Los secretos detrás del lenguaje de los astros


El autoconocimiento, privilegio de unos pocos, se expande como una necesidad colectiva. Y es aquí donde una nueva astrología encuentra lugar: un estudio para el desarrollo de la consciencia.

Textos. Soledad Vittori.

Al ver cualquier carta natal, nos encontramos con los símbolos referentes a los planetas del sistema solar, y dependiendo el instante de tiempo a que corresponda esa carta, veremos los planetas ubicados cada uno en un signo determinado.

Para entender la carta natal es importante comprender que existen tres factores que nos integran. El signo solar (el que uno ve en el horóscopo), el signo lunar y el ascendente. Es común que una persona se guíe solamente por el signo solar sin tener en cuenta que otros signos nos influyen con igual fuerza.

Signo solar: Aquí nos referimos al signo en el cual se encontraba el sol al momento de nacer. Según los astrólogos es el encargado de determinar nuestras características y sentimientos más reales. El signo solar representa nuestra esencia.

Signo lunar: El signo lunar, al igual que el sol, refleja donde se encontraba la luna al momento de nacer. Para los astrólogos, este signo tiene que ver con las emociones y la sensibilidad. Más concretamente, con lo la forma en la que expresamos nuestros sentimientos. El signo lunar determina la forma en la que sentimos.

Signo ascendente: Aquí hay que pensar que los seres humanos no siempre son como se muestran. Antes explicamos que el signo solar es lo que somos, pero aquí el ascendente es el que se aparenta ser.

El ascendente, contrario al signo solar, tiene que ver con nuestra realidad exterior. Es la forma en cómo los demás nos perciben. Es la máscara que usamos a la hora de interactuar con otras personas.

Sin entrar en detalles de las características propias de cada signo del zodiaco, puesto que son muy populares gracias a los horóscopos, diremos que el Sol y la Luna son planetas que se consideran factores de mayor peso en cualquier carta natal. Luego, siguen en importancia Mercurio, Venus y Marte. Y, Más tarde, Júpiter y Saturno (también llamados planetas sociales) para encontrar finalmente los transpersonales: Urano, Neptuno y Plutón.

LOS PLANETAS

Al ver cualquier carta natal, nos encontramos con los símbolos referentes a los planetas del sistema solar, y dependiendo el instante de tiempo a que corresponda esa carta, veremos los planetas ubicados cada uno en un signo determinado. Ahora bien, podemos diferenciar los mismos en personales y transpersonales.

El Sol y la Luna son conocidos bajo el nombre de luminarias y son factores de peso en cualquier carta natal. Siguen en importancia Mercurio, Venus y Marte. Luego Júpiter y Saturno, a veces también llamados «planetas sociales» y finalmente los transpersonales: Urano, Neptuno y Plutón.

Los planetas personales son aquellos que, durante la vida de una persona, ciclan al menos una vez. Decir que un planeta cicla es decir que vuelve a la misma posición en que estaba al momento de nuestro nacimiento, es decir, en nuestra carta natal. Y que por lo tanto influye más en nuestra personalidad. Los planetas que ciclen más rápido serán los más personales, y los que ciclen más lento, los menos.

No llegamos a vivir el retorno de planetas como Urano, Neptuno o Plutón. Esto puede leerse como que no llegamos a comprender de forma personal, profunda y experiencial a estas funciones que, sin embargo, tienen lugar en nuestra naturaleza interior. Estos son entonces los planetas transpersonales, ellos exceden las dimensiones de nuestra personalidad y nos enlazan con realidades más complejas.

MERCURIO: La función de Mercurio es mover información en el sistema. Requiere que el mensaje sea codificado. Todo medio de comunicación está regido por Mercurio. Su énfasis está en conectar ideas, personas y contextos.

MARTE: Marte trabaja con su energía. No es generación de energía, pero sí su uso para el movimiento. Se encarga de la direccionalidad. Al elegir un camino de entre los posibles, se está asumiendo que otros no tendrán lugar. La función de Marte será concentrar la energía sobre ciertos puntos para generar allí cierto desplazamiento. Su objetivo es direccionar esa energía para romper ese equilibrio preexistente y generar una reorganización.

VENUS: La función de Venus es equilibrar el sistema, compensarlo. Devolverlo a estado de equilibrio que por su naturaleza no es estático, sino dinámico; un equilibrio que constantemente necesita ser revisado para ver algún ajuste necesario.

Para cumplir su tarea, esta función requiere una visión total del sistema. Al revés que Marte, Venus no puede tener su atención puesta en un objetivo particular, pues su tarea es siempre compensar. Entonces, necesita poder percibir al sistema en su totalidad. La actitud venusina es profundamente de escucha, de receptividad y de sensibilidad. Sobre todo, Venus es sensible a los desequilibrios que Marte genera, al punto que una función no es sin la otra. Venus y Marte son así llamadas funciones complementarias.

JÚPITER: La función de Júpiter es la distribución de recursos en el sistema. Es un principio de igualdad. Este planeta conoce la totalidad de los recursos disponibles y sabe que si algún componente del sistema tiene menos recursos de los que precisa para funcionar, algún otro componente debe estar acaparando más. Lo que se debe comprender de Júpiter es esta sensación de cambio de orden: donde se enlaza a cada componente con el sistema del cual forma parte.

EL SOL: Su función es manifestar. Esto asume el implícito de que hay algo inmanifiesto, algo que precisa ser mostrado, ser expuesto. De esta forma, esta función se interesa por el despliegue de potencialidades que se encuentran en estado latente. El Sol alinea a la persona con la creatividad propia. Actúa allí donde hay algo a la espera de ser mostrado.

LA LUNA: La Luna y Saturno son dos funciones complementarias y su rol es conservar. Ambas definen un mecanismo de conservación que da soporte al crecimiento necesario del sistema. Ambas definen un mecanismo de aprendizaje que todos portamos y cuya finalidad principal es aprender a sobrevivir.

Supongamos que se percibe un estímulo que es interpretado como peligroso. Junto al estímulo aparece una emoción (miedo, ira, angustia), y junto con ella una sensación en el cuerpo físico (un dolor en el estómago, una punzada, etc.), y estos tres: estímulo, emoción y sensación son grabados en la memoria: la Luna. Así, poco a poco vemos que la función lunar actúa además de sensitivamente, como un almacén de experiencias vitales, cada una con su emoción y sensación asociada.

En algunos libros de astrología se habla de la Luna como el «mundo emocional». Desde esta perspectiva, la luna es sensitiva y la emoción es un recurso a fines de reforzar aquello que necesita ser aprendido porque es visto como crítico para la supervivencia. Nuestra memoria se convierte en nuestra historia. Y nuestra historia en nuestra identidad.

SATURNO: Este mecanismo de supervivencia descansa sobre la generalización. Nunca una misma situación se vuelve a dar exactamente de la misma forma. Ejemplo: un perro muerde a un niño. Si cada estímulo fuese grabado con el máximo detalle, con todas sus particularidades contextuales, seguramente encontraríamos que ese estímulo jamás se repetirá exactamente en esa misma forma en el futuro. ¿Por qué entonces el niño al ver nuevamente un perro se asusta, se angustia y llora? A fines de sobrevivir, el mecanismo deduce ciertas reglas en base a la experiencia previa. Crea generalizaciones útiles para aplicar a una gran cantidad de posibles situaciones futuras.

URANO: Saturno es la frontera del sistema, y su función es conservar, podemos imaginar a esta como un mecanismo infalible en su tarea de deducir a partir de la información pasada, para garantizar la seguridad a futuro. Urano propone algo que la lógica de Saturno no comprende en absoluto: mostrará algo excepcionalmente creativo, algo que no se ha visto antes.

En ese sentido toda innovación, todo invento es regido por Urano; es la función a través de la cual emergen nuevos paradigmas. Toda persona muy uraniana tiene un pensamiento esencialmente lateral que no sigue las corrientes habituales y un deseo de contrastar lo establecido con lo novedoso. Así, estas personas son también esencialmente vanguardistas, están fácilmente en contacto con los nuevos modelos antes que con los ya arraigados.

NEPTUNO: Compromete al mecanismo saturnino en otra forma. Podemos concebir a Saturno como un experto que domina las leyes del plano en que se desenvuelve. Leyes precisas de causa y efecto. A medida que la función neptuniana actúa pondrá las cosas «poco claras».

La función de Neptuno es sensibilizar y esto implica ampliar la percepción para justamente hacerse sensible a otros flujos de información. Esto suele tener un correlato con la percepción extrasensorial, que puede ir simplemente desde el lenguaje no verbal hasta todo tipo de percepciones que comúnmente serían catalogadas de paranormales o místicas. Es aprender a dimensionar la información que se presenta a través de otros canales y que no puede ser fácilmente clasificada o analizada, lo cual fundamentalmente quiere decir moverse hacia un modo de procesar mucho más intuitivo. A su vez, esa percepción de la realidad pone a estas personas en contacto con lo espiritual, lo místico, lo inexplicable.

PLUTÓN: Es el turno ahora de que indaguemos en la función menos personal del zodíaco, es decir la más transpersonal. La función de este planeta es destruir formas.

La conformación de nuestra identidad puede verse como la construcción de una estructura psicológica que también presentará sus particularidades de rigidez o flexibilidad según sean los fenómenos que acontecen. Pero sabemos entonces que cuando la función de Plutón se activa, la sensación será la de presión que induce un quiebre a esta identidad. Esta consta siempre de dos fases: condensación y liberación. El colapso de formas arcaicas permite el surgimiento de nuevas formas más vitales, y ese proceso a nivel psicológico podemos llamarlo de sanación.

LAS CASAS

Casa 2: Arrancaremos el análisis en esta casa puesto que la 12 y la 1 están íntimamente relacionadas. La casa dos nos habla de experiencias de materialización. Al respecto se nos dice algo interesante: todo lo que traemos a este mundo material, es reflejo de nuestros valores internos. Qué valoramos internamente termina siendo a lo que asignamos valor externamente.

Casa 3: La Casa 3 nos habla de experiencias de aprendizaje. Tiene muchísimo que ver con el modo en que aprenden los niños pequeños en sus primeros años. Ese primer aprendizaje no es intelectual, sino que es experimental. Es prueba y error.

Casa 4: Las experiencias de esta casa son experiencias de hogar. Y esto se refiere no solo a nuestro hogar presente, sino también a nuestros hogares pasados y futuros. Es el entorno más íntimo y está relacionado con el entorno familiar que la persona vivía sobre todo en la infancia.

Casa 5: Aquí las experiencias son de diferenciación. De esta forma esta casa actúa como un proyector de cine que muestra y amplifica lo que allí se encuentra. Y esto tiene una particularidad: los demás lo notan. La casa 5 muestra aquello que te distingue y que te pone en una posición diferencial.

Casa 6: Las experiencias aquí presentes son experiencias sistémicas. Un entorno es percibido como en grilla cuadriculada donde cada cosa se encuentra en interacción con las demás. De esta percepción se deriva la noción de funcionalidad: cada componente tiene una tarea que cumplir y conjuntamente hacen al propósito del sistema que los contiene

Casa 7: En esta casa se encuentran las experiencias de complementariedad. Es la casa asociada a la pareja, pero no encontramos aquí el aspecto emocional del vínculo (Casa 4). Es más bien un encastre energético. Por eso es considerada también la casa de los socios. Esta experiencia está al borde de lo transpersonal porque implican a un otro. Existe una colaboración en la que se encuentran y florecen. Todo en esta casa es compartido.

Casa 8: Son experiencias en las que se comparte energía. Es ir un poco más allá que en la casa 7. Lo energético habla de una cuestión intangible. Por eso, las experiencias de encuentro sexual se hallan aquí, pero también toda experiencia de profunda cooperación con otra persona. Si la casa dos habla de recursos propios, aquí se habla de compartidos, de coposesión. Por este motivo, esta es una casa profundamente transpersonal. Todo lo que se posee involucra a otros y eso no contribuye a delimitar un borde individual.

La Casa 8 es el lugar donde se puede encontrar aquello que está oculto y requiere un discernimiento más agudo y penetrante. Temáticas como la astrología, la magia, el ocultismo o cuestiones relacionadas con la muerte o la sexualidad suelen captar la atención de personas con mucha actividad en esta casa.

Casa 9: Aquí, similar a la Casa 3, encontramos también experiencias de aprendizaje. Pero, este tipo de aprendizaje posibilita el surgir de nuevas síntesis internas en contacto con lo nuevo, lo distinto. Lo cercano, lo que nos rodea es siempre lo familiar, lo conocido. Cuando nos desplazamos fuera de ese entorno, nos encontrarnos con realidades diferentes.

Casa 10: Si la Casa 4 nos habla del hogar, la Casa 10 como su opuesta nos habla de las experiencias de mayor extroversión y exposición. Al salir de casa y cerrar la puerta de calle, estamos en el ámbito de la Casa 10. Son experiencias sociales, de ser un engranaje en esa superestructura humana. Esta casa nos habla del deber ser: de aquella imagen que se piensa tiene que ser adoptada para ser aceptado y tener un lugar a nivel social.

Casa 11: Las experiencias que encontramos aquí son experiencias de participación grupal. Son vínculos entre iguales, en grupos organizados horizontalmente que guardan una impronta creativa. Esta creatividad tiene la capacidad de proponer nuevos paradigmas respecto a la estructura social establecida (Casa 10). La creatividad individual está al servicio de lo que como grupo humano se es capaz de crear.

Casa 12: Para entender la dinámica de esta casa debemos concebir que, como seres humanos, tenemos registros de experiencia propios para cada planeta. Pero que, a su vez, existen registros colectivos que también guardan experiencias, pero no las vividas por individuos aislados, sino aquellas experiencias que han sido vividas y repetidas a lo largo de la historia de la humanidad. Esto quiere decir que existe una base de datos, una memoria que no es individual y que conocemos con el nombre de inconsciente colectivo. Y esto lleva a las personas de esta casa a sentir empatía con el resto.

Casa 1: Esta casa a diferencia de la anterior contiene en potencia a los demás signos, que en ella aún no están manifiestos. Por eso se dice que es la casa de Aries. Solo existe su experiencia y se ignora la que es colectiva. La persona desconoce por completo su contacto con la memoria del inconsciente colectivo. Esto quiere decir que se presenta una curva peculiar respecto a los demás planetas en esta casa. Las experiencias que se presentarán en la vida de la persona que tenga su sol en esta casa posibilitará que dicho ser llene esos registros que desconoce con experiencia personal hasta que en cierto punto será fácil hacer identidad sobre esos planetas. A los 30 años comienza a registrarse conscientemente en Aries la necesidad e intención de moverse en dirección a lo que se propone; y mostrar ese esplendor para recibir ese reconocimiento propio.

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