La soltería como nueva forma de vida


Atrás quedó el pensamiento obsoleto de que si a los 30 años no estabas casada eras la tía solterona de la familia. La sociedad evolucionó, la mente cambió y las mujeres dejaron de desear ser solamente esposas y madres. Proyectos propios, crecimiento personal y objetivos laborales pasaron a formar parte de ese listado.

Entonces, ¿qué es ser soltero hoy en día? La soltería pasó a ser un estado más popular que el casamiento. Según los censos, el 2018 fue el año con menos casamientos del siglo. Los números bajaron a la mitad en tres décadas.

Las mujeres ya no se desesperan por conseguir un marido para cumplir con los estándares sociales. Quieren un compañero que trabaje a la par de ellas, que las ayude en las tareas del hogar y en la crianza de los hijos. La cultura del patriarcado quedó tan fuera de eje que por este motivo muchas mujeres se liberaron tras el divorcio. Dejaron de ser las sirvientas del marido para ser libres.

A esta altura del partido, la sociedad tiene la experiencia suficiente como para dejar de pensar a la soltería como algo negativo. La palabra «soltera» ya no es lo que era. Para muchas, no se trata de un estado temporal mientras encontramos pareja sino de una forma de vivir.

El ideal de casarte con tu primer novio, formar una familia y mirar con compasión a las chicas que no tuvieron la misma suerte, hoy no solo es casi imposible, sino que ni siquiera es atractivo. Representaciones sociales como las que masificaron productos culturales como Sex and the City, que hacían de la búsqueda del amor una comedia más que un drama y del desfile de hombres, una anécdota más que un fracaso, despertaron en nosotras la chispa del deseo de vidas más variadas. Soñamos con vivir múltiples historias, besar múltiples galanes e incluso experimentar diferentes modelos de relaciones. Aunque el dolor del desamor sigue existiendo, la opción de pensar las relaciones fallidas como experiencias enriquecedoras, y ya no exclusivamente como fracasos, es un recurso que antes simplemente no existía.

Hoy en día, los solteros no están vistiendo santos. La mayoría tiene un compañero, novio, chongo, amante o historieta para pasar el rato. Se vive el momento sin tanta proyección, sin tanta estructura social impuesta. Y que pase lo que tenga que pasar.

Ante este panorama, existe la posibilidad de ir hacia más y de poder probar o de dejarla con mayor liviandad que las generaciones anteriores, porque la soltería no asusta más.

Que el amor llegue cuando tenga que llegar

Hablar del nuevo concepto de soltería no significa que se esté en contra del amor, sino que la idea es eliminar la imposición y los mandatos sociales para ser más libres en la elección a la hora de encontrar el amor o de ser feliz estando solo.

Gracias a esto, y a algunas vendas que se nos cayeron de los ojos, es que miramos de otra manera el hecho de vivir sola. Hoy en día la independencia femenina se ve más como un premio alcanzado que como un sueño roto.

Asimismo, cabe destacar, que la ausencia de un otro ideal ya no significa necesariamente frustración o estancamiento y esto se ve reflejado en la enorme demanda de charlas, libros y talleres sobre sexo que proponen tareas de autodescubrimiento sexual sin importar el estado civil. La mujer puede disfrutar plenamente de su sexualidad estando sola.

Gracias a la información que trajo el feminismo y a los análisis culturales se sabe que si bien es hermoso construir de a dos y tener un proyecto de familia, también es difícil encontrar a esa persona que piense parecido a vos y con la cuál puedas congeniar sin tanto choque de enfoques.

Esa búsqueda, ese proceso de maduración, se debe llevar a cabo sin presiones para que finalmente cuando se elija a alguien con quién construir, sea el correcto. Y eso lleva años de autoconocimiento y de relaciones fallidas que den experiencia necesaria para aprender qué es lo que uno verdaderamente quiere en una pareja.

Basta de imponer tiempos y etapas. Cada persona es distinta y crece a su ritmo. Y para eso es importante respetar las decisiones del otro, ya sea proyectando en familia o solo.

El palo en la rueda

Aunque la soltería ha mejorado su imagen y sus condiciones reales, el momento más desafiante para una soltera se enfrenta en sus últimos años de fertilidad. Incluso para las mujeres que están decididas a no ser madres, la presión social puede volverse especialmente intensa y llevarlas a lamentar su estado más por miedo al arrepentimiento que por convicción.

La opción de la fertilización asistida, lejos de tranquilizar, puede poner más presión ya que implica una decisión económica extra. Las leyes de adopción actual tampoco acompañan. Esta cuestión marca el calendario feminista a seguir: mejorar las condiciones femeninas para lograr más igualdad. Lo que implicaría crear salidas creativas que, una vez más, rompan las reglas bajo las que venimos jugando. La soltería cambió. Y esto, es un hecho.

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