A veces tan lejos de uno


Por Lucila Cordoneda.

¿Cuántas veces hiciste o dijiste algo con lo que no acordadas completamente?

¿Por qué?

Posiblemente para no generar problemas, para no discutir o, simplemente, para no quedar por fuera de algo.

Porque creías que eso era lo que se esperaba de vos o porque suponías que era lo correcto, más allá de tus supuestas convicciones.

Poco a poco vamos, casi sin advertirlo a veces, alejándonos de nuestros orígenes más sencillos y diversos.

Nos acomodamos, nos acoplamos y amoldamos.

Tiene algo de paradójico en el fondo.

La madurez parece darnos la chance de sentirnos más libres y auténticas pero a la vez nos va brindando cierto aplomo, cierto aire de laissez faire que nos invita delicadamente a mirar para otro lado, a dejar pasar lo que nos hace ruido y seguir.

Crecimiento le dicen.

Puede ser.

Lo cierto es que nos pasamos gran parte de la vida intentando hacer las cosas bien.

El tema es «bien» para quién.

La forma que tenemos de leer y ver lo que pasa, es tan rígida a veces, que no nos permite entender que la realidad es tan errática como discontinua y cambiante. Que las circunstancias suelen ser tan distintas de una luna a otra que no alcanzamos a advertirlo.

Y… ¿a qué no sabés?

La vida sigue andando. Tiene la mala costumbre de pasar día tras día

Sino mira un poquito por la ventana.

¿Cuánto hace que festejaste el inicio del 2020 con las esperanzas a full y proyectos miles para concretar?

¿Cuantas promesas de cambio o de emprender eso que tanto venías relegando?

¿Y qué pasó? Ok… ya lo sabemos.

¿Entonces?

¿No creés que vale la pena el intento?

De intentar ser un poco más fiel a vos, digo.

De que cuando pongas la cabeza en la almohada y hagas el intento de preguntarte sobre el trajín del día puedas ver claramente qué de lo hecho contribuyó a lograr tus propósitos.

¿Qué de lo que hiciste, te hace sentir serena, conforme?

¿Y si supieras que mañana ya no existe? ¿Que no hay chance? ¿Lo harías del mismo modo y de todos modos?

Es posible que mucho de lo hecho haya sido la respuesta a ese miedo a ser rechazadas, a fracasar o sencillamente un intento de evitar confrontaciones o supuestas desilusiones ajenas.

Lo que sea, querida Mal Aprendida mía… tranquila que, como decía mi abuela «mañana también es día» y es oportunidad.

Relajá.

Por ahí va siendo hora de rememorar aquellas cosas que te animaban en otros tiempos, de esos viejos ideales.

Lo sé, somos otras, hemos crecido, y aquello resulta un tanto utópico pero por ahí está más cerca de lo que sos realmente. Mucho más de lo que creés.

Hacé el ejercicio… por ahí ayuda a volver a cierta esencia, a cierta naturaleza olvidada.

«Ser nosotros mismos hace que acabemos exiliados por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa exiliarnos de nosotros mismos».

Clarissa Pinkola Estés. «Mujeres que corren con los lobos».

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