Esta semana venimos con un libro compuesto por ensayos que aportan una mirada sumamente lúcida sobre mansplaining y machismos varios: “Los hombres me explican cosas”, de Rebecca Solnit.
Por Romina Santopietro
En un momento histórico en el que se ha producido un punto de inflexión en el largo proceso de empoderamiento de las mujeres, aparece en español un libro de Rebecca Solnit, uno de los iconos del movimiento feminista internacional. El Gremio de Libreros de Madrid concedió el premio Libro del Año 2017 a “Los hombres me explican cosas”.
Este libro llegó a mis manos por recomendación de una amiga, y brinda muchas aristas para reflexionar.
El título que corona los nueve ensayos que componen este volumen viene de un texto publicado en la web en 2008. Fue un éxito viral y su explosiva crítica a la arrogancia masculina quedó plasmada en un nuevo término: “mansplaining”.
La primera página de “Los hombres me explican cosas” arranca así: “corre el verano de 2003. Un millonario que ya luce canas organiza una fiesta en un lujoso chalet en Aspen, uno de los escenarios más exclusivos de Norteamérica. Una amiga de Solnit está invitada, no quiere ir sola y consigue convencerla para que la acompañe. Ambas rondan los 40 y son las jovencitas de la fiesta. Cuando llega la hora el resto de los invitados se retiran. El dueño les pide que se queden un poco más y empieza una conversación con mal pie: ‘¿Así que…? He oído que has escrito un par de libros’ ”.
Solnit, que ya había publicado siete, desvió la conversación al último de sus libros y ahí el anfitrión metió todavía más la pata. El “señor Muy Importante”, que solo había leído la reseña publicada en el New York Times, se lanzó a pontificar sobre el libro. La amiga de la autora trató de advertirle de la metedura de pata pero la embalada petulancia del propietario lo hizo imposible. Sus invitadas acabaron por sacarle de su error, pero él volvió a tomar la palabra para continuar explicando a su invitada su propio texto.
La situación se vuelve ridícula hasta el extremo cuando el hombre sabe poco y la mujer es experta, porque esta cuestión es irrelevante para la soberbia del hombre: él tiene que explicar algo y eso es lo único que cuenta. No fue Solnit quien inventó la palabra, pero el reconocimiento de que ese tipo de situaciones era bastante generalizada puso en evidencia que hacía falta ponerle un nombre.
La gravedad de este asunto pasa a un segundo plano cuando llegan la violación y el asesinato, temas que aborda el siguiente ensayo, “La guerra más larga”, y que desgraciadamente están siempre de plena actualidad.
Esta violencia contra las mujeres se da también en las redes sociales, y de eso trata “#YesAllWomen. Feministas que reescriben la historia”. Aquí Solnit habla de cómo el lenguaje es poder, y de cómo a través del lenguaje misógino en las redes se perpetúa la cultura de la violación.
De la desigualdad en el matrimonio tradicional y de cuáles son sus consecuencias se encarga en “Elogio de la amenaza”, donde además explica cómo las parejas homosexuales han ayudado a reflexionar sobre el tema dándole un enfoque distinto.
“Mundos que colisionan en una suite de lujo” también habla de desigualdad, y recuerda la historia de Strauss-Kahn, el exdirector del Fondo Monetario Internacional que violó a una camarera del hotel donde se hospedaba en Nueva York.
En la misma línea se conduce “El síndrome de Casandra”, donde Solnit cuenta cómo se desacredita a las mujeres cuando no se las puede silenciar. “Aún a día de hoy, cuando una mujer dice algo incómodo acerca del comportamiento impropio de algún hombre, habitualmente se la retrata como si estuviese loca, como si delirase, estuviese conspirando maliciosamente, fuese una mentirosa patológica, una llorona que no se da cuenta de que son solo bromas o todo esto a la vez”.
Y en “Abuela Araña” muestra distintas situaciones en las que directamente se hace desaparecer a las mujeres.
Con “La caja de Pandora y la unidad policial de voluntarios”, Solnit cierra el libro señalando que “el feminismo es un esfuerzo para cambiar algo muy antiguo, muy extendido, y profundamente enraizado en muchas -pueden que en la mayor parte- de las culturas de nuestro mundo, en innumerables instituciones y en la mayor parte de los hogares de la tierra, y en nuestras mentes, que es donde todo empieza y todo acaba”.
Así volvemos de nuevo al principio. Hombres que dan lecciones a las mujeres y que les dicen cómo son y cómo deben ser las cosas, aunque no sepan de lo que están hablando.
Este es un texto insoslayable para los tiempos que corren. Para leer con espíritu crítico, pero con afán de redescubrinos.