Década del ’20: la industria del fósforo en nuestra ciudad


En 1923, Pablo Demarchi era el fundador y propietario de una fábrica santafesina que empleaba a 250 obreras para la fabricación y empaque de fósforos.

Textos. Mariano Rinaldi. Fotos. Archivo El LItoral.

La fábrica de fósforos «Santa Fe» estaba ubicada en la actual zona céntrica de la ciudad, Corrientes entre 1° de Mayo y 9 de Julio. Una parte menor de la mano de obra era masculina e intervenía en la fabricación química de las pasta fosfórica. Sin embargo, las «fosforeras» representaban a la mayoría de la mano de obra empleada en este rubro y estaban distribuidas con diferentes roles y ubicaciones. 

Por un lado, estaban aquellas obreras que trabajaban en la colocación de la estampilla fiscal, las llamadas «estampilleras» y también estaban las «llenadoras», es decir, mujeres obreras de diferentes edades que arman las cajas que contienen los cerillos con la cartulina, previamente cortada con las máquinas adaptadas destinadas para esa función. Por último las «rasperas», o sea, aquellas obreras encargadas de adherir el polvo áspero que forma la lija para encender el fósforo.

Como dice aquel tango de 1925, en el que los autores Giura y Chapella, en la voz de Argentino Ledesma, pusieron poesía a esta realidad: «Fosforeras, fosforeras / Palomitas en bandadas, que encontré en las madrugadas de mi loca juventud / Escuchando los piropos de patotas embriagadas que en alegres carcajadas ofendían su virtud / Obreritas de mi pueblo tan alegres, tan bonitas, que encontré en las mañanitas cuando el sol iba a llegar (…)». Letra y música que retrata de manera descarnada la vida cotidiana de aquellas trabajadoras, que por la madrugada entraban a cumplir su jornada. 

La proporción de obreras en comparación con la fuerza laboral masculina fue creciendo a medida que la actividad adquiría mayor importancia y aumentaba la producción. Es sumamente curioso y retrata la cotidianidad de la fábrica, la existencia de los «toilette», aquellas habitaciones donde las obreras al terminar su jornada laboral realizaban su aseo personal, que mayormente era calmar el ardor en los ojos o la irritación de la piel por las emanaciones del fósforo.  

Desde el punto de vista económico, las mujeres aparecían como más «habilidosas» que los varones para este tipo de tarea, como sucedía en los rubros textiles y tabaqueras. Sin embargo, la razón principal era que el salario de las mujeres era menor en comparación con los hombres, lo que llevó en esta época a grandes huelgas y manifestaciones populares que pedían por un salario digno y buenas condiciones de trabajo, sobre todo en Buenos Aires, en las zonas de Barracas y Avellaneda.  

Desde el archivo del diario El Litoral, compartimos esta galería de fotos que nos muestra la fábrica por dentro y a las obreras realizando su trabajo. ¿Sabías de su existencia en la ciudad? 

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