¡Casate conmigo!


Por Eugenia Román.

Es difícil hablar de los matrimonios no estando casada aun, creo que me voy a poner las pilas con este tema para intentar meterme en el club y hablar de ésto con un poquito más de autoridad. Mientras tanto, puedo contarles que mi trabajo me permite sentirme un poco casada a veces al estar en contacto continuo con muchas parejas que van a casarse y que contraen matrimonio.


El casamiento en sí es un acto al cual yo le tengo muchísimo respeto y admiración. Ya sea una ceremonia religiosa, civil o alguna celebración con connotaciones emotivas o culturales. El simple y a la vez complejo acto de unirse a otra persona de esa manera es algo que merece mi absoluto respeto, atención y admiración.


El matrimonio fue cambiando a lo largo de los años, antes las bodas consistían en la celebración, ya sea ésta civil o religiosa, y luego una reunión familiar más o menos abultada.


En los últimos años en nuestro país gran parte de las ceremonias se trasladaron a los lugares donde se realizaba la fiesta y las parejas empezaron a optar por destinar para la unión civil un espacio dentro del salón, ya sea en el interior o en el exterior del mismo. Así, hoy me encuentro con parejas que optan por grandes altares decorados con géneros, arañas, pedestales con flores; otras con altares con fondos más despojados, donde el paisaje exterior pasa a formar parte del cuadro visual; y otras por las ceremonias del árbol (mis preferidas) tengo la suerte de ir encontrando árboles hermosos que me permiten albergar “ceremonias mágicas”. Estilo bohemio, romántico, minimalista, glamoroso, sobrio, campestre, de playa, rural… Asientos para todos los invitados en aquellas bodas que tienen una duración mayor en tiempo o una gran cantidad de invitados adultos, asientos que pueden ser sillas, bancos, fardos, sillones, infinito…


La iluminación de esta zona, pero por sobre todo la iluminación de “este momento” para mi es crucial y fundamental, permite tener después los mejores recuerdos fotográficos. Con testigos sentados -aunque yo los prefiero de pie- o con novios parados. Los únicos límites a la hora del escenario para el matrimonio son puestos por algunas instituciones religiosas, aunque a veces logramos tener una bendición simbólica de los anillos.


Pasaron los años y hoy también empiezan a verse casamientos que son precedidos por algún amigo o familiar de los novios, suelen hacerse ambas ceremonias, la civil y la “amorosa”, como las llamo yo. En estas últimas me gusta sugerir a los novios que estén sentados -o parados- frente a sus invitados, porque suelen ser inolvidables las caras y los gestos compartidos, fotografías para la memoria.


Hay ceremonias que se programan afuera y el clima nos obliga a hacerlas adentro: no voy a olvidar la de Angy y Germán. El plan A era hacerla en el jardín, pero el día frío, gris y lluvioso nos arruinó la idea y decidimos montar la ceremonia en el interior en la zona de pista sobre tarima… Pero yo no me resignaba a perder el verde, así que decidí esa misma tarde seleccionar una imagen de un jardín y la pusimos de fondo en la pantalla de led enorme que estaba montada. Lo más increíble de esta ceremonia civil es ¡que era una farsa! Una sorpresa que los novios prepararon para todos los invitados. ¡Si, para todos! Los únicos en saber eran los testigos, los proveedores y claro, quién actuó de juez. Al finalizar de manera tragicómica la falsa boda, se reprodujo un video con ellos casándose en el registro una semana antes, junto a sus hijos y testigos. Todos felices y riendo.


En fin, agradezco poder compartir y ser parte de estas uniones. Por eso decidí dedicar esta columna a los casados y desearles un ¡Feliz Día del Matrimonio! este cuarto domingo de abril. Porque el matrimonio es cosa de locos, de cuerdos, de ateos y creyentes, de hombres y mujeres, con hijos y sin hijos… Hay algo en lo que todos ellos deciden creer, en “el amor” como entrega y compañerismo, ese amor de espalda con espalda.

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