Esta semana aprovecho a recopilar lo que más me gustó de este año para dejárselo como sugerencias para hacer un lindo regalo a alguien que ame la lectura. Que bien puede ser uno mismo: ¡aguanten los auto-regalos!
Por Romina Santopietro. Ilustración: Celeste Virasoro.
Estamos en temporada de pensar regalos. Es debatible lo de pensar destinatarios.
Lo admito, se está formando en mí el espíritu del Grinch, más que el navideño. Pero escribir sobre libros siempre me pone de buen humor, así que aquí vamos: son cuatro los destacados del año.
“Kraken”, de China Miéville
Fantasía, acción, mucho humor negro, profecías apocalípticas, un calamar gigante en su tanque de formol (8 metros de bicho) que desaparece de un museo, delincuencia mágica y un protagonista que no entiende nada de lo que está pasando, que nos arrastra por todo Londres, tan perdidos como él, conforman esta historia delirante.
En el Centro Darwin, en el Museo de Historia Natural de Londres, Billy Harrow, especialista en cefalópodos, está encargado de la muestra de un Architeuthis dux, un Calamar Gigante. Como les decía, es un bicho de 8 metros, con todo y su tanque también gigante.
Con el robo del colosal calamar y su frascazo contenedor Billy pronto descubre que dicho acto fue llevado a cabo por una serie de fuerzas misteriosas que habitan en Londres, y cuya existencia ha sido felizmente ignorada por casi todos, hasta ahora.
“Kraken” parece, bajo un primer escrutinio, una locura, puro delirio: el Kraken, pieza estrella de la exposición, ha desaparecido -literalmente- del museo; ¿cómo puede alguien robar ocho metros de calamar flotando en un tanque en formol sin que nadie, ni los guardias, ni los visitantes, ni ningún encargado se percate? Billy tampoco se lo explica, y por más que insista en su desconocimiento, extraños personajes empiezan a aparecer en su vida empeñados en decirle que está vinculado de algún modo con todo el asunto.
El autor tira todo encima de nuestras cabezas, el humor negro, la acción trepidante, la descripción de una realidad que forjó en su mente y en la que nos adentramos sin GPS, ni mapa, ni ¡nada! que nos oriente, pero donde todo se nos antoja completamente natural cuando nos movemos en estos campos de la fantasía. Lo hace con maestría para desarrollar las tramas y subtramas argumentales y nos atrapa sin remedio. Porque en medio de toda la locura que es leer “Kraken”, también queremos saber quién se afanó el bichejo.
“Cadáver exquisito”, de Agustina Bazterrica
El Premio Clarín 2017 fue otorgado a esta novela -que fue presentada bajo el seudónimo de Hannibal Lecter, nada menos- una sólida y escalofriante pesadilla futurista en la que el canibalismo es legitimado en gran parte del mundo a causa de un virus que afecta a los animales y resulta mortal para los seres humanos.
La novela sigue a Marcos Trejo, un respetado profesional de la carne, en tiempos en que se ha permitido el consumo de carne humana y luego de que los animales fueran casi extinguidos. Es que, a raíz de un virus, fueron exterminados por peligrosos para las personas y su consumo quedó formalmente vedado.
Trejo camina por el sendero de lo prohibido aun en tiempos en que la atrocidad traza la línea que divide a los que pertenecen a un sector y los que, en términos prácticos, constituyen un objeto de pertenencia de alguien más.
La novela ofrece, además, una mirada interesante sobre la escucha y la palabra, que la autora recorre con maestría: el personaje las sopesa en una mixtura densa de texturas, construye una materialidad de lo que se dice, y se palpan las palabras que emiten los personajes. (1)
La historia que propone Agustina Bazterrica quiebra la fina pátina que recubre las pulsiones hipócritas y violentas, donde sólo se necesita un aval “legal” para que uno de los más profundos tabúes sea alegremente abrazado por la sociedad.
Hay criaderos de humanos genéticamente modificados para acelerar su crecimiento, hay matadero municipal, hay puras sangres y cotos de caza, hay leyes que se cumplen y leyes que se rompen, hay una ética que se adapta a los tiempos, pero mucho más a los negocios de unos cuantos, hay dudas inabarcables sobre lo que el gobierno dice y lo que el gobierno hace. Y, cómo no, hay monstruos que afloran desembozadamente detrás de las máscaras de humanidad.
La profunda naturalización de lo aberrante golpea desde estas páginas, sacude intelectos, moralidades y almas. La historia menciona repetidamente a “La Transición”, ese tiempo donde las personas batallaron, sin mucho entusiasmo, con sus conciencias antes de consumir prójimos bastantes próximos. E irremediablemente nos lleva a pensar qué delgado es el barniz de civilización que nos cubre como sociedad.
Esta novela me llevó puesta. Me serruchó el piso, me golpeó en la conciencia, me sacudió convicciones y saberes. Me obligó a asomarme al espejo turbio que todos miramos de reojo y nos hacemos los distraídos para no ver de frente: el de nuestra propia bestialidad.
“Bellas Durmientes” de Owen y Stephen King
Esta es una de las últimas novelas del Rey del Terror, escrita en colaboración con su hijo.
En un futuro tan real y cercano que podría ser hoy, cuando las mujeres, niñas y bebas se duermen, brota de su cuerpo una especie de capullo que las aísla del exterior. Si las despiertan o rompen el capullo que las envuelve, reaccionan con una violencia extrema. Y durante el sueño se evaden a otro mundo. Los hombres, por su parte, quedan abandonados a sus instintos primarios. Y a ocuparse de hijos varones que han quedado a su cargo.
La prosa de King padre destaca por describir y dotar a sus personajes de todos los estereotipos con los que se le ocurra cargarlos, pero a la vez, los forja con identidades propias. Uno reconoce gestos del entorno propio en los personajes que surgen de su imaginación. Esa intensa mirada es lo que otorga realismo a historias de ficción y terror, y es, para mí, el recurso que le da verosimilitud al relato. Así se trate de seres sobrenaturales.
Uno elige creerle, porque el tipo escribe con consistencia. Hay coherencia en su delirio. Y ese delirio se plasma en crear esos ambientes de aparente normalidad, en ciudades o pueblitos donde nunca pasa nada, hasta que ocurre la hecatombe planificada al detalle por el retorcido cerebrito de tío King. Esas atmósferas sobrecargadas de tensión terminan estallando inesperada pero anticipadamente, sembrando el caos por todas las páginas, para nuestro oscuro regocijo.
Stephen y Owen King aciertan cuando, a través de sus personajes, denuncian y caricaturizan usos, costumbres, excesos y delitos machistas. Y también con los guiños de humor crítico hacia una sociedad que no logra encontrar el equilibro.
Desde esa premisa surgen los dos hilos conductores que llevan el relato: la lucha de las mujeres por no rendirse al sueño, y la desesperación e impotencia de los hombres por no saber cómo responder a la emergencia.
“La condena del restaurador”, de Cezilla Lontrato
¿Qué harías si tuvieras que cargar con una maldición de tus ancestros? ¿Te animarías a enfrentar las consecuencias? Tanner Davis es un restaurador de muebles y objetos cuyo cumpleaños número treinta vendrá acompañado de una maldición. Será visitado por los antiguos -y muertos- dueños de las piezas que restaure para que cumpla con los deseos que ellos no pueden realizar.
Es una historia oscura, alucinante, donde se desatan odios viscerales que marcarán el rumbo de personajes torturados por fuerzas del más allá, en la figura de muertos que vuelven, arrancados del descanso de sus tumbas por una antigua maldición que pesa sobre una desdichada familia.
“La condena del restaurador”, de Cezilla Lontrato, publicada por editorial Del Nuevo Extremo, es la segunda novela de la autora. En los book-trailer y en las reseñas de manera divertida se advierte con un hashtag que #NoEsUnaNovelaDeRosas. En este caso es otro el restaurador.
La lectura de esta novela deja varias imágenes terribles, inquietantes, que abonan nuestra imaginación y se quedan ahí, gestando horrores paralelos sin que nos demos cuenta, y después te asaltan mientras comprás pan en el súper chino. O justo cuando apoyás la cabeza en la almohada para dormir. Les cuento sólo una, porque si les comento las demás, les estaría espoileando la historia: los ojos de los muertos son lo único que no parece muerto. Esos ojos luminiscentes que atraviesan al protagonista y le congelan el corazón en el pecho, también nos van a provocar pesadillas a los lectores. No me aguanto, les tiro una pista de la que más me impactó: picos y dientes. Y no diré más.
Tanner nos cuenta su tortuosa historia directamente a los lectores. Nos habla sin tapujos, como testigos y compañeros fortuitos de su terrible viaje.
Y cuando creemos que ya está todo dicho, una brutal vuelta de tuerca nos hace cerrar el libro al terminarlo con una expresión de estupor. Sencillamente, no la van a ver venir. Como me pasó a mí.
Lo cual es genial, porque hace tiempo que me quejo de la previsibilidad de las historias que leo o veo. Pero igual me traumó un poquito.
Para regalar y regalarse narrativa actual y de primer nivel. Sobre todo las novelas de Agustina Bazterrica y de Cezilla Lontrato, ambas jóvenes escritoras argentinas.
(1) El juego del cadáver exquisito es una técnica por medio de la cual se ensamblan colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; el resultado es conocido como un cadáver exquisito o cadavre exquis en francés. Fue usada por los surrealistas en 1925, y se basa en un viejo juego de mesa llamado “consecuencias” en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.