El mayor desarrollo de una persona siempre se va a dar en la línea de lo propio por lo que sería ideal educar a los hijos con los valores y costumbres de cada familia, pero aceptando y disfrutando las diferentes maneras de ser de cada uno.
Textos. Lic. en Ciencias para la Familia Mariana Borga.
Serrat lo afirma, pero me atrevo a ponerle signos de pregunta… ¿A menudo los hijos se nos parecen? ¿Y así nos dan la primera satisfacción?
De tanto escuchar esta canción, se nos hizo familiar esta frase, sin embargo les propongo interrogarla.
Esta pregunta la despertó la lectura del libro de Magdalena Benedit: «Apuntes para la comprensión del carácter». Magdalena es especialista en caracterología, una disciplina auxiliar que brinda herramientas para identificar y describir las múltiples maneras del ser, en sus rasgos y procesos más arraigados.
A través del tiempo se realizaron distintas investigaciones en torno a este tema, con diversidad de tipologías y criterios según los distintos autores.
Benedit aclara que cuando se habla de temperamentos y caracteres no se trata de cualidades y defectos, sino de simples características. Una misma característica puede servir tanto para un uso bueno como uno malo. Nadie está determinado por poseer tal o cual cualidad, pero sí nos condicionan, por lo que es bueno conocerlas. El carácter es la forma inicial, como una fuente, una pava, una olla o una jarra. Se podría cocinar algo en una pava si fuera necesario, pero su forma es mucho más adecuada para calentar agua.
Empecemos por un poco de historia en cuanto al significado de las palabras:
– Temperamento significa «amalgama», reunión de algo. Se parece a la masa, con los mismos elementos se puede preparar un pan, una torta, según la proporción de cada componente. Los griegos descubrieron que en los seres humanos hay «ingredientes» comunes a todos, pero en la «mezcla» hay una variedad particular para cada caso. Temperamento es una manera de ser.
– Rasgo dominante: Teofrasto le llama «carácter», es decir una impronta, un sello, a semejanza de los caracteres tipográficos de la imprenta. En nuestro lenguaje corriente, por ejemplo, resaltamos una característica de la persona y así decimos «tiene carácter fuerte», «tiene un carácter simpático».
– Carácter: según las distintas escuelas que estudian el conocimiento de la persona, este término se aplica a diferentes cuestiones. A veces se lo usa refiriéndose al temperamento, al rasgo dominante, o a la personalidad
– Personalidad: refiere al conjunto completo. Es el resultado de lo que la persona ha hecho con lo recibido genéticamente y adquirido por educación, valores y experiencias.
Familias homogéneas
«En mi familia somos todos artistas, menos Lucía». Y Lucía efectivamente se siente menos, que no pertenece, que es un extraña.
Aquí tenemos que estar muy atentos: si somos una familia con una característica saliente, que se considera valiosa, los papás y las mamás tenemos que abrir bien los ojos y cuidar la boca para que nuestros hijos se sientan cómodos, aceptados y valorados en sus diferencias.
Por ejemplo, hoy día se considera el deporte cómo algo fundamental. Benedit afirma que hay niños que no son deportistas. Tal vez su inclinación se dirige hacia lo artístico, por ello proponerle aprender a bailar le puede permitir la expansión corporal necesaria (y que no le ofrece la práctica obligatoria de una disciplina deportiva.) y más adecuada para él o ella.
Otro dato: hay algunos niños con mayor inclinación al deporte individual que grupal. Practicando un deporte en grupos, es más probable que se la pase sentado, sin aportar nada al equipo, ni el equipo a ellos.
El mayor desarrollo de una persona siempre se va a dar en la línea de lo propio -educarlos según su necesidad, partiendo de aspectos comunes- por lo que el ideal sería educarlos en los valores y costumbres de la familia, pero aceptando y disfrutando las diferentes maneras de ser de cada uno: éste es más de imaginar, el otro de concretar, a uno le encanta mandar y el otro prefiere seguir las ideas de los demás, etc…
El profesor francés Gaston Berger lo expresó contundentemente: «Tenemos un carácter pero somos una libertad». Porque hablar de caracterología no es leer el horóscopo ni una carta astral. Para conocer a una persona, y con más razón si es nuestro hijo, necesitamos profundizar en conocer sus anhelos, sus búsquedas, sus afectos y sus elecciones.