces -siempre y cuando estén de acuerdo y el salón lo permita- es bueno sectorizar el espacio e incluso generar lugares donde una vez lanzada la pista de baile, los adultos puedan ir a refugiarse y seguir charlando con la familia entre tanda y tanda. Incluso hubo eventos en los que los adultos cenaban directamente en un espacio semi-separado de los chicos, donde el menú era distinto y los tiempos también, o fiestas con dos pistas de baile. Todo esto depende en general de la cantidad de invitados y del espacio disponible y claro, también de la preferencia del cliente.

¿Que si los souvenirs ya no se usan? Y… no como antes, hoy las chicas prefieren que el recuerdo de sus 15 sea algo con utilidad o con factor sorpresa: make up, mochilas, gorras, portacelulares, relojes, tazas, almohadoncitos y pantuflas personalizadas, entre otros. Tengamos en cuenta que los cumples de 15 no son solo de temporada alta, estos se realizan durante todo el año y en invierno unos lindos y ricos chocolates personalizados también son buena opción para que se lleven de recuerdo los invitados.

El candy bar ya casi que se volvió un clásico sea montado en un kiosco, en una mesa junto a lo dulce o la torta, o entregado en paquetes pre armados individuales para cada persona. Los chicos se vuelven fans de las golosinas, llegamos hasta armar un Kandy Truck dentro de un salón con mesitas y sillas alrededor.

Siempre que hablamos de cumples de 15 recuerdo a Vale, que tímidamente iba a las reuniones y asentía a todas las ideas de una fiesta clásica romántica con flores y velas, con sillones de estilo para el sector de fotos, candelabros, arreglos florales y arañas. Faltando una semana para su cumple, el 4 de enero de ese año, realizamos la última reunión técnica para ultimar detalles. Ella estaba contenta pero yo no la veía feliz ¿Me explico? Vale, con look despreocupado, zapas Vans, jeans rotos, remera XXL, gorra… era mucho más que velas y flores y yo estaba dispuesta a descubrirla. Así fue que me aparté de la reunión por un momento junto a ella y le dije: “Mi trabajo es hacer que esta fiesta hable de vos, no es mi cumple de 15, yo no quiero que a vos te guste ¡quiero que te encante! Así que decime de una vez, qué te ocupa el tiempo, qué te gusta en serio, qué te encanta hacer en tu tiempo libre”.

Ahí apareció Vale en verdad y con voz firme y sonrisa china me dijo: “Yo soy skater”. ¡Listo, no se habló más!
Con el permiso de los padres y el apoyo de los demás proveedores cambiamos toda la escena apenas una semana antes. No voy a olvidar nunca las palabras de la familia: “Vale entró y no lo podía creer, estaba emocionada y feliz”.