Esta semana nos vamos a meter de lleno en el bajo mundo.
Por: Romina Santopietro.
Uno siempre tiene cómplices en el crimen. Yo, por ejemplo, tengo una amiga que me acompaña siempre a despuntar el vicio de leer. Y otros que no vienen al caso. Es frecuente que nos recomendemos libros, y como entre fantasmas no nos pisamos las sábanas, nos mantenemos mutuamente a respetable distancia de nuestras respectivas bibliotecas.
Nos recomendamos muchas lecturas. Este es el caso del que les traigo hoy: “Chamamé”, de Leonardo Oyola, editado por Random House.
Mitad western, mitad road movie, “Chamamé” es una novela salvaje que narra la violencia poniéndola en el ojo del huracán. El Perro y el Pastor son dos criminales despiadados que tomarán rápidamente las armas para batirse a duelo. “Chamamé” es una historia de amistad, traición, venganza y amor. Publicada originalmente en España, ganó el Premio Dashiell Hammett a la mejor novela policial durante la Semana Negra de Gijón. Con su escritura vertiginosa y visceral, Leonardo Oyola ha demostrado que es uno de los autores más originales del panorama literario de Latinoamérica. “En esta novela, Oyola entrega acción, suspenso y emoción como esas grandes películas que daba Canal 11 en el viejo y recordado ciclo llamado ‘Sábados de Súper Acción’. Y todo eso lo logra con palabras y sin efectos especiales”, escribió Walter Lezcano para la contratapa.
Leonardo Oyola construye un relato extraordinario, lleno de giros y repleto de acción, con un manejo de la jerga exquisito, preciso y filoso como sus personajes.
El autor consigue atrapar con un relato vertiginoso, donde el Perro relata su historia, y juega con saltos en el tiempo para mantener la atención del lector. Se ha hablado infinitamente de autores que crean complicidad con sus lectores, pero este no es el caso: Oyola te secuestra, en un trabajo fino y con inteligencia previa. Uno no consiente en ser cómplice, es arrastrado por las acciones que cometen sus personajes, en un remolino de acción y locura. De amor y locura. De valentía y locura. De locuras encontradas que se erigen en sustento de acciones.
Y con el bonus inesperado de un hilo musical pleno de rock nacional y clásico. La intertextualidad con letras de canciones y los personajes logran la identificación con cada lector, porque muchas de esas canciones conforman la banda sonora de nuestras vidas. Y además es un placer enorme leer este juego que propone Oyola.
Para leer cuando estemos en una sala de espera para que el tiempo pase volando. O para desvelarnos sin culpa.