Beto Gaitán: una vida marcada por el amor a la kinesiología y a Colón


El fútbol y su cotidianeidad pueden contar grandes historias. Porque en este deporte, a veces, no son solo los jugadores los protagonistas. Dentro de lo que sucede en la vida diaria de los clubes hay muchas personas involucradas por amor a su profesión y a los colores de la institución. Algunos con más tiempo de trabajo que otros, pero todos tienen momentos personales marcados por las etapas que se viven en ese ámbito.

TEXTOS. Juan Carlos Haberkon.

Podrían nombrarse ‘cancheros’, utileros, empleados en general. Pero hay funciones realmente especiales dentro de los clubes que, en la mayoría de los casos, se mantienen con el pasar del tiempo y logran cosechar anécdotas y vivencias inolvidables: la de los médicos y kinesiólogos. Ese es el caso del Norberto «Beto» Gaitán, histórico fisioterapeuta del Club Atlético Colón.

«El Beto» (no hay persona que no lo conozca de esa manera) es hincha fanático de Colón, lleva años trabajando puertas adentro del mundo sabalero y pasó todas las etapas que alguien podría imaginar. De pelear el descenso a salir campeón del fútbol argentino hay una larga lista de momentos inolvidables, tanto en lo personal como en lo profesional. Por eso, Nosotros charlamos mano a mano con el kinesiólogo rojo y negro para conocer un poco más de esta rica historia que lo tiene como principal protagonista.

El barrio y los inicios

Como cualquier santafesino nacido en la ciudad, Beto recuerda su infancia: «Nací en barrio Escalante, por el Jardín Botánico, altura del 4800 frente a la comisaría 11°. Mi viejo era kinesiólogo también, pero ya retirado hace casi 15 años. Y mi vieja ama de casa, fue la que tuvo que lidiar en el hogar con tres varones. Hicimos el mismo camino con mis hermanos. Hice el jardín de infantes en la Alianza Francesa. Pasé un linda infancia, muchas tardes frente al Jardín Botánico. Por entonces nos tocaba andar en bicicleta, jugar al fútbol… Quedan lindos recuerdos de esa época y grandes amigos todavía».

Kinesiología y medicina a la par

Una vez finalizada la escuela secundaria, llegó ese momento en donde hay que tomar la decisión sobre qué hacer. Para algunos, es trabajo. Para otros, estudio. En el caso de Beto, su decisión fue armar el bolso y partir hacia Córdoba, para estudiar lo mismo que hacia su padre: «También fue una etapa de decisiones, personales y compartidas. Hice medicina y kinesiología a la par. Hacía una de noche y otra de día. Pero llegó un momento que tuve que cortar medicina, porque empecé a cursar química y no me gustaba para nada. Entonces, la dejé y ahí seguí con kinesiología. Cuando me recibí, me volví a Santa Fe. Tenía mi viejo que me daba la posibilidad de trabajar en su clínica, pero primero me pagó un viaje para ir a Cuba, a conocer un poco lo que era la rehabilitación cubana, que tanto se hablaba por esos tiempos, allá por el año ’94. A la vuelta, me surgió la posibilidad de trabajar en Colón. Por intermedio del Tano Porta, que era el kinesiólogo y estaba en ese momento. Él estaba necesitando uno que lo acompañe y que lo ayude. Y como el Tano tenía relación con mi viejo, él le comentó y mi papá le respondió: «El Beto estaría enloquecido por ir». Así que no perdimos tiempo, comencé en Colón y acá estoy todavía trabajando para estos colores», cuenta con orgullo.

El fútbol, esa pasión inoxidable

Son muchos los jóvenes que durante el cursado de sus estudios, pueden darse el lujo de realizar algún deporte. En el caso de Beto, fue uno de los tantos que comenzó a diagramar sus sueños en las calles de su barrio, para ser parte de lo mas lindo: la Liga Santafesina: «Jugué al fútbol toda la vida. Íbamos al Jardín Botánico, o si no a la plaza Escalante. Hice inferiores cuando iba al Liceo. Los miércoles teníamos permiso para entrenar en Gimnasia de Ciudadela, donde jugaba para darme el gusto. Por suerte el Liceo nos daba esa posibilidad. Y después, cuando entré en quinto año de la secundaria, me probé en Colón, porque yo era hincha y me quería probar, era un sueño vestir esa camiseta. Afortunadamente quedé, entre en esa camada que estaba Juanjo Ferrer, ese era un gran equipo. Y bueno, después decidí por estudiar, porque lo que le inculcan a uno en la casa es estudiar, no jugar al fútbol. Hasta los 17 estuve ahí y partir de allí me fui a Córdoba para comenzar con la carrera elegida», narró.

Colón, ese amor que se volvió trabajo

Para cualquier hincha, su club es sagrado. Cada fin de semana de procesión a la hora de asistir a la cancha es intocable, es un ritual infaltable. Para el protagonista de esta historia, ser hincha de Colón no solo significó usar su camiseta e ir a alentar al rojo y negro, sino también vivir el privilegio desde adentro. Le tocó cumplir el sueño de miles, el del día a día, de estar en la interna diaria sabalera, de vivir por y para el club: «Al principio me fue difícil. No fue fácil porque cuando empecé a trabajar es mucha yo 22 o 23 años, digamos que tenía la edad del jugador de fútbol. Pero yo tenía que trabajar del lado más técnico, digamos. Cosa que hoy me pasa al revés, tengo la edad del director técnico y el jugador lo veo así como un hijo mío. De hecho algunos me cargan y me dicen «viejo» (risas). Nosotros los kinesiólogos compartimos mucho con él jugador. Cuando el profesional tiene un lesionado, y sobre todo cuando se trata de algo grave es como que estás todo el tiempo. Y haces muchas relaciones, más allá de la cuestión futbolística. Y del lado de los técnicos también, he conocido a muchos que yo los miraba por televisión, y después pasar a compartir concentraciones, comida o un café, era increíble. Estuve con Basile, Maturana, Gareca, Martino, hoy Gorosito… todos entrenadores de una envergadura impresionante. Es realmente un privilegio», expresa.

4 de junio de 2021: Colón campeón del Fútbol Argentino

Pasaron 116 años en la historia para que llegara el momento que todos los sabaleros esperaran. En plena pandemia, el viernes 4 de junio 2021, a las 20.55, sucedió lo que tantas generaciones de hinchas anhelaron: Colón goleó 3 a 0 a Racing, en San Juan y se coronó campeón del Fútbol Argentino. Como un protagonista más, «el Beto» la vivió desde el costado del campo de juego: «Fue como el final de una película. Tanto esperarlo y soñarlo por fin se dio. Encima en un momento de pandemia, sin gente, una cosa insólita. Vos soñás salir campeón con la gente en la tribuna, pero se dio de otra manera. Estábamos con barbijo, nos lo sacamos cuando terminó el partido para ir a festejar. Ahí se levantaron un poco los casos por el festejo masivo en la ciudad. Era imposible de contener en la gente, sobre todo la de Colón. Cuando terminó el partido fue emocionante, si bien fue raro estar sin gente, se logró que era lo más importante. Con Eduardo Domínguez a la cabeza que era un líder, salió perfecto. Siempre fue muy claro, respetuoso y no te va con cosas raras. Es frontal, como a uno le gustaría tener una relación con alguien. Las cosas se terminan dando por eso, se forma un ámbito lindo», recuerda.

La familia en Santa Fe y el deseo de ir a EE.UU.

A la par del trabajo, llegó la hora formar la familia, de instalarse y pensar los proyectos: «Tengo una familia hermosa. A mi mujer la conocí en el último año de la Universidad, ella estaba estudiando kinesiología y yo estaba practicando en una materia. Cabe destacar que ella iba a primero y yo a quinto, por eso tuvimos que esperar un par de años para que ella finalice la carrera. Vivimos un poco el noviazgo con cierta dificultad por la distancia, porque yo encima viajaba con Colón. Así que cuando se podía, la iba a ver y si no, venía ella. Por suerte y gracias a su esfuerzo, se recibió y ya nos instalamos de lleno acá. Tenemos dos hijas mujeres: Agustina de 23, quien se recibió de relaciones públicas y marketing digital y se fue a vivir a Estados Unidos. La otra es Pía, que tiene 21, ella está en el último año de kinesiología siguiendo la tradición familiar», comentó.

«Con mi mujer trabajamos todo el día. Así que nos encontramos de noche, en casa, y a veces por eventos sociales no nos podemos ver. Pudimos darle una buena educación a nuestras hijas, que para nosotros siguen siendo nuestras nenas, pero por suerte fue un proceso muy lindo para nosotros. Soy de una familia que tiene la suerte que desde sus padres, somos muy unidos con mis hermanos y eso es un orgullo. Estamos pasando por un momento difícil a nivel país, y uno teme por lo que viene. Por eso, tengo una que se fue a vivir afuera y la verdad que yo estoy con ganas de emigrar también. Estoy en una situación donde tengo ganas de hacer una experiencia que quise hacer toda mi vida. Últimamente he tenido posibilidades de hacer algo, así que estoy tramitando un poco eso», detalló.

Su lugar en el mundo

A diferencia de la gran mayoría, que encuentra su lugar en el mundo en donde nacieron, para el protagonista de la historia la situación es diferente. A pesar de vivir tranquilo en su Santa Fe, sueña y anhela con emigrar para vivir la experiencia: «A mí me gusta mucho Estados Unidos, he viajado mucho y estar ahí me mueve. Me gusta el orden, la comodidad, que las cosas funciones y que todo esté bien. Siempre pensé vivir en un lugar que tenga mar, así que vamos a ir viendo cómo se dan las cosas. Santa Fe es una ciudad que evolucionó bastante, acá y en Argentina a nosotros nos gustaría que mejoren las condiciones de seguridad, que la gente pueda vivir mejor», reflexionó.

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