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Esta semana les traigo un tres por uno. Una trilogía imperdible de Isabel Allende: Las memorias del águila y el jaguar.

Por: Romina Santopietro.

Esta trilogía es la primera incursión de la escritora chilena en lo que se considera un género aparte: la novela juvenil o young adults. Más tarde llegaría “El Juego de Ripper”, pero esta última se encuadra en lo que es la novela negra.

 

Isabel Allende nos invita a acompañar a Nadia Santos, Alex Cold y a su abuela Kate en sus aventuras por el mundo. En “La Ciudad de las Bestias”, se internan en la selva amazónica en busca de una extraña bestia semihumana; en “El Reino del Dragón de Oro”, descubren la sabiduría oriental en un recóndito reino del Himalaya, a la vez que hacen frente a unos desalmados traficantes de antigüedades; “El Bosque de los Pigmeos” nos sitúa en el corazón de una África misteriosa en la que se dan cita la solidaridad y la magia.

 

Alex Cold es un adolescente común y corriente, y su vida transcurre sin novedades, hasta que es enviado a vivir con su abuela mientras su madre enfrenta un duro tratamiento médico contra el cáncer. Claro está, no se trata de cualquier abuela. Kate Cold es una reportera que trabaja para el International Geographic, y el reencuentro con su nieto se convierte pronto en una expedición al Amazonas en búsqueda de las “bestias”, una versión tropical del Yeti. Al llegar a la selva, Alex traba amistad con Nadia Santos, una extraña niña que siempre anda acompañada de un mono, y que naturalmente posee la habilidad de hablar con los animales. Pronto, Alex y Nadia se ven involucrados en una conspiración de genocidio, y con una serie de eventos casi mágicos involucrando espíritus, criaturas milenarias y animales totémicos.

 

“La Ciudad de las Bestias” es el primero de los libros de esta trilogía, donde Isabel escribió para un público más juvenil, adolescente. Ella misma define a esta trilogía como una combinación de aventura, magia, humor y naturaleza.

 

“El Reino del Dragón de Oro” es la segunda entrega de estas memorias del águila -Nadia- y el jaguar -Alex-, ya que éstos son sus animales totémicos. En este caso, justo tras regresar a casa, primero habiendo utilizado los elementos adquiridos en la selva para beneficio de su madre, Alex se autoinvita a una nueva expedición de su abuela, en este caso, al Reino Prohibido, en el Himalaya, ahora con la intención de fotografiar a los Yetis originales. Kate aparentemente recibe un excelente sueldo, y es bastante dadivosa, pues invita también a Nadia a acompañarlos en este viaje laboral. Su visita al Reino Prohibido se ve opacada por un tragicómico dúo, el “Coleccionista” y el “Especialista”, empecinados en apropiarse del legendario dragón de oro, una valiosa estatua con grandes poderes espirituales, y en la que Alex también está interesado porque contra el cáncer, un talismán mágico más nunca sobra. Alex y Nadia se topan directo con una conspiración de homicidio, y cruzan caminos con una raza de criaturas milenarias, espíritus, salvajes medio ineptos y un monje budista y su pupilo.

 

Al llegar a “El Bosque de los Pigmeos” llega también el final de la trilogía, publicada por Sudamericana, y Alex y Nadia se invitan a la nueva expedición de su abuela. Su safari en África se ve interrumpido por un misionero que los convence de ayudarlo a internarse en plenos dominios de un ambicioso dictador y sus asistentes, un implacable militar y un temible hechicero. Nadia y Alex se ven pronto involucrados en una conspiración y cruzan caminos con una tribu milenaria de pigmeos oprimidos, espíritus y hechicería.

 

Todos los ingredientes que matizan las novelas “para el público adulto” de Allende están presentes en estas historias del águila y del jaguar. El descubrimiento de uno mismo, el incipiente amor juvenil, la revelación del mundo y la naturaleza que nos rodea… El manto de maravilla que cubre la prosa de esta pionera del realismo mágico se viste ahora con una pátina de inocencia. Isabel se divierte también al caricaturizarse a sí misma en el personaje de la abuela alocada Kate, y se pone como narradora y personaje.

 

Son tres novelas deliciosas para que los jóvenes comiencen a leer autores sudamericanos. Para el lector avezado de Allende, si no se entrega a la premisa de escritura “juvenil”, será una pérdida de tiempo, y hasta una lectura frustrante. Pero si amamos las novelas de Isabel y queremos que sobrinos, hijos o alumnos se interesen por esta escritora en un futuro inmediato, son una muy buena puerta de entrada al universo del realismo mágico latinoamericano.

 

Para leer entre los 12 y los 18 años. Y volver a visitar desde los 21 y hasta los 99.

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