La vida de Joan Báez puede definirse en ochenta años de voz, lucha y coherencia.
TEXTOS. Enrique Madeo.
El 9 de enero de 2021 Joan Báez cumplió sus primeros ochenta años de vida. Referirse a ella es referirse a uno de los íconos más relevantes en la historia de la música internacional. Aquella mujer de rostro angulado, de larga cabellera, con su guitarra y su voz, con una inquietante presencia y con un mensaje altamente combativo frente a los poderes hegemónicos, logró durante años conmover multitudes.
Tenía apenas 18 años y era dueña de una serenidad asombrosa, apareció en 1959 en el festival folk de Newport.
Al año siguiente grabó su primer disco «Joan Báez» que, en principio, no alcanzó a cubrir las expectativas generadas. Sin embargo, la aparición de Joan Báez Vol. 2 logró resignificarlo, y junto a «Joan Báez in concert», lograron los tres, una masiva aceptación, proyectándola como una cantante folk, todo un símbolo de su generación.
Caracterizada por una voz potente, aguda, próxima a la de una soprano, y con un vibrato controlado para potenciar la dramatización del mensaje de sus canciones, fue una de las mayores figuras de la llamada canción protesta surgida en los años sesenta.
En la primera parte de esa década, Báez fue el rostro más popular de la música folk, con un mensaje altamente politizado, siendo la estrella de festivales y giras, cantando en actos políticos. Entre ellos sobresale en 1963, en Washington, la Marcha por los Derechos Civiles junto a Martin Luther King, destacándose su interpretación de «We Shall Overcome», un verdadero himno de los derechos civiles.
Cantó en prisiones y, como los afroamericanos no podían ir a los teatros de los blancos, Joan fue y cantó en sus teatros.
Desde su adolescencia mostró su compromiso con el activismo político y social en los campos de la no violencia, los derechos civiles, los derechos humanos y la defensa del medio ambiente.
Seguidora de Ghandi y de su ideología no violenta, creó en 1963 en Palo Alto el Instituto de Estudios para la No Violencia, y años más tarde Humanitas, una organización internacional pro Derechos humanos. Tomó parte también de Amnistía Internacional, organización mundial de derechos humanos.

LOS SESENTA
En los años sesenta, al igual que otros intérpretes de folk, ella se vio influenciada por la aparición de los Beatles y por el folk rock de Dylan. En consecuencia, Baez aumentó su instrumental, que hasta ese momento se basaba únicamente en su guitarra acústica, llegando a usar una orquesta entera en Joan, grabado en 1967. En 1968, continuando en la búsqueda de sus variables, recitó poesías en «Baptism», y luego generó un marcado ambiente de country en «Any Day Now», un disco doble con canciones de Bob Dylan.
Capaz de escoger puntillosamente obra ajena y combinarla con algunas propias para desde allí sostener un discurso, abrió un ilimitado abanico de géneros y estilos, abarcando lo tradicional, el country y el pop rock; grabando canciones de The Beatles, Jackson Browne, Leonard Cohen, Bob Dylan, Violeta Parra, Woody Guthrie, The Rolling Stones, Pete Seeger, Bob Marley, Paul Simon y Stevie Wonder, entre otros.
En mayo de 1966 fue invitada a actuar en Berlín, donde protagonizó una situación muy especial. De forma inesperada para las autoridades germanorientales invitó a subir al escenario al compositor disidente Wolf Biermann, para que se uniera a ella en su recital, el cual fue filmado pero nunca emitido.
En el histórico festival de Woodstock, Joan reafirmó sus pergaminos aumentando su popularidad, participando del mismo embarazada de Gabriel, quien a la postre sería su único hijo, fruto de su matrimonio con el líder antibelicista David Harris, quien a esa fecha estaba detenido por oponerse al reclutamiento para Vietnam.
Joan Báez ha sido durante su trayectoria una precursora. A finales de los 60 un periódico universitario le hizo una entrevista y le preguntó sobre su sexualidad. Ella respondió: bisexual. Ninguna artista se había atrevido antes a tanto. Todo el periodismo la persiguió queriendo saber si lo que había dicho era verdad. Ella respondió que sí, sabiendo que se arriesgaba a ser condenada por la mayor parte de la sociedad y del mundo.
En su autobiografía Una voz para cantar, Joan cuenta que en realidad sólo había tenido una experiencia lésbica, pero que no podía negarla.
LOS SETENTA
En la década de los setenta, junto a Ennio Morriconne en la banda sonora de la película «Sacco y Vanzetti», de Giuliano Montaldo, interpretó Here’s to You (Esto es para usted), tema que se convirtió en un éxito mundial.
En las navidades de ese año viajó a Hanoi, entonces capital de Vietnam del Norte, soportando los peores bombardeos que recibió esa ciudad durante la guerra. De esa experiencia sacó uno de sus discos más conmovedores y valiosos: Where Are You Now, My Son? (¿Dónde estás ahora, hijo mío?) en donde mezcla la canción que le da título al disco, un largo poema en donde cuenta todo lo que vio en la guerra, con grabaciones hechas en Vietnam: las bombas cayendo, el llanto de la gente, los nervios en los refugios anti aéreos.
Báez visitó por primera vez a la Argentina en 1974 presentando su decimosexto disco en estudio, «Gracias a la vida», grabado en español, en el cual homenajeaba al folklore del continente, a la par que tomaba posición sobre el golpe de 1973 en Chile.
Fortaleciendo esa idea, interpreta Te recuerdo Amanda, de Víctor Jar, y Gracias a la vida, tema que da nombre al disco, de Violeta Parra. Asimismo el anónimo «No nos moverán» está precedido de una introducción recitada del poema «Sube a nacer conmigo hermano», del poeta Pablo Neruda.
Además de Dida y Las madres cansadas, temas de su autoría, incorpora El preso número nueve, de los hermanos Cantoral, tema que había grabado catorce años atrás en su primer disco, Joan Báez. Interpreta «Llegó con tres heridas», poema de José Hernández musicalizado por Joan Manuel Serrát; un clásico, «Cucurrucuccú paloma» de Méndez; anónimos como «La llorona; y el ya mencionado «No nos moverán» y «El Rossinyol» interpretado en lengua catalana.
En su primera edición en España, en pleno franquismo, los temas «No nos moverán» y «Las madres cansadas» fueron censurados.
Así también recibió duras críticas en relación al acompañamiento de arpa y maracas utilizado en Gracias a la vida, brindándole al mismo un relativo ambiente festivo, cuando al tema históricamente se lo ha vinculado con la trágica desaparición de su autora.
Lo cierto es que Báez grabó el disco como tributo a las víctimas de la violencia en Chile, que ella misma se resistió a la presión de la firma grabadora para que incluyera temas en inglés u otros más populares y ajenos al verdadero sentido de la obra, siendo «Guantanamera» su única concesión al comercialismo.
En 1975 grabó una de sus obras más logradas, Diamonds & Rust, que fue seguida por la enteramente escrita por ella, Gulf Winds.

LOS OCHENTA
En su activismo siempre se mostró protagonista. Así fue que en los años ’80 viajó a Latinoamérica, a darle su apoyo a los pueblos oprimidos por las dictaduras.
En Argentina el gobierno de facto puso bombas en el hotel donde estaba, persiguiéndola de día y de noche. En Brasil los militares le prohibieron cantar minutos antes de salir al escenario y con el teatro lleno. Entonces descubrió que un baño tenía una ventana que daba al teatro y desde allí dio su concierto.
Se reunió con las madres de los detenidos, de los desaparecidos, con las víctimas de las dictaduras y se convirtió en su voz llevándola por todo el mundo.
En 1989 asistió a Vaclav Havel en su lucha contra el gobierno soviético. Durante su actuación en «Canta 77» en Praga le fue cortado el sonido por sus declaraciones a favor de grupos disidentes pro derechos humanos. A pesar del boicot, Joan siguió cantando a capella. El mismo Havel citó a Báez como una inspiradora para llevar adelante la Revolución de Terciopelo. Años más tarde, siendo Havel presidente de Checoslovaquia, cantó en el edificio Lucerna de Praga, construido por un abuelo de Havel.
En 1993 viajó a Bosnia patrocinada por la Fundación Soros y tocó en Sarajevo, a fin de recaudar fondos por la Asociación de Refugiados Internacionales.
Ese mismo año tocó en la antigua prisión de Alcatraz en beneficio de la Fundación Bread and Roses de su hermana Mini, y lanzó Rare, Live & Classic, un triple disco de retrospectiva.
En el 2003 protestó contra la invasión de Iraq y apoyó la integración de inmigrantes centroamericanos en California. En esa oportunidad cantó en español «Gracias a la vida».
En el 2011 cantó en los funerales de Steve Jobs, del que había sido pareja en los años ’80.
En el 2014, en su tercera y última visita al país, Joan cantó en las noches del 6 y 7 de marzo en el Gran Rex un repertorio sin condicionamientos, tanto en inglés como en un fluido español que remató entonando a capella el canto republicano No nos moverán y Mi venganza personal, del nicaragüense Tomás Borges.
Antes de esos conciertos, la trovadora expresó: «Mi presencia guarda recuerdos, pero decidí no transformarme en un objeto de culto para la nostalgia».
Siempre ha destacado la influencia generada en su trayectoria, tanto por el trovador Pete Seeger, como por Mercedes Sosa.
En los últimos años interpretó canciones de compositores modernos como Rian Adams, Josh Ritter, Steve Earle y Natalie Merchant.
Tras varios años sin publicaciones, Báez lanzó su último álbum en 2018, Whistle down the wind.
Sus últimas presentaciones en vivo fueron en julio de 2019 en España. Manifestó que este retiro, luego de 60 años en los escenarios, es por una toma de consciencia en el desgaste de las posibilidades de su voz.
En su gira de despedida, Joán reflexionó: «Con 78 años, mantener la voz me supone mucho esfuerzo. Me gusta cómo suena ahora, pero trabajo mucho con ejercicios vocales. Tengo algunas limitaciones en el registro agudo y es más difícil cantar. Esa es la principal razón por la que hago una gira de despedida. Quiero bajar el ritmo y pensar en el futuro, que es envejecer y, finalmente, decaer. En nuestra cultura no es común reflexionar sobre eso. Pero creo que es importante y que ayuda mucho dedicarle tiempo (…). Quiero cuidarme y prestar atención a lo que debo hacer y lo que no. Este es un buen momento para parar».
Báez transmitía excelente estado de forma en todos los aspectos, aunque ella asegurase que su voz le había llevado a tomar esa decisión: «si dejo de girar es precisamente porque mi voz se está deteriorando sin remedio; y confieso que a medida que veo que mi voz se va deteriorando mi infelicidad va creciendo».
Su perfil pictórico ha ido creciendo en estos últimos años. Muestra de ello es su exposición Joan Baez: Mischief Makers. Un centenar de grabados de un retrato de un amigo suyo, el cantautor John Prine, fallecido por Covid y que fueron vendidos para recaudar fondos para investigaciones sobre el virus. Y la cosa ha seguido, ha inaugurado en una galería californiana la exposición Joan Baez: Mischief Makers 2, una continuación de aquella, concebida durante la pandemia y que reúne retratos de políticos, médicos, escritores, deportistas o músicos que, a su juicio, hacen del mundo un lugar mejor: Bob Dylan, Patti Smith, Greta Thunberg, Michael Moore, Kamala Harris y Alice Walker, entre otros.
Joan reflexiona: «Empecé a escribir el otro día y me he dado cuenta de que serán mis últimas memorias. ¡Hay demasiadas cosas por hacer!».