Los secretos de una asesora de imagen para no perder nuestro presupuesto en el intento.
Textos. Kiki Fernández, asesora de imagen e influencer de moda.
A quienes nos gusta la moda, estamos felices desde que está permitido ir a nuestras tiendas favoritas para ver qué hay de nuevo cuando necesitamos hacer alguna compra. Solo que ahora nos encontramos con un desafío al que no estamos acostumbrados: comprar sin probarnos. Si bien unas pocas tiendas admiten la devolución, la mayoría solo permiten el cambio. Eso muchas veces nos obliga a asumir un gasto inesperado en algo que realmente no necesitamos mientras aún estamos en la búsqueda de eso que sí nos hace falta.
En un momento en el que cuidamos especialmente nuestro presupuesto, mejor no equivocarnos. Por eso la Asesora de Imagen y Personal Shopper Kiki Fernández nos dará algunos trucos profesionales que es bueno saber.
Las ventajas de la compra personalizada
No es lo mismo ver una foto en pantalla -por más zoom para acercarnos- que tener la prenda en vivo, ver el color real, la terminación y, sobre todo, tocar la calidad.
La experiencia del tacto es la mayor diferencia entre comprar en la tienda y la compra on-line. Tocar la tela nos puede decir si es más liviana o más pesada de lo que buscamos, si la remera o sweater tenderá a hacer pelotitas, si nos pica o no es tan suave como nos gusta. La mano está muchísimo más expuesta que la piel del cuerpo por lo que, si no nos da placer tocar la prenda, definitivamente no será adecuada para nosotros.
En persona también podemos ver si tiene alguna transparencia no deseada (en una falda o pantalón, por ejemplo, si no elegimos que se trasluzca la ropa interior) o si su contenido de spandex o lycra la harán muy delatora en relación a «eso» que preferimos mantener en el anonimato. Una tela fina pero con algo de cuerpo nos evita esa duda.
¿Qué pasa con los colores?
Si desconocemos cuál es nuestra paleta personal de colores -aquellos que más nos favorecen cerca de la cara-, apoyando la prenda sobre nuestro pecho frente al espejo, podemos ver cómo refleja el tono en nosotros y cómo nos sentimos con un estampado. De ese modo ya tenemos un gran camino ganado.

Si nos equivocábamos cuando podíamos probarnos ¿cómo no fallar ahora?
Los talles varían de acuerdo con las marcas por eso medirnos el ancho de espaldas con un centímetro de costurera y llevarlo a la tienda nos ahorra cambios.
La proporción de nuestro torso en relación a las piernas es fundamental en la elección del largo de una remera, blusa o sweater. Una buena idea -si no contamos con la ayuda de una Personal Shopper- es medir en casa la prenda superior que mejor nos queda desde la costura de los hombros hasta el dobladillo y llevarlo anotado. Para saber si el ancho es el correcto, más fácil que calcular el contorno de busto o de pecho en el caso de los hombres, es tomar la medida del ancho de una remera o blusa que nos quede bien sin estirarla. No olvidemos poner especial atención en el tipo de escote de la prenda, que debe ser acorde a nuestro corte de cara, cuello y otras características particulares.
¿Cómo hacemos con los pantalones y las faldas?
En el caso de las faldas y sobre todo los pantalones, la cosa se complica un poco más. Sacar los centímetros de cadera y de cintura de un jean que nos quede bien es muy útil pero no suficiente. El tiro es determinante. Por eso, si tenemos dudas, mejor anotar también desde las cuatro costuras de la entrepierna hasta la cintura. Eso nos va a decir exactamente dónde aplicar los diámetros que tomamos.
El largo es fácil y no necesitamos ser exactos. Faldas mini, maxi o midi y pantalones cropped de alturas varias, hoy todos los modelos están permitidos. Sugerencia: elegir en base a nuestro ancho de tobillos y pantorrillas si preferimos estilizar las piernas.