La autora presenta una mirada íntima y curiosa por el derrotero de la vida, la música y los éxitos del guitarrista Néstor Ausqui.
Textos: Graciela Daneri. Fotos: gentileza.
Nos conocimos en la UNL donde ambos éramos docentes, pero de distintas disciplinas. Sabía de los valores de Néstor Ausqui como guitarrista, pero me conmovió conocer su derrotero de vida y de músico y los éxitos que cosechó en el exterior.
En la entrevista fue desgranando cómo la música la llevaba en el alma y en los genes (su madre era una soprano innata), pero las dificultades económicas y los traslados cada dos años que implicaba el trabajo de su padre signaron su niñez y adolescencia. Estas circunstancias lo llevaron a no tener la regularidad necesaria para su formación profesional.

“Fui empleado de una tienda y jugador de fútbol en 1ª. División del Club Santamarina de Tandil, donde nací, y así me rebuscaba unos pesos para poder seguir estudiando guitarra, mi gran amor”, relata. Ausqui ya estaba en 2° año del secundario cuando su padre se jubiló, y en aquella época el trámite jubilatorio duraba 2 o 3 años hasta poder cobrarla, con lo cual las condiciones empeoraron, tuvo que dejar la escuela, pero la tenacidad del músico que había en él no conoció descanso: daba clases a domicilio, porque ya se había recibido en un Conservatorio particular.
Y justamente en una de esas lecciones fue donde conoció a una profesora del Liceo Municipal de Santa Fe que estaba de visita en Tandil y que vio en él condiciones y le envió los planes de estudio de esa institución. “Así comencé rindiendo libre ante una mesa integrada por García Puente, Gil Ibáñez e Irineo Cuevas. Pero este último me aconsejó proseguir mis estudios en la UNL, porque según él eso no era vida para mí, venir cada 40 días a rendir”.
Mas resulta que Ausqui no había finalizado el secundario, pero analizando el Estatuto de la Universidad sí se podía cursar, pero no recibirse sin el secundario completo. “Así, el 11/3/67 yo estaba sentado en el Simón de Iriondo nocturno, pues a la tarde entraba a cursar en el Instituto Superior de Música. Para mantenerme me procuré una bicicleta y con ella me recorría Santa Fe dando lecciones particulares”, recuerda.
Dos años después sucede algo extraordinario: encabezados por el maestro Cuevas, sus profesores y compañeros juntaron dinero para que pudiera rendir como libre su último año secundario sin tener que sacrificarse trabajando tanto. Resultado: en el ’70 concluye su secundario y en el ’73 se gradúa en el ISM-UNL como Profesor Nacional de Música y luego hizo 2 años más y defendió una tesis para recibir el título de Profesor Superior Nacional de Música, cuando era directora de la institución la gran pianista Perla del Curto. Pero ya antes de graduarse daba conciertos y formaba parte del reconocido Ars Nova, que dirigía el maestro Héctor Nardi.
Una búsqueda insaciable
Su interés y amor por la guitarra no quedó sólo allí y es entonces cuando “me contacto con el maestro uruguayo Abel Carlevaro que había creado una escuela de técnica instrumental importantísima para evitar las distonías focales (pérdida del tono muscular que se da cuando el dedo va y no vuelve más, queda como loco) y la tendinitis y tomo clases con él”. Luego el mismo Carlevaro lo becó para ir a Porto Alegre a participar de un concurso con gente de todas partes del mundo y Ausqui lo ganó, por lo que retornó a Brasil al año siguiente y participó de otro concurso que también venció, como consecuencia de lo cual el Liceo Palestrina lo contrató como profesor del Seminario Internacional junto a valores tales como Carlevaro y el italiano Guido Santórsola, de modo tal que se fue a vivir a Porto Alegre. Pero periódicamente iba a Montevideo para recibir las clases de Carlevaro.
Posteriormente dejó Brasil donde trabajó 5 años- para irse a vivir a Montevideo becado por el Ministerio de Educación uruguayo y como no quería abandonar a sus alumnos brasileños iba allá todos los meses. Y he aquí lo que es un orgullo para Ausqui: uno de sus estudiantes es hoy director de la Orquesta Sinfónica de San Pablo y otros son profesores universitarios y de institutos. O sea, la semilla que plantó Ausqui fecundó,¡ y cómo!
Su interés y amor por la guitarra no quedó sólo allí y es entonces cuando “me contacto con el maestro uruguayo Abel Carlevaro que había creado una escuela de técnica instrumental importantísima para evitar las distonías focales (pérdida del tono muscular que se da cuando el dedo va y no vuelve más, queda como loco) y la tendinitis y tomo clases con él”. Luego el mismo Carlevaro lo becó para ir a Porto Alegre a participar de un concurso con gente de todas partes del mundo y Ausqui lo ganó, por lo que retornó a Brasil al año siguiente y participó de otro concurso que también venció, como consecuencia de lo cual el Liceo Palestrina lo contrató como profesor del Seminario Internacional junto a valores tales como Carlevaro y el italiano Guido Santórsola, de modo tal que se fue a vivir a Porto Alegre. Pero periódicamente iba a Montevideo para recibir las clases de Carlevaro.
Posteriormente dejó Brasil donde trabajó 5 años- para irse a vivir a Montevideo becado por el Ministerio de Educación uruguayo y como no quería abandonar a sus alumnos brasileños iba allá todos los meses. Y he aquí lo que es un orgullo para Ausqui: uno de sus estudiantes es hoy director de la Orquesta Sinfónica de San Pablo y otros son profesores universitarios y de institutos. O sea, la semilla que plantó Ausqui fecundó,¡ y cómo!

El regreso al país
“Retornamos al país, junto con mi esposa, después de 10 años, cuando volvió la democracia, porque nosotros teníamos una tradición radical y éramos alfonsinistas”, confiesa. Ya en el ’85 se presentó a un concurso interno en el ISM-UNL y allí, además de impartir clases formó un conjunto con los alumnos y daban conciertos.
Más adelante se produjo un hecho muy significativo para su carrera: tuvo un alumno de la American University of Washington que decidió venir al ISM porque había conocido a alumnos de esta casa de estudios e intuyó que lo mejor estaba aquí y se quedó 3 años especializándose. “Su profesor en USA había sido Joe Marlowe, alguien a quien yo conocía a través de las enciclopedias”, dice con un dejo de orgullo Ausqui.
Y fue justamente este alumno extranjero el que le consiguió, como agradecimiento a los conocimientos que Ausqui le dio, conciertos en la OEA, 30 en California (donde les alquilaron una mansión en Hollywood) y “ya no paramos hasta el 2000 con el que se llamaba Santa Fe Quartet Guitar, grabamos discos y actuamos en 35 Estados”, nos confirma Ausqui, y agrega que “se editó en USA la Néstor Ausqui Collection. Y mi representante allá me pidió ahora una serie de arreglos de obras famosas como De Falla, Bach, Bizet, Beethoven”.
Incansable, ahora está también escribiendo sobre el origen de la guitarra “y se me ocurrió hacer -gracias a Mauro De Giovanni- conciertos sobre La Guitarra a través de los siglos, imbricando historias isabelinas que llegan hasta Troilo y Piazzola”, detalla.
Hoy, ya jubilado de la UNL (que no supo valorarlo lo suficiente y mantenerlo en sus claustros mediante diversas alternativas), se levanta a las 5 de la mañana a trabajar en lo que le requieren desde el exterior, sigue con su cuarteto -ahora integrado por Ferrando, Cornut, Molinaro y él-, dicta master class en Argentina y en el exterior y se sigue preparando para conciertos en Latinoamérica y el mundo.
La guitarra de Falú
En la década de los ’60 época grande del folclore- un día fue a Tandil Eduardo Falú y Ausqui era “telonero” de sus conciertos. Antes de su actuación, Falú lo escuchó, tras lo cual lo hizo llamar a su camarín y le dio su guitarra para que tocase una zamba. Al finalizar le dijo: “Ud. tiene sentimiento y debe hacer una carrera universitaria. Le recomiendo la UNL, porque allí estudié yo con Ariel Ramírez y Carlos Guastavino”. Así esta anécdota con Falú incrementó su pasión por la guitarra y le dio fuerzas para seguir luchando contra la adversidad.