Durante algo más de medio siglo el compositor, director de orquesta y trompetista nacido en 1928 y fallecido el año pasado en Roma, compuso más de 500 bandas originales para films dirigidos entre otros por Sergio Leone, Brian de Palma, Giuseppe Tornatore, Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Roman Polanski, Oliver Stone, Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino y muchos más.
TEXTOS. Enrique Madeo.
«Siempre digo que la música de una película expresa lo que las palabras, imágenes y diálogos no pueden transmitir».
Ennio Morricone
Solo alcanza con ser un aficionado medio al cine para poder vincular a ese mágico y misterioso mundo con la no menos mágica y misteriosa figura de Ennio Morricone. Es que durante algo más de medio siglo, el compositor, director de orquesta y trompetista nacido el 10 de noviembre de 1928 y fallecido el año pasado en Roma, Italia, compuso más de 500 bandas originales para films dirigidos entre otros por Sergio Leone, Brian de Palma, Giuseppe Tornatore, Luciano Salce, Gillo Pontecorvo, Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Roman Polanski, Oliver Stone, Pedro Almodóvar, Roland Joffé, Quentin Tarantino, y por supuesto, la lista ahí no termina.
Aunque parezca paradójico, en la intención de enriquecer el presente texto, iré «mechando» partes de sus entrevistas, a sabiendas que las brindaba a regañadientes, que no se esforzaba en ocultarlo, que no disimulaba sus bostezos al contestar y pese a que solía ponerles fin en modo intempestivo… de ellas siempre se pudieron extraer conceptos cargados de una profunda sensibilidad y sabiduría.
– «¿Por qué ha odiado siempre las entrevistas, maestro?
– Eso no es cierto del todo. Es verdad que, a lo largo de estos sesenta años, he tenido que responder a muchas, muchísimas preguntas estúpidas e irritantes. Acabé harto de escucharlas una y otra vez y de repetir siempre las mismas historias. Me aburrí yo y creo que los lectores. A veces hay entrevistas interesantes, que me gusta contestar, pero eso no pasa casi nunca, acabé harto».

UN CAMINO INESPERADO
En 1961, cuando Luciano Salce le pidió en los estudios de la RAI, que compusiera la música para «El federal», tenía 33 años. Había estudiado en el conservatorio de Santa Cecilia, actuado en clubes nocturnos de Roma y realizado arreglos para la radio, la televisión y para discos de pop, en los que ya proponía soluciones vanguardistas, las cuales a menudo eran rechazadas.
Cuando aceptó el encargo de Salce, aunque en verdad solo le interesaba la música de cámara y sinfónica, ni se imaginaba que acabaría escribiendo alrededor de quinientas bandas sonoras y más de cien obras de música clásica, entre las que figuran 15 conciertos de piano, 30 composiciones sinfónicas y una ópera, estas últimas, mucho más desconocidas, que no le han reportado dinero ni fama, pero sí profundas satisfacciones espirituales. Tampoco imaginó que vendería más de 70 millones de discos ni que los directores más importantes de la historia del cine, se lo disputarían.
Lo cierto es que Morricone impuso un sello distintivo en su tarea compositiva, y mucho de ello se le atribuye a la relación que supo generar con el director del film, al respecto, decía:
-«Es fundamental, porque el director debe de estar de acuerdo con la banda sonora, al fin y al cabo la película es suya, no mía. Así que lo más difícil es hacer una banda sonora como tú quieres pero que el director también la comparta y esté de acuerdo con ella».
– «Lo importante para mí es saber cómo trabaja el director, verle en acción, ver cuál es su personalidad. Porque insisto: es su película. Por eso a mí me gusta cuando trabajo con un director más de una vez, porque entonces lo conozco bien y sé perfectamente cómo trabaja. Para mí es decisivo que el director y el compositor de la banda sonora se conozcan el uno al otro».

UN BINOMIO EXITOSO
Sergio Leone, lo invitó para que fuese el compositor de las bandas sonoras de sus películas y unidos cultivaron una inigualable simbiosis. Juntos crearon un punto de vista diferente del Western tradicional con la película Un puñado de dólares, la que lo catapultó a la fama mundial y lo convirtió en uno de los compositores de cine más solicitados.
Con Leone, rey indiscutido del spaghetti western, eran compañeros de clase en el colegio, amigos desde la infancia. Tan exitoso binomio comenzó en 1964 y la primera banda sonora que compuso fue para la ya citada «Por un puñado de dólares». A partir de ahí se convirtieron en inseparables. Luego vinieron, entre otras, «La muerte tenía un precio», «El bueno, el feo y el malo», «Hasta que llegó su hora» y «¡Agáchate, maldito!». El binomio se mantuvo hasta el último filme de Leone, «Érase una vez en América», rodado en 1984.
Refiriéndose a Leone, Morricone expresó: «Uno de los éxitos de Sergio es que se volcó mucho en la música de sus películas. Tenía mucha fe en ella y le dio mucha importancia. Por eso aún se puede escuchar con el volumen, la mezcla y el tiempo perfectos en sus filmes. Por eso la audiencia sabe reconocer que la música de sus obras es mejor que la de otros directores, porque tiene vida por sí sola. Para él era más importante que otros sonidos de la vida real. En ocasiones rodaba secuencias muy largas adrede solo para acomodar enteras las piezas largas de música que yo componía. Otros directores cortan el tema cuando la secuencia es más corta. Él hacía justo lo contrario, adaptar la duración de la secuencia a la duración de la canción. Y fue mejorando en eso hasta convertirlo en su sello, para que los espectadores pudieran apreciar la belleza de mi música en todo su esplendor».
Otro vínculo muy estrecho fue el que supo generar con Luciano Salce, para quien compuso, entre otras, la banda original para el film «El federal».
«Luciano Salce, director para el que he compuesto la banda sonora de varias películas, un día me llamó y me dijo: ‘Tengo que dejarte’. ‘¿Por qué?’. Éramos amigos y lo seguimos siendo hasta su muerte. ‘Porque yo hago películas cómicas y tú compones música espiritual, sacra. Tengo que dejarte obligatoriamente’. Este episodio me marcó mucho. Gracias a él empecé a reflexionar sobre ello. Probablemente a veces expreso lo sacro también cuando no lo busco o no pienso en ello. Ni tan siquiera hablo de inspiración, que no existe. Hablo de ideas. Tal vez estoy en un camino que lleva a estos resultados».
UNA PROPUESTA MUSICAL DIFERENTE
«Cuando compuse la música para mi primer filme, los que compuse con Leone y con otros directores en mis principios, yo tenía claro que quería incluir algo completamente diferente a las típicas bandas sonoras de la época. Creo que fue ese interés mío lo que les convenció. Había empezado mi carrera haciendo arreglos para la radio y la televisión, donde la gente que me contrataba nunca me pedía nada personal; solo arreglos de orquestación normales que no me gustaban nada, trabajos anónimos que ni quería firmar. Después empecé a trabajar como arreglador de algunos referentes de la canción italiana, como Mina y Gianni Morandi y con canciones de pop». recordaba. Así es que tienen su toque varias emblemáticas del pop italiano de los años 60, como por ejemplo «Sapore di mare» o «Guarda come dándolo».
En 1970 fue el arreglador y director musical de Per un pugno di samba, un disco referencial grabado en italiano por Chico Buarque y en 1978 compuso la canción oficial del Mundial de Fútbol que se jugó en nuestro país.
«Decidí hacer arreglos que funcionaran con la voz del cantante, pero que también funcionaran sonando por separado, no solo dentro de la canción. Eso fue lo que intenté hacer después con el cine: música que acompañe a las escenas de las películas, pero añadiendo algo nuevo y original que podría funcionar por sí solo».
Durante su carrera recibió 27 discos de oro, 7 discos de platino, 7 David de Donatello, galardón cinematográfico de la Academia del Cine Italiano, 3 Golden Globe, 1 Grammy Award, además del León de Oro del Festival de Venecia, premio Oscar Honorífico a la carrera en 2006, Oscar a la Mejor Banda sonora en 2016 por ponerle ritmo a «Los odiosos ocho» de Quentin Tarantino, por nombrar alguna de sus premiaturas.
«Aprecio los galardones, pero si te soy sincero, mi mayor satisfacción siempre fue que los directores estuvieran felices con mi trabajo. Ese fue mi objetivo y principal premio», declaraba.
Morricone ha contado que su proceso de trabajo siempre se vio condicionado por cada director: «Algunos me dan a leer el guión. Otros me cuentan la película, las imágenes que tienen en la cabeza. Y hay otros que me enseñan la película ya hecha. Hay muchas maneras de trabajar con un director. Y yo me adapto a todas».
«-¿Y con qué director de todos con los que ha trabajado se ha sentido más a gusto?
«Con todos, no hago distinciones. Yo sólo he trabajado con directores que eran buenas personas, seres extraordinarios y magníficos artistas».

VERSATILIDAD COMPOSITIVA
La versatilidad compositiva de Morricone ha quedado plasmada en un refinado y popular repertorio de melodías inolvidables que van desde las más recordadas series televisivas hasta dirigir la Missa Papae Francisci, un homenaje al Papa Francisco de belleza intensa y única, sin olvidarnos de las bandas sonoras de películas desde 1961 con El Federal, pasando por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo, Sacco y Vanzeti, Novecento, Los intocables, Érase una vez en América, La misión, Cinema paradiso, La vida es bella, La leyenda del pianista sobre el océano, Malena, hasta el 2016 con Los odiosos ocho, estampando en todas ellas su sello indeleble.
En enero de 2016 Morricone comenzó a recorrer Europa con su tour «60 Años de Música», en el que para celebrar sus seis décadas como compositor profesional se puso al frente de una orquesta de 200 músicos y cantantes que interpretaron algunas de sus composiciones más conocidas, y más de medio millón de personas han pagado el precio de la entrada para verlo en directo.
El 6 de julio del 2020, a los 91 años de edad, en su Roma natal, falleció Ennio Morricone, y en esta instancia, una vez más me resulta apropiado acudir a sus sabias palabras:
«- En su funeral, ¿qué música le gustaría que sonase?
-No lo sé. Me da igual, que pongan lo que quieran».