La lucha feminista ha estado cambiando el mundo durante siglos y, lógicamente la moda no podría estar ajena a esta cuestión. A lo largo de las décadas, las mujeres utilizaron la ropa para visibilizar sus reclamos por más derechos.
Textos. Georgina Lacube.
A lo largo de la historia, las revoluciones feministas han surgido de muy distintas maneras. Tanto desde protestas callejeras a comienzos de siglo, la literatura más comprometida (podríamos destinar una nota completa al legado de Simone de Beauvoir en esta temática) y hasta la legislación innovadora, como el voto femenino (en nuestro país, gracias a la Ley Evita de 1947), las mujeres han estado cambiando el mundo durante siglos.
Y lógicamente la moda no podría estar ajena a esta cuestión. A lo largo de las décadas, las mujeres utilizaron la ropa para visibilizar su lucha por más derechos. Nos podríamos remontar a 1850, cuando el Bloomer Dress, también apodado el Vestido de la Libertad, surgió como una de las primeras piezas de moda feminista que resonó en todo el mundo. La tendencia, defendida por las sufragistas Elizabeth Cady Stanton, Lucy Stone y Susan B. Anthony, permitía a las mujeres moverse y trabajar con más facilidad.
Dentro del mundo fashion, la diseñadora Coco Chanel fue quizá la más emblemática de la historia, la que revolucionó la ropa de mujer a principios del siglo XX. Su característico traje de falda, en el que se utilizaba tweed y un corte con una silueta más recta que en el pasado, exigía que el mundo se tomara más en serio a su portadora. Este minimalismo con mentalidad empresarial también surgió en su favorita tela de jersey y su icónico vestidito negro. En la sociedad de Deauville, Chanel usaba pantalones, una elección sorprendente que allanó el camino para las mujeres del futuro. Famoso es el caso de la escritora puertorriqueña Luisa Capetillo, quien en 1919 fue arrestada y juzgada en la corte por usar pantalones en público, provocando indignación en todas partes, ya que hasta comienzos del siglo XX, esta práctica era inaudita. Las mujeres comenzaron a adoptar esta tendencia en masa hasta llegar a celebridades de la talla de Marlene Dietrich y Katharine Hepburn.

Otro diseñador fundamental para el movimiento de liberación femenina fue el francés Yves Saint Laurent, quien en 1966 lanzó la tendencia del pantalón de traje para mujer con su icónico conjunto «Le Smoking», el cual se diseñó siguiendo el estilo del clásico masculino. Tendencia tan avanzada como polémica, las mujeres que se animaron a llevar pantalones fueron mal vistas durante muchos años. Por ejemplo, no fue hasta 1993 (¡27 años después!) que los Estados Unidos hicieron legal el uso de pantalones en el Senado, impulsando una tendencia corporativa que se extendió hasta la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2017 y más allá.
Ninguna reseña sobre feminismo fashion puede estar completa si no se nombra a la gran Diane von Furstenberg, quien en 1973 creó el vestido de corte cruzado, asociado al movimiento por su atractivo sexual y su versatilidad. Cuando se le preguntó sobre la falta de botones o cierres en el vestido (uno de sus mayores atractivos), DVF respondió: «Bueno, si estás tratando de salir sin despertar a un hombre dormido, los cierres son una pesadilla». Uno de los primeros modelos se puede visitar en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York.
A la luz del movimiento #MeToo, surgido en Estados Unidos en 2006 gracias al cual cientos de mujeres norteamericanas salieron a denunciar abusos sexuales (el caso más mítico fueron las acusaciones hacia Harvey Weinstein, quien acaba de ser condenado a 23 años de prisión), el activismo feminista tomó un nuevo impulso. Y la moda no podía quedar afuera.

Una gran victoria de las mujeres en la moda se produjo hace un par de años cuando las principales casas de diseño nombraron a sus primeras directoras creativas, tal es el caso de Clare Waight Keller para Givenchy en 2017 y Maria Grazia Chiuri para Dior en 2016, quien estampó la famosa frase «We Should All Be Feminists» en una camiseta para su colección debut durante la temporada Primavera/Verano 2017. «Tenía 51 años, pensaba en todas las fases de mi vida y reflexionaba sobre lo que la sociedad le pone a una mujer como esposa, hija, madre», expresó Chiuri en una entrevista. «Expresar tu oficio en la moda ahora no es sólo hacer un vestido increíble, como diseñadora y como mujer, creo que tienes la responsabilidad de entender el cambio de época».
Sarah Burton, por su parte es la directora creativa de Alexander McQueen. Su creencia en la fuerza y sensibilidad de la mujer se transmite sutilmente en todo lo que hace, hasta colocó como banda de sonido el discurso sobre la emancipación femenina de la sufragista Christabel Pankhurst para su colección otoño/invierno 2019 en la Semana de la Moda de París. Actualmente, trabaja en ideas que puedan eliminar los viejos binarios de la vestimenta masculina y femenina. «El punto -dice Burton- es que para ser poderoso, no tienes que parecer un hombre».

Fue la actual generación de profesionales la que cambió la situación de todos, pero no sin luchar. «Empecé a los 25 años en una casa parisina muy masculina», recuerda Stella McCartney (hija del Beatle Paul) de su época en Chloé, «pero me di cuenta de que eran las mujeres más jóvenes las que realmente impulsaban las ventas». Pronto abandonó el barco para crear su propio sello, una operación totalmente independiente cuyos empleados, dice, son 70 por ciento mujeres. «Definitivamente celebramos que las mujeres tengan bebés aquí», dice. «Creo que antes había un chiste en la industria: ‘Si vas a quedar embarazada en la industria de la moda, ve a trabajar para Stella McCartney’. Es una broma de la que estoy muy orgullosa».

EXPERIENCIA LOCAL
En Argentina, no nos hemos quedado atrás en la lucha contra el patriarcado y el empoderamiento femenino, especialmente a partir del 2015 con el movimiento «Ni una menos». Una de las diseñadoras fashion más importantes en esta línea es Melisa Vázquez, creadora de la firma Emme Vázquez. Para ella, la ropa es un medio para expresar las problemáticas sociales que la interpelan. Integrante del Colectivo de Actrices, la igualdad entre el hombre y la mujer es uno de sus temas recurrentes, al igual que la violencia y la desigualdad entre clases.
Otro gesto de su parte es trabajar con la fundación Media Pila, «una organización sin fines de lucro que, desde hace 11 años, se dedica a promover la inclusión laboral de mujeres en situación de vulnerabilidad socioeconómica, a través de la enseñanza del oficio de la costura y el fortalecimiento de la confianza y autoestima de las alumnas», según reza su página web. «Varias de las modistas con las que yo trabajo son egresadas de esta fundación, que trabajan en sus talleres o desde su casa como monotributistas. Es un gran pilar para desarrollar un comercio ético y justo», contó Vázquez.
Famosa por sus consignas provocativas, la firma Siesta – Remeras que gritan surgió en 2017 como una forma de militancia femenina. Creada por las amigas Erna y Juli, este emprendimiento se basa en remeras con frases como «Vamos les niñes», «Nos tenemos a nosotras», «Que arda el patriarcado» y «Paren de matarnos», entre otras. «Se trata de hacer visible nuestros reclamos, con frases que se escuchan en la calle, y de exigir políticas públicas que respeten nuestras decisiones y entender que la violencia de género debe ser tratada como una cuestión pública».
