Javier Maffucci Moore se entregó a la documentación de la historia familiar, movido por el amor. Así creó un juego de ida y vuelta donde los relatos que en su niñez contaba su madre, se convirtieron en un libro que atesora tres siglos de legado de su familia.
Textos. Romina Santopietro. Fotos. Gentileza.
En una entrevista realizada por teléfono, con algunos inconvenientes técnicos salvables, Javier desgranó parte de su pasión por la historia argentina, de la cual sus antepasados forjaron largos capítulos.
Su amor por la historia viene desde su niñez. «En mi casa había una gran biblioteca. Creo que el hábito de la lectura se aprende en la casa, no en la escuela. Tanto mi papá como mi mamá eran grandes lectores. Tanto es así que cuando iba a la casa de algún compañero de la escuela, me llamaba mucho la atención que no tuviera biblioteca. No porque mis padres fueran intelectuales, que no lo son, pero sí teníamos en la familia un gran gusto por la lectura», rememora.
Ese germen lector, sumado a los relatos familiares que le contaba su madre, forjaron los fundamentos de su interés y amor por la historia, primero familiar y luego de nuestro país.

Guardián de la tradición oral familiar
Al hablar del libro que nos ocupa, «Los Moore, una familia norteamericana en el Chaco santafesino», Javier asegura «esa si que es una larga historia», acota risueño. Y sigue: «El interés por esta historia, mi historia familiar, comienza en mi niñez. Tengo 54 años, y en esa época, la televisión no era el centro del entretenimiento. Pero en esa televisión brillaban las series de cowboys contra indios, sagas familiares en el Lejano Oeste norteamericano, al igual que en el cine. La fascinación por el cine es algo que me acompaña hoy en día. Al mismo tiempo, mi madre era una gran contadora de historias. Mis abuelos y algunas de mis tías no paraban de relatar anécdotas, cuentos y recuerdos acerca de su propia familia. Y a mis ojos de niño, se veían asombrosamente reflejadas en esas series y películas que yo veía. Para mi, mi familia tenía una historia de película. Creo que allí es donde realmente nace el germen de este libro».
La investigación en sí llevó mucho tiempo. Acerca de cómo llegaron mis antepasadas desde Norteamérica a este país, y las cosas que hicieron. Y mi madre tenía la facultad de relatar episodios que ella no había vivido con tanto lujo de detalle, una real narradora oral. Este es un rasgo familiar, indudablemente. Se ha repetido la historia generación tras generación. Y yo sentí que era tiempo de plasmarlo en papel», explica.
Este afán por el legado familiar llevó a Javier de recopilador de fotos, textos, cartas y testimonios, a estudiar historia, porque llegó un momento donde necesitó herramientas más científicas para proseguir con la investigación. «Esta investigación comenzó en mi veintena y recién hoy ve la luz, ya terminada».

«Arranqué con un librito donde se contaba la historia de mi tatarabuelo, que fue el primero que vino de Estados Unidos al chaco santafesino. Pasé de recopilar fotos y cartas entre familiares, incursioné en visitas a los archivos históricos. He pasado incontables horas en el Archivo Histórico de la Provincia. Y después la amplié con visitas a numerosos bibliotecas y archivos del país y de Estados Unidos. La investigación fue también una excusa para viajar a lugares donde pudiera obtener más información», resume. «La lectura de diarios en estos archivos fue de gran utilidad. Y el gran salto cualitativo lo tuve con la llegada de internet, lo que posibilitó el acceso a un caudal enorme de información ya sin la necesidad de viajar, y el hecho de poder conectarme con gran parte de la familia, que estaba desperdigada por el mundo, consultar con otros historiadores…».
En estos largos años de búsqueda, tuvo momentos de suerte, donde halló cartas y registros familiares que contaban del derrotero de la familia Moore desde los inicios del viaje en Norteamérica, hasta la llegada a Argentina. «Tuve mucha suerte, porque en una biblioteca de Estados Unidos encontré un archivo de cartas de Moore, de cartas del abuelo de mi tatarabuelo. También un familiar lejano de California me legó cartas de mi familia, del hermano de mi tatarabuelo hacia los parientes que quedaron en Estados Unidos. Y eso fue una mina de oro. Porque ahí cuentan el viaje desde California a Chile, el cruce de los Andes, las vicisitudes de las cosechas, los casamientos, las muertes… en fin, la vida. Son cartas del 1780 en adelante. No se limitan a contar cuestiones familiares, siempre hay referencia a la política, a la vida de las sociedades donde estaban. Y esas cartas incluían el reclamo de fotografías. También hay muchas fotos», resume.

La memoria del amor
Las historias familiares, son una historia sin fin, porque las familias siguen y las historias se suceden. Pero había que ponerle un fin.
«Mi madre, que es la inspiradora de este libro, padece Alzheimer. Y yo quería que ella pudiera llegar a disfrutar del libro. Entraron a jugar estas cosas de salvar estos relatos del olvido. Por suerte, aún en su estado, logré entregarle este regalo. Y ello lo lee y recuerda. Pienso que con ella sus padres le contaban cuando era una niña estas historias y quedaron muy profundo en su ser, así como ella hizo conmigo y estos relatos son parte de mí».

Los Moore
Javier quería contar la historia familiar, sin adornar nada. «Lo mío no es la literatura. No quería hacer ficción de los hechos históricos. Yo quería contar lo que se pudiera acreditar a partir de documentos, cartas y fotografías. Por eso estudié historia, para hacerlo con un grado de seriedad. Todas las familias tienen su historia, pero la mía mantuvo durante tres siglos vivo su legado, transmitiéndolo oralmente, de generación en generación», explica emocionado.
También lo sedujo la continua búsqueda de nuevos horizontes de sus antepasados. «La familia tiene sus orígenes en las colonias británicas de América del norte, en la costa Este. Y acompañan la historia de los Estados Unidos en ese avance hacia el Oeste. Llegaban siempre a construir un mundo nuevo. Porque llegaban a lugares donde antes no había nada. Así llegaron hasta California. Terminada la Guerra Civil, arriban a Argentina, a crear una colonia agrícola en el norte de Santa Fe. Eran grandes aventureros. Ese relato es extraordinario. Mi madre contaba que nuestros antepasados vinieron de California, llegaron a Chile e hicieron el cruce de los Andes a lomo de mula. Ponían los bebés de un lado y piedras del otro lado de las alforjas para equiparar el peso. Yo hice ese cruce, también a lomo de mula, y todavía no puedo creer que esta gente, en esa época, haya hecho semejante viaje», concluye.

Mini-bio
Javier Leandro Maffucci Moore es abogado, pero desde muy joven se interesó por la historia. Esto lo llevó a estudiarla en una maestría que cursó en la Universidad Di Tella. Tiene predilección por la historia argentina del S XIX en adelante. En sus propias palabras: «puedo decir que la de abogado es mi profesión, y me considero un historiador aficionado, aunque he publicado artículos y ahora, este libro. No soy un escritor literario, no hago literatura, lo mío es documentar la historia». Ha presentado artículos en congresos y publicaciones relacionadas.
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