“Habito en un mundo subtitulado”


Desde su cuenta de Instagram, Lucila Cordoneda comparte con sus miles de seguidores palabras e historias, las cuales desde ahora también tendrán lugar en nuestra revista. En esta nota conocemos un poco más de Mal Aprendida, una cuenta -y una persona- en la que la vida se hace relato.
Textos. Marina Zavala. Fotos. Pablo Aguirre.

De cuentos de verano en la vereda, de encuentros y reencuentros, de historias escuchadas y también imaginadas… surge Mal Aprendida, una cuenta de Instagram con tantos seguidores como palabras nacen de la “necesidad vital” de escribir de su artífice.


María Lucila Cordonera es docente, madre de tres hijos, emprendedora y escritora “caradura”, como ella misma se define. Desde un tiempo a esta parte, el impulso cotidiano de poner en palabras su mundo encontró una caja de resonancia perfecta en las redes sociales. De esto y de mucho más habló con Nosotros en esta nota.


LA PALABRA COMO DON


“Escribir es algo que hago desde muy chica -reconoce Lucila- pero para adentro. La escritura es un refugio. Siempre digo que habito en un mundo subtitulado porque voy caminando y, así como otras personas ven imágenes, yo en todo veo palabras, veo historias. Me pasa de ir en el colectivo, ver a una persona y comenzar a pensar adónde vivirá, con quién, si tendrá pareja, quién será… A veces me planteo ‘pará un poco’”.


Esta pasión por las palabras viene para ella como una herencia de familia. El recuerdo de su abuela, de sus historias y de sus dichos vuelve una y otra vez a la conversación en una mezcla de nostalgia y cariño propia de los momentos que marcan la vida.


“Tuve una infancia maravillosa, de calle de tierra en el barrio de Guadalupe de hace 40 años, con cuneta, mariposas y bicicletas. Pasábamos las vacaciones en Santiago del Estero con 45 grados, sin luz, sin agua corriente… Lo digo ahora y parece el peor escenario que uno puede imaginar pero para nosotros era alucinante.

Íbamos a la casa de mi bisabuela con mis primos, dormíamos en catres en la vereda por el calor agobiante y ahí comenzaban los relatos y los cuentos que ella nos contaba. Tuve esa bendición y eso me fue convirtiendo en la persona que soy, y también fue construyendo mis recuerdos, me fue relacionando con la palabra y con las historias de una manera natural y maravillosa”, recuerda.


TENDIENDO REDES


El deseo y la necesidad de escribir fueron entonces buscando distintas formas de expresarse hasta encontrar lo que Lucila define como “un mundo maravilloso”: las redes sociales.


Se acercó a Instagram a partir de Batahola -el emprendimiento de indumentaria femenina que comparte con su hija Rosario- y a partir de ese momento se fue familiarizando con las redes y con todo lo que éstas pueden generar.


“Desde mi formación docente tuve la suerte de haberme encontrado en mi vida con gente muy generosa que hizo docencia conmigo y que me enseñó que nada es posible si uno está solo. Dicho así suena a frase políticamente correcta, y en el mundo del emprendedurismo está muy presente esto, pero la verdad es que no hay otra manera. Cuando uno entiende esto, es tanto más sencillo todo. Porque cuando al que está al lado tuyo le va bien y brilla, uno brilla más, pero no más que el otro, sino cada uno desde su propio lugar. Las redes te permiten conocer gente muy copada y muy generosa”.


Así nació Mal Aprendida, de una pulsión y un descubrimiento. Desde esta cuenta de Instagram -que cuenta con más de 5.000 seguidores- Lucila busca expresarse sin perder su esencia. “Creo que cada persona tiene algo que contar y que en la historia de cada uno el otro siempre encuentra algo con lo que sentirse representado, más aun cuando esta tiene que ver con algo que se pudo superar”, explica.


Asegura que visualizar lo que le pasa y escribirlo le da otra entidad. Comenta también que siente como una vez que publica un texto este deja de ser suyo, algo que le fascina y que disfruta.


MAL APRENDIDA


La abuela de Lucila nació en la costa pero tenía muchos rasgos santiagueños en su hablar, su abuelo era español y vino al país de pequeño con su madre. Esta conjunción hizo que en su familia haya un lenguaje muy rico y toda una cultura del dicho. “Me encuentro todo el tiempo comentando ‘como decía mi abuela…’. Es real”.


“Ella todo el tiempo me decía: ‘Eres mal aprendida, no mal enseñada…’. Por eso cuando pensé un nombre para mi cuenta se me ocurrió Mal Aprendida”, cuenta.


Asegura que en realidad somos todos un poco “mal aprendidos”, a veces porque no está la disposición necesaria para aprender y entonces cualquier esfuerzo que se haga por enseñar no va a resultar.


Pero ser mal aprendida es también para Lucila una forma de desafiar o romper con las estructuras impuestas. “Todo lo que relato respecto a mi familia, a mi formación, a mi infancia, es maravilloso y suena muy romántico.

Pero también es cierto que uno carga con muchos mandatos que en un momento se hacen muy pesados de sostener. Por eso el término tiene que ver las desobediencias. Me parece que esto también es parte de la vida y del ir construyéndose uno como persona. El hacernos cargo de lo que elegimos es muy difícil también”.


FILOSOFÍA CIRUJA


Mal Aprendida se presenta como una militante de la “filosofía del cirujeo”. Lucila toma cosas que le gustan, las comparte, las cuenta, dejan de ser de ella, como le gusta resaltar. “El término ‘cirujeo’ me encanta. Soy re ciruja, en lo material de juntar algo de la calle o tomar algo que el otro no usa y ver qué hago con eso, he vendido antigüedades, comprado vajilla para vender, ambientado eventos, etc. Pero también soy ciruja en las redes sociales, donde junto lo que me gusta. Creo que a lo que a uno ya no le sirve a otro le puede servir, en todos los sentidos y órdenes. Es maravilloso cuando alguien me contesta, cuando alguien se toma el tiempo de leerte y además se siente identificado con lo que digo”.


Nos cuenta que no publica todo lo que escribe, que prefiere los mensajes esperanzadores sin caer en mensajes vacíos. Reconoce que toda la vida se definió como romántica. Y aunque sabe que el término está en jaque actualmente, asegura que lo suyo es un “romanticismo de la resistencia”, de pensar en uno mismo, de oponerse a mandatos, de creer que todo es posible. “Vivir es un aprendizaje que uno hace a la fuerza, con mucho sufrimiento, sinsabores, angustias, duelos, dolores. Hay días pésimos, está bueno aceptarlo, pero definitivamente siempre aparece un lugarcito por donde se va colando la luz”, sonríe.

La docencia


María Lucila Cordonera es maestra, directora de escuela primaria, licenciada en Ciencias de la Educación y docente universitaria. La docencia atraviesa su vida y es para ella, de manera muy clara, su vocación. “Muchas veces me desilusiono y me canso mucho. Mal Aprendida es un refugio de esa realidad con la cual muchas veces debo reconocer que me he peleado. A veces fantaseo con dedicarme solo a escribir pero después pienso ‘qué sería de mi sin los chicos, las mañanas en la escuela, la bandera’ … toda una mística que me sostiene”, destaca.


Defiende a la docencia como una profesión atravesada por la generosidad, en la que hay que dar todo el tiempo, y la confianza en el futuro. “La escuela tiene que ser un lugar de recuperación de los sueños si no, no tiene razón de ser”, sentencia.

“Vengo de una familia que es un matriarcado hace mucho tiempo, desde antes de que tenga lugar esta lucha de la mujer tan fuerte y maravillosa. Para mi siempre estuvo muy presente la idea de todo lo que pueden hacer las mujeres, es algo absolutamente naturalizado. Tenemos una abuela, una madre, tías, primas muy fuertes. Esto es algo que también como madre traté de transmitir a mi hija. Además es algo muy presente en mis amigas que han tenido que pelear mucho, son muy aguerridas. Estoy agradecida a la vida por esto”.

Todas mal aprendidas


¿Por qué Mal Aprendida?


Porque sí, mi niña, porque todas lo somos pues.


Todas sentimos en algún momento de nuestras vidas que estábamos haciendo algo distinto a lo que nos habían enseñado, a nuestros mandatos familiares.


Desobedientes, contestatarias, quien más, quien menos, todas hemos tenido momentos de desacato o insubordinación.


Y, aunque a veces los costos exceden el presupuesto, el sabor que deja ese rato de retobado fervor ¡no tiene precio!


In your face reglas, matrices y herencias varias, es para vos y tus mandatos sinsentidos, tus deber ser sin discusión y tus dedos indicadores.


Mal aprendidas ¡claro que sí! Porque el desaprender se vuelve aire, se vuelve agua, sol, supervivencia… Para mirar distinto, para sentirnos dueñas de nuestras vidas y decisiones, para pensar por nosotras mismas, para elegir (aun y a pesar de lo indicado u ordenado).


Mal aprendidas ¡claro que sí! Para poder reconocer en lo aprendido lo bueno, lo preciso, lo vital y sencillo, el amor sano y el otro que sana y salva.


Mal aprendidas ¡claro que sí! Para re aprender, para volver a creer aun sin ver, pero habiéndolo vivido, sentido, absorbido.


Mal aprendidas, para aprender bien, provisoriamente (porque todo aprendizaje lo es).


Mal aprendidas para amar, para sufrir, para ser y sentir, para escuchar, para ver, creer y parecer.


Mal aprendidas para crecer. ¡Oh sí, nena!

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