Década del ’30: la aviación nacional dejó su huella en nuestra ciudad


La bravía escuadrilla de los «caballeros del aire» aterrizó sus aviones en Santa Fe ante la mirada atenta de los vecinos del barrio Barranquitas.

Textos. Mariano Rinaldi. Fotos. Archivo El Litoral.

El origen de la aeronáutica en nuestro país se remonta a la Guerra de la Triple Alianza en el año 1866. Un aerostato del Ejército Brasileño, se elevó sobre las líneas aliadas para observar las posiciones de la artillería paraguaya.

En los albores del siglo XX, en 1907, Aarón de Anchorena compró un globo al que bautizó con el nombre del viento: «Pampero» y junto al Ing. Jorge Newbery participó de la primera ascensión en globo en la Navidad de ese mismo año, descendiendo en la vecina orilla del Río de la Plata, en la República Oriental del Uruguay. El hecho produjo gran entusiasmo y al año siguiente se creó el Aero Club Argentino, primera entidad aérea del país.

En la década del 20 la aviación argentina se destacó entre las primeras del mundo. Es así que en el año 1924, el militar Pedro Zanni inició su famoso raid alrededor del mundo, cubriendo en diversas etapas el cruce sobre Europa y Asia hasta Japón. En 1927 un decreto del Poder Ejecutivo creaba la Dirección General de Aeronáutica y ese mismo año se creó en la ciudad de Córdoba la fábrica militar de aviones. Los Ae M.E.1, primeros en ser íntegramente fabricados en el país, realizaron en 1932 el raid Buenos Aires-Río de Janeiro y al año siguiente, en 1933, lograron cubrir en vuelo El Palomar-Río de Janeiro-Montevideo-El Palomar.

Para julio de 1933, y en medio de estos raid internacionales con aviones nacionales, el joven barrio Barranquitas de nuestra ciudad fue testigo de un suceso aeronáutico en los cielos santafesinos. La escuadrilla de la Armada Argentina aterrizó en los bañados del río Salado, al lado del Cementerio Municipal y los vecinos expectantes se reunieron para ver llegar en forma de «V» seis aviones biplanos bajo el mando del Teniente Mazza. La ansiedad de la gente era muy grande, pasado el mediodía vieron llegar un avión que anticipa el arribo de la escuadrilla: el veloz Foker T. 201 al mando del Teniente Petrucci, proveniente de Resistencia (Chaco), quien avisó que la escuadrilla estaba en viaje y habían despegado normalmente.

A las 16 horas, ya en cielo santafesino, se pudo ver llegar sobre el horizonte a «los caballeros del aire» que descendieron y fueron celebrados por la gente que acudió a su aterrizaje. Aunque llegaron cinco de los seis aviones esperados -uno de ellos tuvo un desperfecto técnico y un aterrizaje forzoso en San Javier- los vecinos veían con sorpresa estas verdaderas máquinas que impresionaba por su robustez e ingeniería mecánica. Decía la crónica de El Litoral: «(…) hubo un gran movimiento en el público, siendo necesaria toda la energía del puesto de vigilancia movilizado por soldados del Regimiento 12 de infantería para evitar que numerosas personas corrieran al encuentro de los aviones». El presidente de la Bolsa de Comercio, Francisco Bobbio, fue una de las personas destacadas en recibir a los pilotos, que luego se hospedaron en el hotel Ritz de nuestra ciudad. Al día siguiente, fueron agasajados en el Club del Orden y quien ofició de anfitrión fue el empresario y dirigente local Carlos Sarsotti.

Los pilotos, que partieron desde Goya (Corrientes), pertenecían a la escuela de aviación de Punta Indio, la Base Aeronaval inaugurada a principios de 1925 como una dependencia militar y pensada como un lugar estratégico a la hora de defender la entrada al Río de la Plata. Años más tarde, en un hecho trágico de nuestra historia nacional, un 16 de junio de 1955, veinte aviones despegaron desde la Base Aeronaval Punta Indio, al mando del capitán de fragata Noriega, atacaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada dejando 300 muertos y 1000 heridos.

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