A los 80 años, con una carrera de casi 55 años y 55 discos, Caetano Veloso es uno de los grandes artistas contemporáneos y uno de los creadores del Tropicalismo, vibrante movimiento musical de protesta de los 60′ con el que tanto él como Gilberto Gil, María Bethania y Gal Costa, entre otros, enfrentaron la brutalidad de la dictadura brasileña.
TEXTOS. Eduardo Madeo.
Caetano Veloso nació el 7 de agosto de 1942 en Santo Amaro da Purificação, Bahía, Brasil. Sus estudios en arte a nivel universitario los cursó en Salvador de Bahía, donde se radicó junto a su hermana María Bethania, a quien acompañó a fines de 1966 a Río de Janeiro, donde había sido invitada a cantar en una obra musical. En la ocasión, la joven interpretó un tema cuya autoría era de Caetano. De allí en adelante, el bahiano transitó una meteórica carrera que, pese a ciertos obstáculos que intentaron empalidecerla, ha superado los cincuenta años sosteniendo un nivel artístico reservado solo para elegidos.
Cuando apareció en el Festival de Música de TV Record, apoyado por la banda de rock argentina Beat Boys, cantando «Alegría, Alegría», la música brasileña se mezclaba con la anglosajona, la bossa nova con la psicodelia y João Gilberto con los Beatles. Es que nacía el tropicalismo.
Junto a Gilberto Gil, fue uno de los emprendedores de ese movimiento cultural cuyo objetivo era la revaluación de la música tradicional brasileña, renovando ambos -junto a Gal Costa, María Bethania, Tom Zé, Os Mutantes y Rogerio Duprat- la música del Brasil, impulsando un atrevido movimiento que generó toda una revolución.
En 1969, debido a la dictadura que asolaba Brasil, se exilió, radicándose alternativamente en Madrid, Tel Aviv y Londres, donde en 1972 grabó una de sus obras cumbres: «Transa».
SIN BARRERAS
Las barreras idiomáticas siempre han sabido conspirar en la vinculación del artista con su público, sin embargo, para Caetano Veloso ese obstáculo no ha existido. Y si bien es cierto la mayoría de sus obras las ha sostenido en su portugués original, mostrando gran versatilidad, a otras las ha traducido, y más aún, hasta ha compuesto en español y en inglés, sin dejar de lado su marcada admiración por ciertas culturas africanas, las que han influenciado parte de su obra.
Gracias a su enorme talento como compositor y a una voz que es una de las más emocionantes de la música generada en el siglo XX, ha consolidado una obra gigantesca. En sus más de cincuenta discos grabados lo podemos disfrutar tanto en duetos, como en vivo o en estudio; en portugués, en español o en inglés; interpretando bossa, rock, psicodelia, samba, fado, tango o miles de músicas más; acompañado en la más pura de las intimidades con su guitarra acústica, con una gran orquesta o con un power trío. Así es, Caetano nos acostumbró a todo, y ese todo siempre ha estado cubierto de magia, al escuchar sus discos, al ver sus videos, al presenciar sus recitales, siempre supo sostener ese distintivo sello identificatorio.
Por ello, condensar su trayectoria en una síntesis cronológica lo despoja en modo fundamental de esa impronta tan presente en su obra. Así es que el presente repaso por sus discos resulta subjetivo y hasta desprolijo, pero insistiendo en lo ya manifestado, no hay criterios válidos para recordarlo de otra manera.
BOSSANOVA, ROCK AND ROLL Y PSICODELIA
Se puede destacar la aparición de Caetano Veloso en el mundo del disco formando una trilogía: Domingo, en dúo con Gal Costa; Caetano Veloso, su primero como solista, y Tropicália: ou Panis et Circencis con Gilberto Gil e invitados; los tres grabados entre 1967 y 1968.
Mientras que su debut, Domingo, se había basado principalmente en estilos musicales brasileños más tradicionales como la bossanova -con el tiempo, Caetano regresó a ellos recreando alguno de sus temas, Coração Vagabundo, por ejemplo- su segundo álbum se basó en gran medida en sonidos e instrumentación más afín al rock and roll y la psicodelia. El álbum se mantendrá como uno de los más revolucionarios lanzados en los años sesenta, ya que es un trabajo mítico y seminal que dio la apertura al movimiento tropicalista, inspirado en el nombre de su primer tema: «Tropicália». Es un disco revolucionario, con una portada psicodélica y enormes composiciones. Entre ellas se encuentran «Alegría, Alegría», un tema que hace referencia a la cultura pop con un estilo que era una bofetada a los nacionalistas del gobierno dictatorial y a los puristas de la izquierda, que veían en las guitarras eléctricas y el rock una concesión capitalista; «Soy Loco Por Ti, América», cantada en una extraña mezcla de español y portugués, compuesta por su amigo Gilberto Gil, es un homenaje al mítico Ernesto «Che» Guevara, aunque realmente el tema es una oda a todo un continente que se extiende mucho más allá de la frontera del Río Grande; y, el tercero, «Tropicália: ou Panis et Circencis». Un disco fantástico.
Los líderes del movimiento tropicalista, Caetano Veloso y Gilberto Gil, acababan de sacar sus discos de debut y en mayo del 68, momento histórico a nivel mundial, deciden reunir en un estudio de grabación a varios de sus amigos para grabar el manifiesto Tropicália: ou Panis et Circencis. Entre los allí presentes estaban músicos como Gal Costa, Nara Leão, Os Mutantes y Tom Zé; poetas como Capinam y Torquato Neto; y una figura fundamental, el maestro Rogério Duprat, responsable de los brillantes arreglos del disco. Se busca una atmósfera parecida al Sgt. Pepper’s de los Beatles, al que se hará homenaje con la portada, pero el resultado del disco será una obra totalmente original.
La mayoría de las composiciones corren a cargo de Veloso y Gil que les regalan a Os Mutantes el manifiesto definitivo del género, «Panis Et Circensis», un himno psicodélico que se mete con la complacencia de la gente ante la situación que estaba viviendo Brasil en esa época: «Solté a los tigres y a los leones en los patios, pero la gente en el comedor solo se ocupa de nacer y morir».
El disco propone mucho más. Su mejor momento llega con «Baby», otro de sus clásicos absolutos que tendrá varias versiones, entre ellas de Os Mutantes. Al final todos se juntan para cantar el «Hino ao Senhor do Bonfim», una canción nacionalista y religiosa, que termina con unos gritos y unos cañonazos que hielan el corazón. El gobierno dictatorial tomaría nota, pero el movimiento tropicalista había entregado una obra maestra para la historia.
Continúo con Transa, grabado en 1972 durante su periplo de exilio en Londres, su obra cumbre, según mi parecer, funde el sonido de rock eléctrico típico de la época con arreglos y ritmos puramente brasileños. Las letras, cantadas en inglés y portugués, hacen referencia a la política de su país en tono melancólico. El inicio no puede ser más brillante con «You Don’t Know Me». El tema fluye con naturalidad entre el inglés y el portugués, con una enorme musicalidad, demostrando que no tiene nada que envidiar a cualquier intérprete anglosajón de la época; «Nine Out of Ten» es su canción favorita en inglés, sintiéndose especialmente orgulloso al ser, en su opinión, la primera canción brasileña que se mete en terrenos del reggae, adelantándose a muchos de sus ídolos en su reconocimiento de la música caribeña; «Triste Bahia» es una extensa composición bañada en nostalgia, aunque la mejor canción en portugués del disco es su relectura de la vieja samba «Mora Na Filosofia». Entre ambas vuelve a haber otra belleza cantada en inglés, «It’s A Long Way», para cerrar con ‘Nostalgia (That’s What Rock’n Roll Is All About)’, un rock and roll acústico en el que se puede escuchar de fondo a Gal Costa.
En ese mismo año regresa a Brasil y graba un álbum en vivo con Chico Buarque en el teatro Castro Alves de Salvador. Caetano e Chico – Juntos ao Vivo. Otra obra para el recuerdo. Momentos de alta intimidad, Caetano y su guitarra acústica, la poesía de Chico y un mágico enlace entre «Vocé nao entende nada» y «Cotidiano».
Jóia, editado en el mismo año que Qualquer cosa, 1975, contiene algunas de las mejores melodías de toda su carrera. Interpretado de manera acústica y minimalista, es una joya -nunca mejor dicho- y un prodigio de talento y sensibilidad.
Qualquer Coisa oscila entre su portugués, el inglés de The Beatles y el español de Chabuca Granda interpretando La flor de la canela.
En 1976, junto a Gilberto Gil, Gal Costa y María Bethânia, salió en gira por Brasil con el nombre de «Doces bárbaros». En aquellos años fue la primera visita a la Argentina, de la mano del reconocido productor argentino Héctor Aure.
En 1977 grabó «Bicho». Un viaje que realizó a Lagos, Nigeria, le cambió la perspectiva musical. Alucinado por los ritmos africanos, se atrevió a generar una unión transatlántica conectando el Oeste de África con Brasil; todo un desafío.
En 1978 brindó conciertos con su hermana, gira que fue aclamada por toda la crítica como la cúspide de la creatividad, lo que hizo que llevado al disco María Bethânia e Caetano Veloso ao Vivo 1978 fuera un éxito rotundo.
En 1981 editó su primer gran éxito, Outras palavras, y a partir de entonces su fama se extendió a todos los rincones del mundo. Atravesó la década del ochenta con giras y grabaciones hasta que, en 1989 editó otra de sus obras distintivas, «Estrangeiro» y, en 1993, «Circulado». La letra que dio nombre al álbum fue un poema de Haroldo Campos, poeta brasileño.
En 1993 grabó Tropicalia 2 junto a Gilberto Gil, evocando los 25 años del surgimiento del tropicalismo.

LA LENGUA HISPANA
Su vinculación con la lengua hispana es muy fuerte. Prueba de ello es la edición en 1994 de Fina estampa. Otra obra maestra. Si bien es cierto en 1975 había grabado «La flor de la canela», en 1986 había producido «Corazón clandestino» junto a nuestro Fito Páez y, luego, participado en la grabación de Bolivia, a dúo con el uruguayo Jorge Dréxler; esta era una compilación de temas clásicos de Latinoamérica cantado en su totalidad en español.
Uniendo estilos, géneros, pero, lo más valioso aún, abriendo un abanico temático de más de un siglo de historia de la música latinoamericana , desde La golondrina -del mexicano Serradel Zamacois, 1860- pasando por Rumba azul y Capullito de alelí, donde luce acompañado por decenas de músicos, pasando a un marco de absoluta intimidad, hasta la imponente formación de cuerdas compuesta por 9 violines, 2 violas 2 cellos y contrabajo en Un vestido y un amor de Fito Páez.
El proyecto se completó con una grabación en directo con una orquesta sinfónica: Fina estampa ao vivo.
En 2006 edita «Ce», un disco con canciones inéditas de su autoría. Obsesionado por hacer rock experimental Caetano grabó este disco que, junto a «Zii e Zie» y «Abraçaço», formaron una segunda y sorprendente trilogía. Su primer impulso fue firmarlo con un seudónimo. Deseaba hacer algo relevante para la gente más creativa de la generación post Nirvana en Brasil y no quería que su nombre dificultase la aventura. Hasta incluso pensó en ocultar su voz con distorsiones electrónicas, pero al final, siguiendo el consejo de uno de sus hijos, cantó con su voz. Las de «Zii e Zie» incluyen un fuerte reclamo al Gobierno de EE.UU. para que respete los Derechos Humanos en Guantánamo, y, si bien es cierto, lo compuso antes de que Obama fuese elegido presidente, dicho reclamo no se vio desvanecido.
A los 70 años, su disco número 49 cierra esta segunda trilogía. Abraçaço, palabra que remite a un abrazo gigantesco, se traduce en canciones que marcan una madurez en la ruptura estética que marcó Cê. Canciones elegantes y lúcidas que eligen la melancolía y el homenaje político, encarnado en un tema larguísimo y extraordinario dedicado al guerrillero comunista Carlos Marighella.
Ahora bien, la melancolía más profunda de Abraçaço no es la que transmiten los temas más personales, sino la de los homenajes más político-sociales, aún cuando Caetano aclare que nunca intentó hacer justamente un disco político. La música de uno de esos homenajes, «O imperio da lei», no suena nada melancólico, sino que está basado en un groove bailable, con estribillo bien marcado. «El que mató a mi amor tiene que pagar/ y aún más que el mandó matar», repite una canción que recuerda el asesinato de la misionera Dorothy Stang en el estado de Pará en 2005, inspirado por la película Eu Receberia as Piores Notícias de Seus Lindos Lábios, de Beto Brant y Renato Chiasca, basada en el libro de Marçal Aquino. Pero son los más de ocho minutos de «Um comunista», los que permiten terminar de hacer honor al álbum. Porque se trata de una canción de las que ya no se consiguen. Un tema hablado, que recuerda los mejores momentos de otra serie de discos también rockeros y estrictos estéticamente, como Estrangeiro o Circuladô, producidos por Arto Lindsay a fines de los ’80. «Los comunistas guardaban sueños», repite el estribillo del tema, una larga letanía, que homenajea al guerrillero comunista Carlos Marighella.
Después de nueve años, lanzó «Meu Coco», un trabajo discográfico que nos recuerda su extraordinaria exquisitez como compositor y ese soberbio ingenio melódico que mantiene en el tiempo. Su música describe un delicado puente que reúne los mundos íntimos con el cambio social.
En sus respuestas encontramos la génesis de esa modernidad sempiterna que tiene su música, las tensiones naturales entre compromiso y evasión de sus composiciones, su distancia de ese mundo de las redes sociales en el que no cree y por cierto, su posición política frente al presidente de Brasil por esos tiempos, Jair Bolsonaro.
Sin caer en reiteraciones ni en lugares comunes, podríamos decir que el disco es un paseo por sus algo más de cincuenta años de trayectoria. Como en todas sus producciones, Caetano nos sorprende con los arreglos orquestales del compositor y pianista carioca Thiago Amud, con la siempre talentosa presencia de Jaques Morelembaum, su interpretación de Noite de Cristal, grabada por María Bethania en 1988 y ahora recreada en este álbum a pedido de su hermana.
A los 80 años, con una carrera de casi 55 años y 55 discos, Caetano Veloso es uno de los grandes artistas contemporáneos; uno de los creadores en los años sesenta del Tropicalismo, vibrante movimiento musical de protesta con el que tanto él como Gilberto Gil, Maria Bethania y Gal Costa, entre otros, enfrentaron la brutalidad de la dictadura.
Estando dotado de amabilidad y sencillez, es un artista comprometido con la libertad de expresión de su país, y con la evolución de su música, con la que trascendió las fronteras influenciando con su creatividad al resto del continente. Todo esto lo ha convertido en un ícono de la música popular brasileña y del mundo.
«Los artistas no se jubilan. Cantar, hacer películas, pintar o escribir no es propiamente un trabajo. Es un modo de vivir. Lo único que encuentro son fuerzas para seguir buscándolo».
Caetano Veloso
«He cultivado un optimismo programático porque muchas veces el pesimismo nos exime de responsabilidades».
Caetano Veloso