Los cambios bruscos de temperatura y sus efectos


Las alteraciones climáticas repentinas pueden afectar la salud de distintas formas. Especialistas presentan algunas recomendaciones para fortalecerse y protegerse.

Textos. Revista Nosotros. Fuente. Prensa Crescenti.

En los últimos días experimentamos temperaturas elevadas para esta época del año, llegando a los 25 grados de sensación térmica en pleno invierno. A las variaciones normales del clima, hay que sumar los cambios que se encuentran en exteriores e interiores, debido a la utilización de la calefacción. Todos estos desajustes térmicos pueden impactar gravemente sobre el organismo. ¿Qué consecuencias tienen para la salud?

Es importante destacar que los cambios de temperatura en sí no provocan enfermedades víricas o bacterianas, sino que debilitan a nuestro organismo y nos hacen más propensos a padecerlas. Tanto las temperaturas altas como las bajas ejercen un efecto sobre nuestra salud y son determinantes en el centro termorregulador corporal, ejerciendo un efecto adverso en algunas de nuestras funciones fisiológicas, e incluso, modificando el poder de nuestras defensas.

Por ejemplo, las temperaturas extremas de la calefacción favorecen la transmisión y contagio de gérmenes y se identifican varios síntomas o patologías asociados a la calidad y la temperatura del aire dentro de los hogares: sequedad, picazón, lagrimeo y enrojecimiento ocular, congestión y goteo nasal, estornudos, resfriado, dolor de garganta, asma, rinitis, tos seca, bronquitis, dolor de cabeza, somnolencia, letargo, irritabilidad, ansiedad, náuseas, mareos, exceso de sudoración, etc.

En estos ajustes, el sistema inmunológico cumplirá un rol fundamental debido a que es el encargado de defender al organismo ante bacterias y virus. A través de una reacción organizada, el cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos que lo invaden. Un sistema inmunológico débil o menos activo de lo normal nos convertirá en un blanco fácil para contraer infecciones bacterianas o virales a repetición, e incluso enfermedades más severas. Reforzarlo y estimularlo ayudará a prevenir una gran cantidad de patologías. 

Recomendaciones para protegernos de los cambios de temperatura:

– No esperar a tener sed para hidratarse, beber más agua de lo habitual y evitar las bebidas alcohólicas o muy dulces. 

– Evitar comidas abundantes.

– No exponerse al sol sin protección de filtro solar y realizarlo en los horarios recomendados para evitar daños en la piel.

– Estar preparados para un eventual cambio brusco de temperatura. Llevar siempre un abrigo liviano.

– Lavarse las manos es una de las mejores maneras de evitar enfermarse, eliminar los microbios y prevenir transmitirlos a otras personas. 

– Mantener los filtros de los aparatos de los aires acondicionados frío/calor y calefacciones limpios.

– Evitar los cambios bruscos y frecuentes de temperatura para permitir que el organismo se adapte gradualmente.

– Consultar al médico en caso de síntomas importantes o persistentes.

11 preguntas para conocer el estado de tu sistema inmune

– ¿Estás en peso? Debemos tener un peso sano y adecuado según nuestra edad y altura. Estar por sobre nuestro peso ideal es peligroso para nuestra salud y nos pone en riesgo de sufrir enfermedades coronarias, colesterol o diabetes, entre muchas otras. También es riesgoso estar por debajo del peso ideal y puede acarrear otra serie de patologías.

– ¿Controlás tu ingesta de alcohol? El consumo elevado de alcohol puede llevar al cuerpo a sufrir un proceso de inmunodeficiencia, ya que éste inhibe al sistema inmune. Además deriva en problemas de sueño y afecta a las hormonas, así como genera un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

– ¿Cuánto café tomás al día? Tomar un café al día no es malo. El problema es la ingesta excesiva. El café causa deshidratación y mina el sistema inmunológico.

– ¿Fumás? El tabaco debilita el sistema inmune y provoca mayor riesgo de padecer enfermedades respiratorias y de corazón e interfiere en los niveles de oxígeno que llega a cada parte de nuestro cuerpo.

– ¿Consumís drogas? Cualquier tipo de droga, pero sobre todo si se trata de drogas duras, eleva las probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares, asma e infecciones o enfermedades debido a que las drogas tienen un efecto inmunodepresor muy peligroso.

– ¿Hacés deporte? Es evidente que el ejercicio tiene un efecto magnífico en nuestro sistema inmune. Se recomienda realizar al menos tres horas de deporte a la semana.

– ¿Tenés las vacunas al día? Estar vacunado mantendrá tu sistema inmune a salvo de ataques que podrían desencadenar una infección o una enfermedad grave.

– ¿Cuántas veces te resfrías en un año? Los resfríos son un buen termómetro de la salud de nuestro sistema inmunológico. Si nos resfriamos a menudo puede ser una señal de que tenemos un sistema inmune un tanto debilitado y debemos ponernos manos a la obra para remediarlo.

– ¿Tomás medicamentos de forma habitual? Hay medicamentos que son inmunodepresores o que pueden tener efectos secundarios importantes que agraven nuestra salud. Debemos tenerlo en cuenta.

– ¿Cuántas horas dormís? Es sabido que el sueño es una pieza fundamental para construir un sistema inmunológico sano, por lo que si no dormimos las horas suficientes es posible que estemos perjudicándolo sin darnos cuenta.

– ¿Te alimentás bien? ¿Consumís fruta y verdura a diario? ¿Bebés al menos dos litros de agua? ¿Comés pescado y carne por igual? ¿Legumbres y semillas? ¿Alejás de tu mesa grasas, fritos y azúcares refinados? Si es así, estás ayudando a su cuerpo a tener un sistema inmune fuerte.

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