Club de Lectura


Esta semana venimos con una familia de mafiosos con poderes especiales, magia, intrigas, un adolescente que busca encajar, una madre presa, una chica muerta y una gata blanca. Y un misterio por desentrañar. “Gata blanca”, de Holly Black.

Por Romina Santopietro.


No es agradable despertar a medianoche en el tejado del colegio en calzoncillos sin entender cómo llegaste ahí… solo recuerdas que estabas soñando con una gata blanca.

No es agradable que tus compañeros de colegio te filmen con el celu y sospechar que dentro de poco aparecerás en todas las redes.

No es agradable que te expulsen temporalmente por lo ocurrido, aunque no tengas ninguna explicación sobre qué pasó.

Pero lo que no es para nada agradable es saber que mañana estarás con tu familia en casa, donde ser un chico de diecisiete años bastante normal es, precisamente, lo raro.

Cassel Sharpe pertenece a una familia donde todos tienen poderes y los utilizan clandestinamente. Su madre está entre rejas por estafar a millonarios, su abuelo y su hermano mayor trabajan para una de las grandes familias de la mafia. Solo su hermano del medio, que estudia en la universidad, y él están al margen: el primero porque no utiliza su habilidad, y Cassel porque no posee ninguna. Siempre ha sido el raro: en su familia, por carecer de poderes; fuera de ella, por la familia que tiene. Cassel solo aspira a ser normal, y lo es en todos los aspectos salvo por un pequeño detalle: hace tres años se despertó y descubrió que había matado a Lily, su mejor amiga e hija del capo mafioso local. La familia tuvo que encubrirlo. Ahora, sin embargo, empiezan a sucederle cosas raras. Sí, recién ahora.

Cassel despierta en mitad de la noche subido al tejado de su colegio. No sabe cómo ha llegado allí y lo único que recuerda es el sueño donde una gata blanca le había robado la lengua y él la perseguía. ¿Había vuelto a andar sonámbulo? Creyendo que tiene problemas mentales Cassell es prácticamente obligado a volver con su familia disfuncional y delincuente. Cassell deberá averiguar qué es lo que le provoca esos extraños sueños, a pesar de ser el único de su familia sin poderes.

El problema es precisamente ese: que no es un “trabajador de maldiciones” como el resto de su familia. Su madre, ahora encarcelada, es capaz de alterar las emociones con el leve roce del dedo en la piel de alguien. Su hermano Barron puede modificar la suerte a placer; Phillip es capaz de partir piernas y brazos con una caricia como trabajador físico y su abuelo… su abuelo puede matar con sólo tocar a la víctima. Con este panorama, ¿cómo quieren que el pibe se sienta integrado?

“Gata blanca” es el primer volumen de la saga de “Los trabajadores de Maldiciones” (The Curse Workers), escrito por Holly Black. Mientras que en Estados Unidos se publicó en un sello juvenil, aquí es Plaza y Janés quien lo edita. En Estados Unidos ya salieron la segunda y tercera entregas de la saga, “Red Glove” (Guante Rojo) y Corazón Negro (Black Heart), pero todavía no se encuentran traducidas al español.

A pesar de ser una novela atractiva, con un protagonista joven y cargada de misterio, el ritmo es irregular y a veces la acción se ralentiza a favor de la profundización en los personajes. En cualquier caso, la ambientación es soberbia, al igual que la recreación de la Historia con la existencia de los trabajadores, cuidada hasta el último detalle, y las relaciones entre los familiares del protagonista.

Holly Black es una escritora consagrada que ya escribía fantasía antes que el género estuviera de moda.

La autora juega con la ironía, con las percepciones de Cassel de una manera sorprendente. Sabe qué debe contar, cuándo debe hacerlo y cómo. Nos mantiene alerta en cada página, nos da pequeños datos de la verdad. Una trama llena de giros inesperados, nuevos datos, nuevas mentiras, nuevos descubrimientos.

En el libro hay una pequeña historia de amor, en segundo plano, ya que lo fundamental del libro es la trama enrevesada de mentiras. Además, encontraremos una buena dosis de acción. Y la elusiva gata blanca del título.

Para leer tapados con una mantita y con una chocolatada calentita, mientras desentrañamos los misterios de la novela.

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