Lujo y modernidad


Gracias a la riqueza del petróleo, pequeños puertos de antaño se han convertido en grandes centros ultramodernos dotados de grandes rascacielos, parques botánicos y centros de ocio. Un mirada a los Emiratos Árabes Unidos.
Textos. Vacaciones Felices.

Los Emiratos Árabes Unidos son una federación de siete estados árabes cuyo territorio ocupa una amplia zona en la costa norte de la península Arábiga, en su mayor parte frente al golfo Pérsico y al estrecho de Ormuz.

 

La capital de los EAU es Abu Dabhi y el presidente del país es el jeque de Abu Dabhi. Los otros seis miembros de la confederación son Dubái, Fujairah, Ras al Jaima, Ajman, Umm al-Qaiwain y Sharjah. El interior del país es un desierto de arena donde se encuentran algunos oasis que permiten modestos cultivos agrícolas y donde las tribus nómadas abreban sus rebaños de cabras, camellos y ovejas.

 

Gracias a la riqueza del petróleo los pequeños puertos de antaño se han convertido en grandes centros ultramodernos dotados de grandes rascacielos, parques botánicos y centros de ocio. Complejos sistemas de irrigación han convertido diversas zonas desérticas en campos de cultivo. En la ciudad abundan las muestras de confort y tecnología occidental.

DUBÁI, LA CAPITAL DE LA OPULENCIA

 

A Dubái no hay que ir en busca de museos o historia, porque la llamada cultura no está en memorias del pasado, sino en un presente glorioso. Ahí lo que hay es opulencia, lo más novedoso, caro y excéntrico que existe hoy, enfocado a la arquitectura y al turismo de lujo. Esta ciudad es como Las Vegas, pero de verdad.

 

Uno de los grandes atractivos turísticos de la metrópolis es Jumeirah, un complejo turístico con hoteles, villas, restaurantes, parques acuáticos, playas, centros comerciales y mucho más. Allí se puede pasar todo un día únicamente contemplando la arquitectura tradicional árabe, que contrasta con la moderna de su vecino, Burj Al Arab, el único hotel de siete estrellas del mundo. Vale la pena tomarse un par de horas en el Talise Spa, que es de esos de premios internacionales y luego cruzarse al souk, una recreación de un mercado árabe para turistas, ahí vale la pena simular un tatuaje pero pintado con henna en las manos.

 

Hay varias opciones de comida, ya sea libanesa, persa o francesa. La mayoría de los restaurantes tiene terrazas al aire libre, a orillas del mar.

 

Casi el 90% de los pobladores de Dubái son extranjeros y es una ciudad perfilada al turismo, por lo que las minifaldas y un par de tragos son aceptables. Hay que estar atentos para no hacer cosas que vayan en contra de la tradición islámica (besos en público, exceso de alcohol, homosexualidad abierta) porque se puede ser deportado o encarcelado. Las mujeres deben evitar mirar directamente a los ojos a los emiratíes, porque se podría interpretar como un sí a una propuesta de matrimonio. Podría sonar escandaloso, sin embargo el ambiente de la fiesta es relajado y Dubái ofrece una rica y variada vida nocturna. Se percibe una serie de mezclas genéticas y culturales extrañas propias de un mundo globalizado. Hombres o mujeres que bien podrían ser el resultado de una mamá china, papá suizo, nacido en Estado Unidos, criado en Brasil, educado en Francia, todos en Dubái por la fiebre del oro. La gente viste ropa cara y joyas de verdad.

 

El Hotel Atlantis es ideal para llevar a los niños, quienes se fascinarán por la arquitectura hecha como de caramelo, las paredes decoradas con temas marinos, los bufetes kilométricos, las salas de videojuegos, acuarios y sobre todo el parque acuático Aquadventure. Hay toboganes, nado con tiburones, playas artificiales, etc.

Llama la atención que algunas mujeres locales usan una especie de traje de baño burka, o sea se cubren de negro de la cabeza a los tobillos y así se meten al agua. En Dubái hay más de 50 centros comerciales, entre ellos Dubái Mall, con 1500 tiendas, lo que lo convierte en el más colosal del planeta y Mall of the Emirats, que tiene una pista de esquí en nieve tan excéntrica como artificial. Las tiendas son casi las mismas de un mundo globalizado, con los mismos productos y objetos, pero mucho más detallados y recargados, pues así les gusta a los burkas. A pesar de que pareciera que todos son iguales, son diferentes y bien vale la pena probarse uno y tomarse una foto, por lo menos.

 

Desde hace siglos, una de las tradiciones más arraigadas y preferidas por los locales es sentarse sobre cojines y tapetes, a orillas de Golfo Pérsico a fumar pipa de agua y charlar o simplemente contemplar el paisaje. La mayoría de los hoteles tiene este servicio. Vale la pena observar los hornos donde calientan el carbón, probar los diferentes sabores del humo y disfrutar la calma. Dubái es una sociedad diversa y multicultural, que se ha transformado por la llegada de distintos grupos étnicos como los iraníes, que llegaron a principios del siglo XX y los indios y paquistaníes en la década de 1960. Los días de fiesta importantes son el final del Ramadán y el Día Nacional, que marca la formación de los Emiratos Árabes Unidos. Sus eventos, Dubái Shopping Festival y Dubái Summer Surprises, atraen a más de 4 millones de visitantes.

 

A Dubái se la conoce como la ciudad de las compras del Medio Oriente. Las compras más atmosféricas se encuentran en los mercados, localizados en todos lados de la bahía, donde la negociación y el regateo son parte del sonido ambiente.

 

El Burj Khalifa, conocido durante su construcción como Burj Dubái, es un rascacielos que se encuentra situado en el distrito Downtown Bruj Khalifa de la ciudad de Dubái, y es la estructura más alta construida por el hombre con 828 metros de altura. La construcción comenzó el 21 de septiembre de 2004 y su inauguración oficial fue el 4 de enero de 2010.

 

 

 

 

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