La bailarina es la cabeza de un numeroso grupo de artistas que representan a la ciudad y a Argentina en presentaciones y espectáculos incluso en el exterior. Conversamos con ella para conocer un poco más sobre esta pasión del 2 por 4 y el arraigo del folklore en su corazón.
TEXTOS. Romina Santopietro. FOTOS. Manuel Fabatía.
Laura expresa su amor por la danza con su modo suave y cálido. A pesar de haber realizado una entrevista a través de soportes tecnológicos, acorde a la nueva normalidad, su pasión por lo que hace está presente en cada palabra, como así también su emoción al hablar del grupo que representa y de su familia: los amores de su vida. Con humildad transmite esa emoción al mostrarse agradecida por los alumnos que conforman su academia, Frenesí, por el amor y soporte de su familia y por el camino recorrido hasta aquí.

-Bailás desde muy pequeña ¿cómo nace este amor por la danza? ¿Viene de familia?
-El amor por la danza surgió más por una idea de mi mamá de alguna actividad para mí, más que nada para canalizar tanta energía. Siempre fui proactiva y en ese momento lo necesitaba más que nada por ese lado. En mi casa siempre se escuchó folklore, por eso fue el primer taller que me ofrecieron en una vecinal que quedaba cerquita de mi casa.
-¿Se ensaya y practica todos los días o hay algo de vagancia en tu vida?
-Creo que la danza se practica todos los días. La danza es más de un estilo de vida más que una actividad. Entonces todo lo que hacés es pensando en esa parte que te complementa, que en mi caso es la danza y todos los días estás haciendo algo para o por eso, así sea entrenándote físicamente, o en mi caso el día de hoy tomando clases de teoría, por ejemplo. En este momento yo estoy haciendo el profesorado de danzas, busco nutrir al profesorado y a la vez que me sirva en la docencia para todas las disciplinas en las que me enfoco.
-¿Cumpliste algún sueño en esta carrera que elegiste? ¿Cuáles quedan por cumplir?
-Y sí, mi sueño por lo menos como bailarina tiene que ver con bailar en los escenarios como el de Cosquín o el de Jesús María en la parte de folklore y en la parte de tango, el sueño pendiente es más que nada el hecho de participar en el mundial. Mi compañero vive en Finlandia, así que nos juntamos dos veces al año a prepararnos para el mundial, con todas las expectativas de poder clasificar.
¿Tenés cábalas antes de subir a competir?
-Antes de subir a competir no tengo ninguna cábala precisa, pero hay cosas que son varias instancias de una competencia. Empieza por la parte clasificatoria, después semifinal y final. Son tres rondas y hay cosas que empiezan a suceder que se vuelven cábalas porque mientras te va bien, después las querés repetir, pero ninguna en especial.

AMOR POR EL TANGO
-¿Cómo llegaste al tango?
-Y al tango llego en ese mismo año que empecé a bailar folklore. Siempre los fines de año después de las muestras anuales de los talleres a mí me agarraba mucha angustia. Se me terminaba todo de golpe. Ahí con la abuela Laura nació la idea de hacer un taller de verano. Gracias a ella yo conocía el tango: cuando en la radio pasaban un tango ella se encargaba de señalarme que eso era tango y de qué forma se baila. Y a mí, sinceramente, todo lo que eran las letras yo les asociaba al romanticismo o a las letras de amor. ¡Además se baila abrazados! Era todo sobre el amor para mí.
-¿Te sentís dividida entre ambos géneros o hay uno que prevalezca sobre el otro?
-Y era muy difícil a los cinco años encontrar a un profesor que me quiera dar clases de tango. En su momento era algo más de adultos, y la verdad que la idea era principalmente decirme que no me podían enseñar a bailar porque no me lo iba a tomar en serio. Hasta que un compañero con el que yo bailaba folklore se entera de un de un taller de tango en el camping municipal de Santo Tomé, un taller de verano. Ahí me encuentro con Jorge Fontanetto, que fue mi maestro. El me enseñó a bailar tango y desde ese momento no lo dejé nunca más.
Si bien son distintos un género del otro son nuestras tradiciones, así que en ese sentido yo no me siento dividida por uno u otro, sino que siento que uno me hace crecer con el otro.
Y ahí es donde es mayor aún mi compromiso con la danza y con el arte, desde que tengo mi grupo coreográfico. Porque ya no se trata de bailar yo sola, de mi forma de expresión, sino de buscar de qué forma potenciar a cada uno de mis alumnos y hacerlos disfrutar del arte, o hacer que encuentre en su forma de canalizar su arte. Somos un grupo heterogéneo en todos los sentidos: tenemos todas las edades y todos sumamos desde el lugar donde estamos. Es un grupo muy lindo, realmente me siento muy feliz.
-Contanos sobre Cosquín, ¿cómo te preparás para esto?
-Cosquín es ese escenario que no lo iguala ningún otro escenario. Realmente la magia que tiene ese lugar era algo que yo quería que los chicos del grupo puedan conocer, así que lo vivimos con muchísima ilusión. El cuadro que vamos a llevar -cuadro es la obra, la pieza coreográfica- cuenta busca contar la historia del tango desde su origen negro hasta el tango que nos representa hoy en el mundo.

GRACIAS A LA VIDA
«Vos sabes que si no fuera por mis alumnos estas cosas no me pasarían a mí», cuenta Laura y es clara la emoción con que lo dice. «Ellos son los que están ‘dale Lau, activá el Instagram, publicá esto´’.
«Hubo un tiempo en el que no bailé. Dejé de poner la danza en primer lugar y tuvo que ver con mi carrera de psicología y otros proyectos. Pero la primera vez que volví a la milonga después de seis años fue algo que no te puedo explicar. La sensación que sentí de decir yo acá pertenezco. Acá realmente me siento bien, en definitiva era alimentar mi espíritu. Soy además una agradecida de la vida. Perdí a mis padres siendo muy muy chica y tuve referentes que me mantuvieron siempre mirando y apuntalándome como para que yo no me desvíe de mis sueños. Son personas mágicas».
«Hoy por hoy tener el espacio qué tengo en el tango y el folklore también se lo debo a mi marido, porque realmente él le da para adelante. ´Él es que cree en mi y me dice ‘lo vas a poder hacer’. Si no tuviera el compañero y la familia que tengo, mis hermanos, mis suegros y en primer lugar mi marido y mis hijos, nada sería posible», concluye conmovida y sincera.
Galardones y reconocimientos
«Este mismo cuadro que llevamos a Cosquín nos representó en Atlanta, Estados Unidos. Fue declarado de interés por el Concejo Municipal. Fue algo muy lindo para nosotros, realmente nos llenó de energía.