Los museos y la «nueva normalidad»


Los directores de los principales museos del país destacan lo inusual de la creación, por primera vez en la historia argentina, de una red federal que los agrupa con el objetivo de debatir su rol pospandemia.

Los directores de los principales museos del país destacan lo inusual de la creación, por primera vez en la historia argentina, de una red federal que los aglutina -alentada en gran parte por la virtualidad-, coinciden en que son los espacios que con mayor rapidez se adaptarán a la llamada «nueva normalidad» y anticipan que no sufrirán cambios sus respectivas programaciones.

Desde hace meses, con el comienzo de la cuarentena, se vienen dando debates online, en el mundo del arte local e internacional, acerca las complejidades del sector: la preocupante precarización laboral de sus trabajadores, la suspensión de ferias presenciales y especialmente el rol de los museos pospandemia o, como algunos han dicho, su «resurrección», dando por sentado que ya no podrán atraer a grandes multitudes.

Rápida de reflejos, la nueva Red Argentina de Museos y Espacios de Arte, RAME, se presentó hace pocos días en sociedad con el lanzamiento de un minucioso protocolo sanitario, a modo de guía pospandemia, que cada institución del país podrá adoptar luego a su propia realidad; lo que abre paso a dialogar acerca de lo que efectivamente se podrá ver dentro de los museos, más allá de los tarros de alcohol en gel o las marcas en el suelo para mantener la distancia.

«El programa de Fundación Proa seguirá igual, su misión y objetivo es el mismo. Creo que hay que seguir trabajando de la misma manera. La pandemia es un coma inducido pero no es un cambio radical. No es que ‘tenés un sistema de organización que no va más’. Si el día de mañana traer a Malevich te sale cuatro veces más, rediseñaré una estrategia pero ¡no voy a dejar de traerlo! Lo que no se sabe es qué va a pasar con el préstamo de obras. Hay que empezar a pensar en eso», advierte Adriana Rosenberg, directora de la fundación con sede en La Boca, una de las instituciones fundadoras de la red junto al Museo Nacional de Bellas Artes, Malba y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

«Un museo tiene que ser permeable al contexto donde vive pero no puede ser funcional. Hacer una muestra sobre la pandemia me parece, además de oportunista, de una gran pereza intelectual. Lo que va a pasar es que la experiencia de la cuarentena va a cambiar la percepción de las obras clásicas, van a sufrir una metamorfosis y las veremos con otros ojos porque nosotros ya no somos los mismos. Las obras se van a cargar de la realidad que nos tocó vivir», opina Andrés Duprat, al frente del Museo de Bellas Artes.

Para Gabriela Rangel, directora del Malba, lo que sí va a cambiar es «el diseño de una exposición en relación al cuerpo en el espacio; en cómo vas a presentar la obra «algo que antes nunca se pensaba- pero da lo mismo si es una muestra monográfica, temática o colectiva; el diseño de la exposición estará en función del cuerpo», insiste.

Sin la urgencia de pensar en reabrir, Duprat señala que «los museos son las instituciones que se verán menos afectadas en su mecánica habitual. Son espacios amplios, seguros, de contemplación y calma, con recorridos de circulación establecidos que permiten tener una experiencia sensible y creo que eso proporciona su supervivencia. Van a ser casi como islas dentro de la ciudad».

Para Rangel, directora de la institución que cumplirá veinte años en 2021, «es un momento muy especial y tenemos que ser pacientes, en el doble sentido de la palabra; hay que darle tiempo a esta crisis. Nadie tiene la bola de cristal ni sabe qué va a pasar después de la pandemia y hasta que no esté controlado el virus, la circulación de los museo será reglamentada, pero en cuanto a las medidas epidemiológicas no habrá ningún peligro en visitar un museo».

El Museo de Arte Moderno suele recibir cada año 300.000 personas pero desde el comienzo de la pandemia, con el cierre del edificio, las redes recibieron tres millones de visitas en dos meses.

«Este tiempo nos permitió dar visibilidad en la web a todo el trabajo social que venimos realizando no solo con la comunidad artística, sino también con escuelas, hospitales, geriátricos, organizaciones sociales, institutos de menores, adultos mayores y otros tantos. Ahora por ejemplo estamos pensando cómo serán las visitas de los niños: antes recibíamos 120 alumnos por turno; pienso que ahora vamos a poder recibir 30 niños por turno, divididos en grupos de 7 u 8 alumnos», especifica Noorthoorn.

Los programas educativos y públicos, así como las estrategias para atraer nuevos públicos, quedarán para una instancia posterior: «Es lo que más va a tener que esperar porque implica reunión de gente, pero la visita individual al museo no será nada complicada manteniendo las normas sanitarias», concluye Duprat.

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