En las primeras décadas del siglo XX El Litoral se hacia eco del cine sonoro nacional


En 1930 el diario tituló «Se ve y se oye en la película Valle». Fue una invitación para todos los santafesinos al cine Avenida, sobre calle General Paz y Empire, en pleno centro de la ciudad.

TEXTO. Mariano Rinaldi. FOTOS. Archivo El Litoral.

Federico Valle fue un empresario y productor cinematográfico de nacionalidad italiana, radicado en Argentina desde 1910. Él llegó a Buenos Aires en medio de los festejos patrios por el centenario del país. Entre 1914 y 1915 instaló un laboratorio para colocar los títulos a películas extranjeras y posteriormente comenzó a producir obras de propaganda comercial. Fue un pionero en todo sentido, conocido principalmente por sus «noticiarios» que documentaban la realidad social y política del país a través de cortos informativos proyectados entre película y película de cartelera. En los «Estudios Valle» se realizaron una infinidad de cortometrajes, incluso una película de dibujos animados, «El Apóstol», con el dibujante Quirino Cristiani, se trataba de sátira política a la figura del entonces presidente Hipólito Yrigoyen.

Como director, Federico Valle filmó Misiones (1917), El azúcar (1926) y Federales y unitarios (1928), entre otros. En 1929 produjo el documental «Por tierras argentinas», de 180 minutos de duración, en el que realizó un recorrido por todo el territorio argentino.

En 1930, llegaría «Actualidades sonoras Valle», una serie de quince cortometrajes en los que aparece Carlos Gardel y en donde se lo puede ver y escuchar cantando junto a sus guitarristas Barbieri, Aguilar y Riverol. También participaron los autores de los legendarios tangos: Mano a Mano, Yira Yira o Cambalache.

Ese mismo año, el diario El Litoral titulaba en una de sus páginas exclusivas para cines y teatros: «La cinematografía Valle, empresa argentina, ejemplo de capacidad nos sorprende con un noticiario sonoro».

La película registraba el desfile militar de las tropas argentinas en medio de los festejos del 12 de octubre, a escasos días de haberse concretado el primer golpe cívico-militar en la historia de nuestro país, encabezado por el General José Felix Uriburu. En busca de difusión e integración, los dirigentes y figuras políticas comenzaron acercarse a estos novedosos medios masivos y populares de comunicación. Aunque vale la pena recordar que el gobierno de Uriburu, que duró poco más de un año en el poder, fue el encargado de cancelar el proyecto de enseñanza mediante películas en las escuelas que intentaba llevar adelante Federico Valle.

Para 1930 en Santa Fe eran muchos los cines que formaban parte de un circuito de salas. El cine Doré, Empire, Apolo, Belgrano, Esperancino, Avenida y Colón. Sentenciaba la crónica de El Litoral: «Hace un tiempo que los noticiarios Valle son gustados por los habitúes del cine en nuestra ciudad y en todo el país, sus laureadas fotografías e ingeniosos titulares son destacados por el público. Sin embargo, no se ha dormido en los laureles y hoy nos trae esta novedad técnica de filmar películas sonoras».

Mediante el sistema phonofilm, que permitía el sonido sincrónico con imágenes, Estudios Valle llevó adelante esta producción cinematográfica considerada toda una novedad no solo en nuestro país sino en el mundo entero.

El cine Avenida de nuestra ciudad fue el primero en adquirir el equipo sonoro Valle. A fines de 1930 inauguró su propia temporada de cine sonoro con «El despertar del amor» (A Lady to Love) protagonizada por Vilma Banky.

EL DERROTERO DEL CINE SONORO

Thomas Edison y William Kennedy Dickson inventaron en la década de 1890 el «kinetógrafo» antecedente de la cámara cinematográfica. La cual permitía grabar imágenes y sonido y fue, junto con el kinetoscopio, el primer proyector de la historia. De esta manera, podemos decir que el cine fue sonoro desde sus orígenes. Sin embargo su comercialización se demoró veinte años. Debido en buena medida a la gran popularidad de los cortometrajes mudos de los Hermanos Lumiére y las cintas del padre de la industria cinematográfica, Charles Pathé. Por lo tanto, los primeros films sonoros se limitaban a piezas cortas como canciones, sermones y discursos.

A partir de 1920 comenzaron a verse imágenes acompañadas de partituras y comentarios grabados en una sala. Pero será recién a fines de los años locos cuando aparezca el largometraje sonoro de ficción con los films «Don Juan» (1926) y «El cantante de jazz» (1927). Don Juan, de John Barrymore, fue la primera película comercial de la historia con una banda sonora completa y efectos de sonido sincronizados pero con diálogos emplazados como intertítulos. Por este motivo, El cantante de jazz (1927) de Alan Crosland, es para la historia del cine la primera película sonora. Por aquellos años utilizaron Vitaphone, el último sistema analógico de sonido sobre disco y comercialmente exitoso. La banda sonora no se imprimía en la película sino que se publicaba por separado en los registros de fonógrafo. Los discos se tocaban en un plato giratorio acoplado al proyector mientras se proyectaba la película.

En nuestro país el cine sonoro produjo una inflexión muy importante en la historia del cine nacional. Con su llegada se formalizó la verdadera industria del cine nacional. El famoso estudio Argentina Sono Film estrenaba «¡Tango!» (1933) dirigida por Luis Moglia Barth, donde debutaron Libertad Lamarque, Tita Merello y Luis Sandrini. Mientras tanto, una semana después, el legendario estudio Lumiton estrenaba «Los tres berretines» (1933) dirigida por Enrique Susini y protagonizada por Luis Sandrini, con Luis Arata y Aníbal Troilo.

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