Síntomas como distensión abdominal, hinchazón, estreñimiento o diarrea pueden indicarnos que estamos sufriendo un desbalance de nuestras bacterias intestinales.
TEXTOS. Eliana Moratiel.
La salud del intestino es fundamental para nuestro bienestar general. Cuando el equilibrio natural de las bacterias que allí habitan se ve afectado, pueden surgir diversos síntomas que podemos confundir con otras afecciones, pero que en realidad, tienen como origen una disbiosis.
«Para saber lo que significa este término primero es necesario saber que es la microbiota», explicó la Licenciada en Nutrición María Pilar Lombardo. «Es un conjunto de microorganismos que habitan en el aparato digestivo, la piel, la vagina o la boca. La componen bacterias, hongos, virus y arqueas. Cuando éstos están en equilibrio se dice que están en estado de eubiosis: la microbiota es diversa, con una buena cantidad de cepas protectoras. En cambio, cuando se produce una alteración de este ecosistema y predominan los microorganismos perjudiciales o tenemos poca variedad de los «buenos» se produce lo que llamamos disbiosis».
Los síntomas de este desbalance son variados: distensión abdominal, hinchazón, estreñimiento, diarrea, sarpullidos en la piel, dolores de cabeza, anemia, entre otros. Para diagnosticar la disbiosis, se deben realizar pruebas específicas y se deben descartar otras afecciones con sintomatología similar.
«Se puede llegar a confundir esta condición con gastritis, por falta de ácido o exceso, celiaquía, sensibilidad al gluten no celíaca, candidiasis intestinal o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés)», enumeró Lombardo.
¿Qué papel juega la alimentación en la disbiosis?
Los alimentos que consumimos juegan un papel importante en la disbiosis, ya que una dieta pobre en fibra puede afectar negativamente la microbiota, permitiendo que las bacterias «malas» proliferen. Se recomienda incorporar alimentos integrales, semillas, legumbres, frutas, verduras y aceites de coco y oliva en la dieta para mejorar el equilibrio de las bacterias.
«Pongamos el ejemplo de una típica dieta en Argentina: se desayuna galletitas de agua o bizcochitos en la oficina. Llega el mediodía y se come algo al paso: unas empanadas o una tarta de masa común. En la hora de la merienda se comen unas tostadas con queso y mermelada, y así pasamos todo el día sin ingerir fibra; las bacterias buenas prácticamente «no comieron» en todo el día», graficó la profesional.
Cambios de hábito
«Para empezar, consumir alimentos integrales», recomendó Lombardo. «Si se consume pan blanco, cambiarlo a pan negro, masas de tarta integral o al menos una mezcla con harina blanca haciéndola casera. Las semillas son muy beneficiosas y se pueden agregar en la fruta, yogurt o en una ensalada y ni se siente que están. En el caso de las legumbres, si no gusta mucho el sabor se pueden hacer hamburguesas o mezclar poca cantidad en una ensalada. Fundamental incorporar frutas y verduras, si es con cáscara mejor».
Otros factores que pueden afectar la microbiota incluyen el estrés, el uso excesivo de medicamentos (automedicación) y la falta de actividad física.

Probióticos
«Son microorganismos vivos que se pueden consumir a través de cápsulas o líquidos y nos generan un beneficio. Básicamente, son las bacterias buenas que tenemos que tener dentro nuestro. Esto no significa que haya que salir ya a comprar probióticos, porque si tenes un disbalance y tomás más puede ser peor: por ejemplo, se puede agravar una distensión abdominal. Primero debemos equilibrar la microbiota para luego repoblar con la ingesta de estos productos.», advirtió la nutricionista.
Por otra parte, están los prebióticos que a diferencia de los anteriores, no contienen las cepas específicas de bacterias vivas, sino que estimulan su crecimiento a través de fibra fermentable.
Este es el caso del kéfir, una bebida fermentada que puede prepararse en casa. «Se necesitan nódulos de kéfir para poner en agua o en leche con azúcar. Luego, se lo deja fermentar por dos días. La fermentación va a depender de la temperatura, el agua, el azúcar agregada o incluso la «fuerza» de los nódulos utilizados. Es por esto que no todos los kéfir son iguales. Si se tiene algo puntual es mejor tomar el producto acorde a la necesidad».
En relación a los productos con probióticos que podemos encontrar en las góndolas de supermercados, la profesional desaconsejó su consumo. La razón es que estos productos si bien contienen estos microorganismos beneficiosos, al mismo tiempo contienen grandes cantidades de azúcares y edulcorantes. «Estos son ingredientes que directamente dañan la microbiota. Es contradictorio».
Consultar al profesional
«Si alguien sufre de alguno de estos síntomas recomiendo como primer paso acudir al médico y no seguir dietas de redes sociales. Eliminando distintos alimentos nos vamos a sentir mejor pero no vamos a solucionar la causa del problema», señaló Lombardo. «Muchas de estas condiciones solo se van a resolver consumiendo un medicamento. También, está la contraparte de personas que van al gastroenterólogo, toman la medicación pero vuelven a los mismos hábitos alimenticios de antes y las bacterias perjudiciales vuelven a crecer. Ambos factores son importantes», cerró.