Es el ambiente más distinguido y más elegante del hogar. Testigo de reuniones, de celebraciones, de importantes comidas, donde recibimos y agasajamos a familiares y amigos.
Textos: Nadia Novillo.
En casas de generaciones pasadas, de abuelos y padres, el comedor era el espacio donde se usaba todo lo mejor, lo más fino, lo más lindo, lo más costoso y valioso, los manteles bordados, el juego de porcelana, los cubiertos de plata y las copas de cristal.
Claro que esto no ocurría todos los domingos ni con frecuencia sino solo para fechas especiales.
Disfrutamos de los juegos de platos heredados principalmente y gracias a que nuestros antepasados no los usaron o lo hicieron fue muy pocas veces, en contadas ocasiones.
En otras épocas el comedor terminaba siendo una especie de habitación de museo ya que prácticamente no se usaba, se reservaba para recibir visitas o para determinadas fechas.
Hoy en día esto ya no es así, la tendencia es una cocina con una barra e isla donde quizás se desayuna, o se hace un almuerzo rápido, y un comedor integrado donde la familia cena a diario. Entendimos que todos los ambientes del hogar son para ser usados y disfrutados. Actualmente se plantean espacios más integrados, aprovechables y funcionales.
Si lo pensamos rápidamente, el comedor se presenta como una habitación simple y fácil de organizar, porque la teoría indica tendremos aquí una mesa, sillas y un mueble vajillero. Pero les aseguro que en la realidad descubrimos muchísimas cosas más.

Es típico encontrar en el comedor un exceso de adornos, recuerdos, objetos, cuadros, portarretratos, candelabros, camino y centro de mesa, jarrones, floreros… Demasiada información que termina agobiando y saturando el ambiente.
También se da esto de encontrar lo que yo llamo cosas perdidas o en tránsito: una campera sobre el respaldo de la silla, unos libros y apuntes apoyados sobre la mesa, un cargador de teléfono colgando de un estante, una bolsa por allá con algo para llevar o devolver, otra caja por un rincón y así sigue la lista… Son todas esas cosas las que imprimen un aspecto de desorden.
La primer tarea entonces es devolver todas esas cosas a su lugar. Luego el ejercicio consiste en detenernos a observar y preguntarnos: ¿Todo lo que vemos nos gusta? ¿Por qué lo ubicamos en este lugar? ¿Cumple una función o es solo un adorno? ¿Lo conservamos por compromiso, porque perteneció a un familiar o porque lo recibimos en herencia o de regalo? ¿Es una adquisición propia? ¿La volveríamos a elegir y comprar? ¿La mantenemos solo porque fue costosa aunque no nos encante? ¿Suma o resta a este espacio? ¿Si lo saco, faltaría? ¿Alguien lo necesitaría? ¿Son objetos que me agradan, alegran y hacen feliz cuando los veo cada día?
Por último, recomiendo tomar una o varias fotos, ya sabemos que las imágenes y el espejo no mienten, son los mejores consejeros y aliados a la hora de decidir qué se queda y qué se va, qué conservo y qué descarto.
Al pensar un espacio de nuestro hogar es importante que este hable de nosotros, que refleje nuestra esencia, que evidencie nuestros gustos, preferencias y estilo, básicamente, que nos identifique, represente y sea compatible con nuestros hábitos y costumbres.
Elijamos cosas que adornen y decoren, pero que también cumplan una función, aporten calidez y sean de fácil limpieza y mantenimiento.
Tengamos en cuenta las dimensiones para no caer en el error de sobrecargar el ambiente y demos prioridad a los objetos que más nos gusten para que no compitan unos con otros.
Analicemos qué preferimos: obras de arte, láminas o espejos, una gran alfombra, una lámpara de pie o una importante araña de luces que caiga sobre el centro de la mesa, un arreglo de flores o candelabros para destacar la mesa, o una bandeja con una combinación de ambas en diferentes alturas.

Los invito a probar, a cambiar el mobiliario de lugar, a sacar, a poner, a jugar, buscando la mejor alternativa posible, atendiendo a favorecer la circulación y el paso, y a lograr una armonía visual en su conjunto.
Los motivo a que sean creativos e ingeniosos, a que se animen a restaurar y reciclar ustedes mismos. Si pretenden renovarse, una idea low cost es dar una lavada de cara a los muebles pintándolos. Las sillas pueden reversionarse retapizandolas, cubriéndolas con nuevas fundas o cambiando los almohadones.
Las cortinas también juegan un rol fundamental, ya que terminan de vestir un espacio. Los géneros más livianos y translúcidos permiten el ingreso de la luz natural.
Tengan en cuenta que los colores claros y cálidos aportan luminosidad y, en combinación con los espejos que duplican el espacio, son los recursos más utilizados para generar sensación de amplitud.
Si vamos a sumar flores o plantas, el consejo es que sean naturales.
Si contamos con alguna pequeña mesa adicional que hace las veces de apoyo, podemos destacarla armando una especie de bar, utilizando una bandeja idealmente con su base de espejo, donde vamos a presentar distintas bebidas y otra para frapera, copas y vasos. Por supuesto, todas las botellas tienen que estar fuera de sus cajas.
Las bandejas son una excelente alternativa porque enmarcan, encuadran, delimitan un área y contienen una determinada categoría de objetos.
En el mueble vajillero, dejemos todo lo que sinceramente, usamos, necesitamos, nos encanta y está en perfecto estado.
Eliminemos cajas, ya sean de madera, cuero, o cartón, adiós a todo el packaging y bolsas.
Las copas deben ir alineadas de modo que la primera indique que detrás de ella están todas las que son el mismo modelo e igual tamaño.
Platos y compoteras, deben ir apilados, siempre dispuestos en línea recta. Los cubiertos de plata, fuera de sus estuches, organizados en el cajón cubertero que tradicionalmente viene recubierto en terciopelo.
Manteles, servilletas e individuales, deber ser presentados en los cajones en vertical.
Todos los accesorios, como ser servilleteros, apoya cubiertos, indicadores de comensales, identificadores de copas, saleros individuales, sujeta manteles, se pueden ordenar dentro de un cajón, utilizando pequeños contenedores para generar subdivisiones.
La recomendación es estrenar, usar y disfrutar de todo lo que tenemos. Es inevitable que accidentalmente algo se rompa, se resbale, se caiga, se choque al lavarse, al secarse o al guardarse, pero eso no significa que debamos privarnos de utilizarlos. Los mejores invitados somos nosotros mismos, un momento especial siempre es hoy. Todos los días son una ocasión importante para presentar y disfrutar una linda mesa con detalles bonitos.

TIPS
Mesa: Dejar un margen de un metro de distancia entre las paredes y las sillas cuando se alejan de la mesa.
Comensales: Se necesita un espacio de 60 centímetros para cada persona, así se evita que sus codos choquen con la de al lado al comer.
Centro de mesa: Debe tener una altura adecuada para que los comensales puedan verse la cara cuando estén sentados.
Lámpara principal: Debe estar centrada con la mesa y colgar a no menos de un metro de distancia para no invadir la superficie ni incomodar a los comensales.
Alfombra: Debe extenderse 15 centímetros aproximadamente fuera de las patas de las sillas cuando estas se encuentran ubicadas debajo de la mesa.
Antes de adquirir el mobiliario, se puede recrear con cinta de papel el perímetro que ocuparían. De este modo se pueden evaluar mejor las distancias y superficies libres para circular.