Por Soledad Adjad
Muchas veces necesitamos transplantar las plantas para que así estas mantengan su vida saludable. Es probable por ejemplo que tengas una, que veas que ha crecido mucho y que ya es muy grande para el contenedor en el cual la tenés. Dejarla allí podría provocar que sus raíces se sofoquen o dañen, lo que haría que la planta comenzara a tener una apariencia para nada saludable y que además empiece a crecer más lento. Esto se puede evitar si pasás tu planta a otro contendor de mayor tamaño. Este es un proceso que se debe hacer pero con mucho cuidado ya que podría resultar algo peligroso y hasta traumático para tu planta. Hoy te voy a explicar cómo transplantarla evitando tener complicaciones.
Es un hecho entonces que las plantas que se encuentran en macetas deben ser transplantadas cuando van creciendo, pues necesitan de un mayor espacio para poder tener un correcto desarrollo, además que será una gran oportunidad para proporcionales un nuevo abono y sustrato, lo que hará que se pongan más bellas. Es común que las personas dejen sus plantas de interior siempre dentro de las mismas macetas en las que vinieron desde su compra y esto es un gran error, se les debe dar más espacio para que puedan seguir creciendo más sanas y hermosas.

¿Qué necesitas para transplantar una planta en casa?
Instrucciones:
La planta en su matera original
Una maceta (matera) más grande que la original
Tierra de cultivo
Fertilizante
Agua
Pala
Regar: dos días antes de que la planta sea transplantada debés regarla con un fertilizante, es importante hacerlo con antelación.
La tierra: tomá la maceta y llenala con la tierra de cultivo; solo deben quedan 2 cm de distancia con el borde de arriba de la maceta matera.
Fertilizante: tomá el fertilizante y mezclalo con agua (la misma cantidad de cada uno), luego debés saturar la tierra que ya tenés en la maceta, revisá que toda la tierra quede húmeda, no debe quedar ningún área seca.
Cavar: ahora debes hacer un orificio en la tierra, las dimensiones deben ser aproximadamente las de la maceta original de la planta.
Maceta original: ahora es momento de sacar la planta de la matera donde la tenías originalmente y debés sujetar muy bien su base, hazlo con la palma de tu mano abierta. Debe quedar bien cubierta de tierra, para esto procedé a voltear la maceta y luego tirar con suavidad la planta para que así esta salga con la mayor cantidad de tierra posible. Debés tener paciencia y hacer este procedimiento con calma y tomándote tu tiempo, hacerlo rápido podría estropear las raíces.
Nueva maceta: ahora es momento de poner la planta en su nuevo hogar, la maceta que dispusiste para ello. Es importante ponerla con mucho cuidado fijándote muy bien de no dañar sus raíces. Tomá más tierra para terminar de llenar los agujeros que pueden haber quedado. Debés cubrir muy bien todas las raíces, ninguna debe quedar a la vista. Regá tu planta con la misma mezcla que hiciste de agua y fertilizante.
Ubicación: poné la maceta actual (grande) con la planta en un lugar donde no le entre mucha luz. Esto debe ser así solo por unos días, luego ya la puedes poner de nuevo donde reciba luz solar.
Consejo: es muy importante que transplantes tu planta siguiendo el debido proceso, de lo contrario esta se puede marchitar e incluso morir. Hacer el transplante de la mejor manera puede hacer inclusive que si tu planta está enferma, se recupere. Hay que tener en cuenta que la nueva maceta tenga un buen espacio que permita que tu planta continúe con su crecimiento, esta se acostumbrará fácilmente a su nuevo hogar y se expandirá con una mayor facilidad. Escoge las horas de la noche para trasplantar tu planta, será la mejor manera para que esta se acostumbre sin tener que aguantar el sol hasta el otro día. Es bueno que el abono que utilices sea orgánico y de calidad, esto permitirá que tu planta tenga un mejor desarrollo. Lo recomendable es que hagas el transplante de tu planta en primavera, las temperaturas más altas y más horas de sol harán que tu planta crezca más rápido.

Antes de hacer el transplante de tu planta, es bueno que desinfectes tu maceta de la siguiente manera: lávala bien mirando que adentro no quede polvo, ni insectos, ni cualquier otro tipo de suciedad. Tomá un cepillo de cerdas gruesas y con él, lavá y restregá bien el suelo de la maceta, esto con el fin de eliminar algún mineral que sea dañino en caso de que lo haya.