Frente al aislamiento, lo que podemos hacer es intentar mantenernos activos, en movimiento, motivados con cosas que sean de nuestro interés y seguir los consejos de los profesionales para transitar esta situación de la mejor manera posible.
Por Nadia Novillo.
La pandemia y cuarentena obligatoria nos dispara estados de ánimo cambiantes y contradictorios, estamos ciclotímicos y vulnerables.
Nuestros sentimientos y pensamientos son una montaña rusa, por momentos tenemos la certeza de que todo va a pasar y estar bien, y al instante nos atraviesa y paraliza la angustia.
Es lógico sentirnos abrumados frente a esta situación que se presenta como una amenaza nueva y desconocida, el temor al contagio del Coronavirus, el enemigo invisible.
Nuestro refugio seguro es quedarnos en casa; la vacuna es lavarnos las manos; la indicación médica es no tocarnos ojos, nariz y boca; la medicina diaria es la higiene y la desinfección. Las armas para hacer frente al enemigo son el jabón, alcohol y lavandina; el escudo protector, el barbijo.
Debemos mantener un metro de distancia con el prójimo, tenemos prohibido el saludo con choque de manos, besos y abrazos.
Los médicos son nuestros héroes peleando como soldados esta guerra silenciosa en la primera línea de fuego de batalla.
Se cerraron las fronteras.
El mundo entero está en esta misma pelea.
Parece ciencia ficción. Si fuera una serie de Netflix, ya la hubiera dejado de ver porque me resultaría demasiado disparatada y bolacera, poco creíble, poco real.
Acá estamos nosotros con una cataratas de sentimientos, miedo a contagiarnos y contagiar a un ser querido, a las secuelas de la enfermedad, a la falta de recursos y asistencia. Miedo a la muerte propia, de un familiar o amigos.
Preocupación e incertidumbre por la situación económica y laboral.
Frustración por la pérdida de libertad, la imposibilidad de llevar adelante proyectos.
Enojo por la sensación de que está ocurriendo algo injusto.
Contradicción y ambivalencia de sentir alivio y alegría de estar en casa pero también la impotencia de sentirnos encerrados, de haber cancelado todo lo planeado, de ver nuestra vida drásticamente modificada.
Frente a esto todo lo que podemos hacer es intentar mantenernos activos, en movimiento, motivados con cosas que sean de nuestro interés y agrado, y seguir los consejos de los profesionales para transitar esta situación de la mejor manera posible. Entre ellas se incluyen:
– Respetar los horarios del sueño y descanso (mínimo 8 horas diarias).
– Evitar el exceso de noticias y que el coronavirus sea el monotema durante todo el día. Mantenerse informado a través de los organismos oficiales, fuentes confiables, instituciones o médicos de prestigio y referencia, hacerlo en momentos que no mal predispongan el ánimo para el resto día o angustien generando desvelo. Puede ser al mediodía o a la tarde, no a la mañana al despertar ni antes de dormir por la noche.
– Planificar el día, mantener un orden, una rutina, levantarse, quitarse el pijama, vestirse, no salir de casa no significa estar abandonado, dejado, desarreglado.
– Organizar los ciclos del día, respetar las cuatro comidas, priorizar una alimentación saludable, variada. Consumir alimentos naturales, frutas y verduras. Mantenerse bien hidratado.
– Hacer actividad física, alguna serie de ejercicios localizados o un entrenamiento más exigido si se realizaba habitualmente. Practicar yoga, permitirse un momento de relax y meditación. Hay muchísimas propuestas en redes sociales para tomar clases guiadas gratuitas.
– Proponerse aprender algo nuevo, distinto, pendiente, eso que se postergaba por falta de tiempo. Aprovechar los tutoriales y cursos online, hay una amplia oferta sin cargo de interés y calidad.
– Si es posible tomarse un momento al aire libre, estar en contacto con la naturaleza, exponerse a la luz de sol media hora al día, en un jardín, terraza, balcón o a través de una ventana.
– Las redes sociales son grandes aliadas de contención emocional para mantenerse en permanente contacto con familiares y amigos. Llamarse a través de videollamadas, para verse.
– No participar de los grupos de Whats App en los que se comparten todo lo que circula, noticias que despiertan pánico, audios alarmantes que generan preocupación, angustia y luego terminan no siendo ciertos.
– Intentar ser considerado con uno mismo, manejar los estados emocionales, teniendo en cuenta que los cambios tan inesperados y abruptos, la incertidumbre y la amenaza de la pandemia afecta nuestro ánimo por más optimistas que seamos. Ser conscientes y considerar que esto nos esta ocurriendo a todos , procurar ser tolerantes, flexibles y pacientes con nosotros mismos y con los demás.
– La gran mayoría de personas somos seres estructurados, rutinarios, sociales. Saber lo que vamos a hacer mañana nos da tranquilidad y seguridad, por ese motivo valoramos la previsibilidad. Toda nuestra vida familiar, social y laboral se vio afectada y alterada a causa de la pandemia, lo que implica la máxima voluntad y buena predisposición para adaptarnos a estos cambios, poder aceptar y manejar las incertidumbres.
– Esto es día a día, el cambio requiere una actitud flexible para afrontarla de manera positiva.
– Reprogramar nuevas rutinas es un desafío, ser permisivos, flexibles y tolerantes, considerar que se trata de un cambio muy abrupto.
– Si hay niños en casa, es importante hablar con ellos. Explicarles sobre el Coronavirus en un lenguaje adecuado y acorde a la edad, y de manera simple y honesta.
– Los niños perciben las emociones de los adultos, intentar transmitirles tranquilidad, contenerlos y mimarlos.
– Los niños necesitan tener espacios de juego y divertimento, y lo adultos requieren tiempo de ocio y recreación que promuevan emociones positivas.
– Si se vive en espacios reducidos y en familia, no ser tan exigentes y estrictos con las tareas. Considerar que respetar la cuarentena y adecuarse a los cambios es ya un esfuerzo en sí mismo, y que todos están afectados con esta nueva situación.
– Conversar en familia sobre la importancia de las medidas preventivas, los nuevos hábitos y conductas responsables para que valoren y tengan sentido los esfuerzos.
– Si se siente desbordado, nervioso, irritado, intolerante, triste, o se nota que no se puede controlar la ansiedad y angustia o que la situación afecta alguna esfera de la vida, no automedicarse. Buscar ayuda adicional de un profesional de la salud mental con la finalidad de encontrar modos constructivos para sobrellevar, manejar y aceptar la adversidad.