Es necesario dejar a un lado su traje de Mujer Maravilla todopoderosa y aprender a delegar, a recibir ayuda, compartir, repartir y dividir las tareas del hogar, educación, atención y cuidado de los niños.
Textos. Nadia Novillo.
El 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer en conmemoración a las numerosas luchas de las obreras por conseguir mejores condiciones laborales de las mujeres, esta fecha particularmente recuerda la muerte de 146 trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado en represalia a sus huelgas y reclamos.
Actualmente las mujeres siguen en la pelea por el reconocimiento y la igualdad de derechos y oportunidades que los varones.
Lo cierto es que este día suelen ser agasajadas con flores, bombones, invitaciones especiales y muchas de ellas eligen festejarlo con un encuentro o salida entre amigas o compañeras de trabajo. Otras en cambio lo toman como un día para ellas donde se miman y permiten algunos gustos postergados.
En un contexto cotidiano me pregunto y les pregunto a cada una de las mujeres qué les falta, qué necesitan, qué quieren, qué desean. La respuesta en forma unánime es “tiempo”.
Así es, a la gran mayoría de las mujeres no les alcanza el tiempo, les falta tiempo, quieren más tiempo, necesitan más tiempo, desean que el día tenga el doble de horas.
Ocurre que a las mujeres se las sobreexige y demanda con muchas tareas, son múltiples sus roles y responsabilidades, Ellas son esposas, madres, hijas, trabajadoras, emprendedoras, empresarias, amas de casa, mamás delegadas en el colegio de los chicos… todos la requieren y necesitan. Es una realidad también a ellas les cuesta delegar y les pesa decir que no.
La mujer siente que vive a las corridas, siempre apurada, a mil, a full, haciendo varias cosas a la vez, con preocupaciones y ocupaciones, con cuestiones pendientes. Pasan los días y no es posible resolver todo, hay cuestiones que se van postergando.
Cuantas veces escuchamos de ellas típicas expresiones como “me olvidé”, “no llegué”, “no pude”, “ya lo voy a hacer”, “no se dónde lo deje”, “no lo encuentro”, “perdí un turno”. O viven situaciones en las que se necesita algo en casa y descubren que no hay más, que se terminó, o se descubren intereses acumulados por facturas vencidas y pagadas fuera de termino, se dan cuenta a la madrugada de que ya no quedan pañales o leche, se suben al auto y ven la luz roja que marca que no queda combustible, o salen de la casa y ven que el teléfono celular no tiene batería.
Todo esto genera sensación de desborde, desorden y caos. Llegar tarde, olvidarse de cosas, correr todo el día… estresa, frustra, agota, provoca malestar y hasta llena de culpa, incluso por las noches en las que no se consigue un buen descanso.
Estas cuestiones se pueden revertir, acomodar y mejorar si comenzamos a ordenar y organizar prioridades y, básicamente, nuestras propias vidas.
Debemos establecer criterios de orden y organización no solo en nuestro hogar y lugar de trabajo sino también en la dinámica y logística de nuestra vida personal, familiar y laboral.
Debemos implementar rutinas y hábitos, planificar, planear. Todo lo que podamos resolver con antelación nos facilitará y simplificará el día a día, nos permitirá vivir de manera más eficiente y productiva.
Debemos programar la semana, hacer listas de compras, de menús, de tareas. Usar planners con los horarios de actividades, citas y reuniones, son recursos de gran utilidad, sobre todo cuando tenemos tantos compromisos laborales, eventos y encuentros.
Las check list son grandes aliadas que actúan como una ayuda memoria y recordatorio, es aconsejable ir escribiendo en papel o notas digitales todo lo que ronda y da vueltas en nuestra cabeza, de ese modo nos liberarnos de esa carga, preocupación y el temor de olvidarnos.
Es necesario que la mujer deje a un lado su traje de Mujer Maravilla todopoderosa y aprenda a delegar, a recibir ayuda, compartir, repartir y dividir las tareas del hogar, educación, atención y cuidado de los niños.
La pareja y la familia deben funcionar como un equipo donde todos colaboran y cooperan, aunque pueda parecer una obviedad. Si ponemos en práctica alguna técnicas sencillas y efectivas de organización, podemos lograr un estilo de vida más relajado y descontracturado. Realmente es a partir de objetivos simples, asumibles y reales donde vamos a notar los cambios y la posibilidad de disfrutar a pleno nuestro día a día, tanto de la jornada laboral como de nuestro tiempo de ocio, descanso y goce personal.
Como mujer me autodefino “libre, linda, y loca” utilizando cada una de estas palabras en el mejor de sus sentidos y alzo mi voz para decir:
Así me conociste, así te enamoraste, no quieras cambiarme.
Digo lo que pienso.
Digo lo que siento.
Amo con locura.
Vivo intensamente.
Voy tras mi sueños.
Me visto como me gusta y tengo ganas.
Río, bailó, canto, salgo con amigas, disfrutó.
No quieras cortar mis alas, déjame ser libre y volar.
Todo lo que necesito es amor.
Siempre estaré allí donde el corazón me lleve y huiré de todo lugar donde no sea feliz.
Soy agradecida y vivo cada día con alegría y optimismo, feliz con lo que soy, con lo que tengo y lo que hago.
Mi lugar en el mundo es mi hogar, mi hogar es mi reino, me encanta ser la reina, alma y alegría del hogar.
Feliz día para todas nosotras, mujeres emprendedoras, mujeres soñadoras, mujeres trabajadoras, mujeres luchadoras, mujeres valientes, mujeres aventureras, mujeres que no se rinden, mujeres que no se callan, mujeres que siempre van por más.
Mujeres que son la fuente de amor que mueve el mundo… abuela, mamá, hija, hermana, tía, sobrina, madrina, ahijada, prima, amiga, suegra, cuñada, compañera, colega, vecina, clienta, seguidora, lectora.