Un desafío desbordante de música y humor


Nuestro columnista describe La música de La banda elástica Volumen 1 como “todo un despilfarro de genialidades”. Las razones, en esta columna.
Por Enrique Madeo.

 

A comienzo de los años 70 llegó a mi poder un disco de Les Luthiers, una formación atípica en especial por la utilización de instrumentos informales, una manera distinta de expresión musical. Es decir, toda una revelación impregnada de musicalidad, humor y talento, mucho talento.

De a poco fui descubriendo a sus integrantes y, entre ellos, a uno de sus líderes naturales: Ernesto Ácher. Él, habiendo integrado el grupo durante algo más de quince años y siendo eje gravitante en su formación, tuvo el coraje para después de haber anunciado su retiro, salir casi de inmediato con otra propuesta, musical y humorística, tan original como provocativa.

Así es que a comienzos de 1988, Ácher se reunió con algunos de los mejores músicos del ambiente jazzístico argentino y formó La banda elástica. Ellos, casi sin proponérselo, en poco tiempo, lograron el unánime reconocimiento del público. Colmaron las gradas de teatros, entre ellos el Colón, y ofrecieron actuaciones en Mar del Plata y gran parte del interior del país, como así también en Montevideo, San Pablo y Asunción.

Ácher, quien había generado la idea de transportar el histrionismo de Les Luthiers al disco, e impulsar las grabaciones como un medio de incrementar la llegada al público, rápidamente concretó igual proyecto para su nuevo grupo. Así es que entre marzo y agosto de 1990 grabaron La música de La banda elástica Volumen 1. Todo un despilfarro de genialidades. Vientos, cuerdas, bases percusivas, voces, composiciones propias como Parapaco, Casi blues o Curitiba; recreaciones de clásicos de todos los tiempos; además de humor y una puesta en escena a lo Ácher.

El fundamento de la agrupación fue abordar todo tipo de música, desde el jazz hasta el folklore, pasando por el tango y otros géneros; sin privarse del humor, tanto musical como gestual.

En su apertura lucen a pleno interpretando la Sweet Georgia Brown; continúan homenajeando a Benny Goodman y a Gershwin, a Decaro con Flores negras desde un especial tinte melódico, a Yupanqui con Luna tucumana; sigue una versión imperdible de Seresta; reservándose para el cierre a Struttin With Some Barbecue de Louis Armstrong.

Hoy, a algo más de veinticinco años de su aparición, escuchar a La Banda Elástica continúa generando una continua propuesta a la sorpresa, a la diversión y por supuesto, a una admiración que se sostiene en el tiempo. Si bien es cierto que muchos los han referenciado distinguiéndolos por “hacer jazz”, otros aseveramos que lo motivacional se genera en la intención de divertirse y hacer divertir con las partituras, partiendo de una versatilidad interpretativa y desde un coprotagonismo en el cual resulta tan placentero escuchar una chacarera como A pura ushuta o uno de los clásicos de Foguerty, Orgullosa Mary.

 

Ficha técnica:
La música de La banda elástica volumen 1 fue grabado en Buenos Aires entre marzo y agosto de 1990.
Carlos Costantini: Trompeta, fluegelhorn, teclado, bajo, canto, composición y arreglos.
Hugo Pierre: Saxo alto & soprano, y clarinete.
Enrique Varela: Saxo tenor & soprano, clarinete y canto.
Ernesto Acher: Trombón, saxo barítono, clarinete, clarinete bajo, corno, piano, canto, composición y arreglos.
Jorge Navarro: Piano, teclado, percusión, vibrafón y canto.
Ricardo Lew: Guitarras, bajo, percusión, composición y arreglos.
Juan Amaral: Bajo, guitarra y canto.
Enrique Roizner: Batería y percusión.

Previo Samosas de ricota y espinaca
Siguiente Ausangate, el arco iris terreste de Perú