Euge Román

¡Esto más que una columna de opinión se está pareciendo a una agenda de efemérides! Es que no es mi culpa que justo al comenzar se vengan encima todas las fechas importantes para nuestro rubro. Y como el pasado 10 de abril (miércoles) y ayer viernes 12 de abril, fueron el día del florista y del decorador respectivamente; entonces qué mejor que hablar un poquito de esto, sin entrar en detalles que ahondaré en otra ocasión.
Así que bien, no soy ni florista ni decoradora.
Hice cursos y talleres de trabajo con flores? Sí.
Hice cursos y talleres de flores de estación? Sí.
Hice cursos y talleres de tipos de arreglos y puestas con flores y especies naturales? Sí.
Pero eso no me hace florista. Y les recuerdo que esto es una opinión personal. Las flores para mí son herramientas de mi trabajo, fui autodidacta muchos años, prueba/error, aprendí más de la práctica que de los papeles, visité florerías y compraba flores, aerosoles, tijeras, rociadores, esponjas, me sentaba en casa con termo, mate, música y componía así como un cantautor se sienta a escribir… leo revistas, busco en internet, y las dudas que tengo las pregunto en el mercado.

¿Eso me hace florista? No. ¿Me explico? Uno aprende con los años, aprende y experimenta, evoluciona, incluso empieza a tratar las flores con sentimiento, las cuida, las conserva, las alienta para que abran en invierno y para que resistan en nuestro tan agobiante verano. Sufre cuando vienen feas, marchitas o maltratadas, y se alegra cuando “reviven”, sufre otra vez cuando te piden un arreglo floral de Pinterest con variedades que nosotros no podemos tener en nuestro mercado ni en los mejores sueños. Y aún así logramos algo similar levantándole la autoestima y el ánimo a las flores nacionales. ¿Eso me hace florista? No. Solo soy una “psicóloga floral” (risas) que las usa como herramientas para embellecer espacios.
¿Floristas? Floristas son Orlando Santos y Jeff Leatham, verdaderos artistas de las flores.

Y si del 12 de abril hablamos, en realidad se refiere en su origen al decorador de interiores o vidrieristas. Luego la celebración y los saludos se hacen extensivos a los Decoradores en general, y ahí entramos nosotros: los bichos de fiestas y eventos. Y otra vez la misma historia… es que me pasa que creo que una persona puede haberse recibido de contador público y decorar a la perfección y con buen gusto un espacio/lugar; y aún así seguir siendo contador, aunque para mí es ambas cosas. La decoración es un arte, es una rama del arte, y como todo lo que al arte se refiere viene ligada a los sentimientos, al ojo clínico, a la subjetividad de quien observa, a la realidad de quien vivirá en ese espacio o pasará un tiempo en él, a los estilos y las modas, entre tantas otras cosas. Decorar es arte, decorar es expresión, es inspiración, decorar es poner belleza (la cual es subjetiva) a un lugar. Y sacando todo eso intangible y hermoso que convive en la cabeza de los decoradores, que componen con muebles, géneros, colores, luz y elementos, tratando de hacer la mejor melodía; también está el lado B como en todo rubro. Y ahí me explayo un poquito más, aunque valdría esto una columna entera. El lado B de los decoradores de fiestas y eventos: ¿alguna vez probaste mudarte todos los findes de semana? ¿Y comer a deshora? ¿Y no tener feriados? ¿Y acostarte cuando todos se levantan? ¿Y faltar a cumpleaños? ¿Llegar tarde a casamientos? ¿Salir a la calle con pintura en la cara? Pero si te gusta, si lo amás, si decorás eventos por placer, todo vale ese bendito antes y después.

Así que saludo a todos los decoradores, sean floristas, amas de casa, arquitectos, jardineros, dibujantes, abogados, azafatas o lo que fuere. Que después de la experiencia de ser capaz de embellecer un lugar, ¿quién te quita lo bailado?