Los reyes de la casa


No existe nada mejor para celebrar el Día del Animal que contar al mundo historias maravillosas sobre indefensas criaturas que fueron salvadas de situaciones trágicas para vivir en la felicidad.

 

Textos. Soledad Vittori y Romina Santopietro.

 

Una breve encuesta entre compañeros y familiares de la redacción reveló que muchas personas de nuestro entorno cercano tienen rescataditos, encontraditos, malcriaditos, regaladitos… ¡Pura raza perruna o gatuna! Y todos coinciden en lo mismo, son los reyes de la casa.

 

En esta fecha tan especial la gente suele publicar fotos de sus mascotas para relatar anécdotas maravillosas o frases especiales. Revista Nosotros también se sumó a la idea de narrar historias y eligió la de cinco perros rescatados de situaciones penosas que pasaron a formar parte de un seno familiar lleno de amor y contención.

Ellos no piden nada a cambio, salvo cariño. Da igual que la persona que lo adopte sea joven o viejo, alto o bajo, flaco o gordo, los animales aceptan a sus dueños tal y como son. Invaden su espacio personal sólo para poder estar más cerca de ellos. Los echan de menos cuando se van lejos y les dan una afectuosa bienvenida cuando vuelven a casa.

Incluso en el peor día, con sólo mirar su rostro logran disipar el mal humor y hasta sacar una sonrisa. Están dispuestos a abrazarte en cualquier momento y a reconfortarte cuando la tristeza gana terreno. Su lealtad es sencillamente incomparable.

Ante este panorama, presentamos los relatos en primera persona de tres dueños de estos animales: Vanesa Gurdulich, Nélida Malisani y Danilo Chiapello; quienes con un gesto enorme abrieron sus corazones le dieron sentido a la vida de estas criaturas.

Zulema

No puedo contarte cuántos años tiene, pero su boca sin un solo diente me muestra que son muchos. No puedo contarte cuántas veces tuvo cría o dónde nació, pero si puedo decirte que ella sin saber quién era yo… me esperó.
Voy a contarles una intimidad, hace tiempo que no voy al baño sola. Basta con que abra una canilla para que ella esté ahí, pidiendo entrar para pasar un rato solas. Con nueve salvajes dando vueltas por la casa es difícil encontrar nuestro momento, y ella lo halló.
Rasca la puerta y se sienta… se sienta a escuchar su historia, que a pesar de que no la sé, se la invento cada día. Le hago saber que ella fue la más inteligente de todo el refugio porque se hizo la enferma terminal para salir de ahí.
Cuando en el refugio notaron que estaba mal, la internaron en la veterinaria donde también se encontraban otros perritos. Allí estuvo un tiempo en recuperación hasta que un día la encontraron toda lastimada. Aparentemente hubo una pelea entre caniles y ella fue la víctima. Como solo tiene unas muelitas, no se pudo defender. Fue ahí, cuando decidí traerla a casa. Llegó con cánulas a pasar su último tiempo, pero el amor no sólo cura sino que rejuvenece. Hoy ella juega, ladra, muerde…es una perra plenamente feliz. Es por ello que insisto en adoptar viejitos.
Ahora me pregunto ¿Por qué cuando fui al refugio no la vi? Seguramente el tiempo y el amor de ellos te enseña a mirarlos a los ojos. A sentir en su mirada que están ahí justamente para vos.
Les deseo que encuentren esa mirada, que no es cualquiera, es esa, la que es para vos, la que te está esperando. Ojalá, de todo corazón, se crucen con una Zulema, y después si, hablamos de amor.

Vanesa Gurdulich

Moli

El amor de mi vida. El que me destruye la casa, las plantas y todo lo que se cruza por su camino. Especialista en aullar a las siete de la mañana para despertar a todo el barrio. Él se llama como mi papá, cómo no amarlo tanto. Moli fue rescatado de cachorrito. Lo dejaron abandonado con la mandíbula fracturada en pleno barrio Centenario. El perro con los ojos más bellos que vi en mi vida llegó a la veterinaria en estado crítico y fue operado de urgencia. Allí fue cuando, en una de mis tantas visitas al establecimiento, lo conocí. Estaba entre todos los grandotes, con su tutor en la boca, buscando una caricia.
Moli necesitaba a alguien que lo ayudara en su recuperación, debía comer con jeringa y tomar una infinidad de medicamentos. Llegó a casa para estar en transito y fue imposible dejarlo ir. No pasaron muchos meses hasta que le descubrieron un problema en la vesícula, así que ahí fue de nuevo. Se la tuvieron que sacar. Todo esto lo fue transformando en el más malcriado y consentido de la casa. Pero no quedó ahí, hace un tiempo empezó a desmejorar y lo tuvieron que estudiar. Gracias a Dios tiene a la mejor veterinaria, que es Anahí. Fue ella quien descubrió que tiene cirrosis hepático. Hice mal en investigar en Google porque descubrí que la enfermedad tiene corta vida. Lloré mucho, hasta que entendí que él llegó hasta acá gracias a nosotros, a nuestros cuidados y a nuestro amor. Hoy mi bello Moli toma 11 pastillas por día y está muy bien. Él vivirá de la mejor manera, con la dosis de amor más grande que alguien se pueda imaginar hasta que Dios decida que necesita otro ángel.
Muchas veces me repito para qué agarro tantos perros con problemas si después sufro, y entiendo que no soy yo la que los salva, son ellos los que nos salvan a nosotros. Ellos nos enseñan el amor verdadero.
Mi pequeño Moli aun tiene tiempo de seguir destruyendo todo lo que encuentre a su alcance. Agradezco a Dios que me haya puesto en su camino, agradezco cada noche que me abraza para dormir. Él es nuestro demonio, con ojitos de ángel.

Vanesa Gurdulich

Pancho

Mi casa está pegada a la ciclovía, un día llegué de trabajar al mediodía y vi un perrito atado en un árbol, pensé que alguien estaba paseando a otro perro y lo dejó atado para que no se peleen. A la media hora volví a salir y vi que seguía amarrado. Empecé a mirar para todos lados y no había a nadie. Me quedé un largo rato así hasta que me di cuenta que no lo vendrían a buscar. Lo habían abandonado y atado con una cámara de bicicleta en el cuello, al pie del árbol. Estaba lleno de garrapatas por todos lados, principalmente en sus orejas y patitas. Sumado a esto, se notaba su mala alimentación, estaba muy flaco. Lo rescatamos con mi familia. Nos encargamos de desparasitarlo, de cuidarlo y de darle contención. La idea era que esté en tránsito pero finalmente nos encariñamos tanto que se terminó quedando en casa.
Somos familia de tránsito para muchos animales rescatados. Comencé ayudando por Facebook a compartir publicaciones de pedidos de ayuda hasta que con grupo de chicas nos pusimos en contacto para salvar a estas criaturas indefensas. Empezamos a trabajar con las veterinarias para pedirles medicamentos con los cuales podíamos curarlos y ahí arranqué con el hogar transitorio. Entre todas nos íbamos turnando de casa y tratábamos de ubicarlos. Los teníamos unos días, los cuidábamos y les conseguíamos un hogar decente. Así como rescate a Pancho, que hoy tiene 1 año y medio, también adoptamos a Bolt unos años antes.

Nélida Malisani

Bolt

La historia de Bolt es más común y menos calamitosa que la de Pancho. Fui a realizar un reemplazo al comedor de una escuela en Laguna Paiva y uno de los chicos del comedero tenía una perrita callejera que había tenido crías. Cuando termina de comer, el pequeño me busca y me pregunta si no quería uno de los cachorros. Yo no sabía cómo hacer para llevarlo porque tenía que volver en colectivo. No obstante, el niño se encargó de conseguirme una cajita para poder llevarla. La idea era ser un hogar de tránsito hasta conseguirle una familia, porque nosotros ya teníamos perros. Pero finalmente nos encariñamos y terminó quedándose en casa. Hoy en día es la perra más cariñosa de todas.

Nélida Malisani

Renata

Cuánto tiempo ha pasado desde aquella tarde fría y de lluvia cuando la encontré abandonada en Santo Tomé hasta hoy. Recuerdo su cuerpito frágil, temblando por el hambre y el desamparo. Y en medio de ese cuadro su mirada… inmensa de ternura y suplicando ayuda.
Ya instalada en su nuevo hogar recibió a modo de bienvenida un cálido baño que, ni bien terminado, dejó caer una “lluvia” de pulgas. Luego una exquisita comida. Y finalmente el mullido colchoncito preparado para su descanso.
Después vino el tiempo de las travesuras… de todos los tamaños y colores, que dejaron un sinfín de anécdotas familiares. Desde entonces hasta hoy es la reina de la casa. Reinado que comparte con su misteriosa compañera de ruta… la gata Kimi.

Danilo Chiapello

Tamayo y Monita.

 

Cuidados iniciales para cachorritos

 

Todas estas historias se inician con cachorros abandonados que son rescatados por quienes esperan poder darles una oportunidad. Nosotros le preguntamos a la Dra. Amparo Aparicio, médica veterinaria, acerca de los cuidados iniciales que necesitan los cachorritos encontrados.

“Lamentablemente, es común encontrar animalitos abandonados con muy pocos días de nacidos, que a veces ni siquiera han abierto los ojos. En principio debemos revisarlos, para ver en qué estado están. Si no hay una veterinaria cercana o de urgencia, lo primero que hay que hacer es si están mojados, secarlos, y darles calor. Ponerlos en una cajita con un trapito o diarios, algo que le ayude a mantener temperatura. Después tratar de darles de comer. En este caso, hay una leche que se puede preparar de forma casera que se asemeja mucho a la comercial:

900 ml de leche entera de vaca,

80 ml de crema de leche (40 % de grasa)

y 1 yema de huevo.

Y con un gotero los alimentamos cada dos horas. Hay que tenerlos en un lugar cálido, los cachorros siempre tienen la temperatura más baja, así que esto es importante. Higienizarlos, bañarlos si están sucios o con pulgas también es importante. Darles un baño con agua tibia y secarlos muy bien al terminar. Si hay pulguitas vienen talcos y shampúes veterinarios para combatirlas. Recordemos que las pipetas no pueden utilizarse en animales tan pequeños. Hay casos donde ya vienen con sarna. El tratamiento hay que iniciarlo lo antes posible, porque la sarna le baja mucho las defensas. Y finalmente es muy importante el plan sanitario de desparacitación y vacunas. En el caso de los gatitos a los 60 días se comienza con las primeras vacunas. Y para los perritos, a los 45 días. Se pueden dar en adopción a partir de que el cachorro ya come solo. Esto es lo que tiene que tener en cuenta la persona que los rescata”, enumera la Dra. Aparicio.

 

“También es muy importante en el caso de los perritos, aislarlos y no sacarlos a la calle o ponerlos en contacto con otros perros antes de las primeras tres vacunas. Las enfermedades infecciosas son muy peligrosas para los perros: el parvovirus y el moquillo son realmente nocivos”, explica. “Si ya hay otro perro en el domicilio, es muy importante que el animal adulto tenga el plan sanitario al día”.

Gracielita en funciones.

En su veterinaria conviven tres rescataditos felinos: Gregorio, el primero en llegar, un majestuoso gato negro. Gracielita es la minina enfermera. Desde que llegó -a los 5 días de vida- “era la más chiquita de todos, pero la más terrible”-, acompaña a los pacientes internados ronroneándoles para confortarlos. También se roba la comida de los internaditos, en parte de pago. Hace poco llegó Teresa, herida en una patita, y quien todavía se está adaptando. También viene a trabajar todos los días Tamayo, rescatada por Amparo en Esperanza, cuando estudiaba Veterinaria. Ella no participó de la entrevista porque estaba pedigüeñando almuerzo. Parte del staff perruno de la vete es Monita, otra perrita rescatada.

Gregorio y Gracielita.

Desde la veterinaria tratan de ubicar gatitos rescatados, con muy buena tasa de adopción. “Una camada nos llegó de tres días, así que con mi socia, Virginia -Kruger, también médica veterinaria- nos los llevábamos una noche cada una para alimentarlos, porque al ser tan chiquitos comen cada dos o tres horas. Justo unos clientes trajeron a su gata que se les había escapado antes de castrarla, así que nos trajeron a las gata con los gatitos para ver si los ayudábamos a conseguirles familias. Como sus propios gatitos ya estaban grandes, les pedí que se llevaran a los abandonaditos para que la gata sea su nodriza. Aceptaron y la gata los aceptó sin problemas. Casi diez días los amamantó y los trató como propios. Gracias a eso se salvaron, porque eran muy chiquitos cuando los rescatamos. ¡Y los ubicamos a todos! A los propios y a los rescatados”, cierra con una gran sonrisa.

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