Majo Gareli: romper el cielo de cristal


María José Gareli Fabrizi es actualmente la única mujer piloto de Santa Fe y Nosotros conversamos con ella para conocer un poco más sobre la pasión de volar.

Textos. Romina Santopietro. Fotos. Gentileza.

¿Cuántas veces escuchamos la frase «el cielo es el límite»? ¿Y la idea de «romper el techo de cristal»? Bueno, en el caso de Majo Gareli, el cielo es sólo el umbral de sus sueños., y su actividad no tiene techo. Cuando vuela, el cielo es suyo.

Se estima que la aviación es un mundo mayormente masculino. ¿Cuál es tu experiencia?

-¡Es correcto! La realidad lo confirma: según datos de la ANAC (ente que regula la aviación civil en Argentina) del 2019, las mujeres Pilotos Comerciales representan un 1,5% del total de pilotos. Surge también preguntarse cuál es la realidad de Argentina frente al resto del mundo y aquí doy dos datos más: el promedio mundial es de 5%. Y la India es el país que más porcentaje de mujeres tiene en su flota, llegando al 15%. Es un mundo mayoritariamente de hombres, sí.Mi experiencia en Argentina, y más particularmente en Santa Fe, Rosario y Buenos Aires, me dice que el entorno aeronáutico simplemente tiene los vicios que tiene cualquier entorno de la sociedad, como así también está dejándose atravesar por todos los cambios que estamos experimentando (¡y generando!). Es muy común, en ambientes históricamente pensados por y para hombres, que las mujeres para poder hacerse un lugar allí tengamos que demostrar más. Sin embargo, tuve siempre en mi casa aeronáutica, el Aeroclub Santa Fe, el enorme privilegio de encontrarme con instructores que no marcaron jamás ni una diferencia.

Tengo la creencia de que, aunque está en un gran y continuo crecimiento, aún somos pocas mujeres en la aviación por cuestiones más amplias que no tienen que ver con la aviación misma. Es decir, como en ninguna carrera, no hay un atributo particular arraigado al género que te haga más o menos apto o apta, pero si hay prejuicios y mandatos sociales, sea en el seno cultural o mismo en el seno familiar, que hacen que ciertas carreras sigan estando más pobladas por varones que por mujeres (y viceversa). Insisto, como en todo entorno de nuestra sociedad, esas creencias, están revisándose.

«Mirá, mi abuela siempre me dice que ella soñaba con ser camionera. Cuando te lo dice, hoy con 91 años, todavía se le enciende un brillo en los ojos. Para ella fue hasta casi imposible pronunciarlo en voz alta, menos llevarlo a cabo. Lo que todos estos años de lucha nos están dando a nosotras como seres deseantes, es pronunciar nuestros deseos a viva voz y poder concretarlos. Es gracias a todo lo conquistado por las últimas generaciones que yo hoy tengo muchas compañeras y amigas pilotos con sus sueños intactos a lo largo y ancho del país».

¿Cuándo y cómo te enamoraste de volar?

-Esta pregunta tiene una respuesta que no suele ser exactamente corta (já). Me ha resultado muy común escuchar con frecuencia en este ambiente que casi todas las personas que hoy están vinculadas a la aviación como pilotos, cultivaron esta pasión desde la niñez. No sé cuándo nació en mi caso, sí sé cuándo lo descubrí; y también sé a quiénes les tengo que agradecer. Y aquí voy a apoyarme en algo que escribí la primera vez que la aviación me hizo mudarme de ciudad, cuando me dí cuenta de todo lo que estaba dispuesta a hacer por ella, y cuando entendí de dónde venía todo esto. Desde que soy chiquita, mis viejos nos llevaban de vacaciones (digo «nos»: a mis hermanos y a mí). Todos los veranos, sabíamos que hacia algún rumbo partíamos todos juntos, los cinco. Desde Octubre empezábamos a palpitar aquellas aventuras. Pensábamos el dónde, el cómo, cuánto. Ellos jamás pensaron en no llevarnos. Con el tiempo, las puertas se nos abrieron para mostrarnos la cercanía inimaginable con cualquier lugar del mundo. De repente nos pareció que podíamos llegar a cualquier lado. «No es imposible» decía mi vieja. Empezamos a darnos cuenta que los destinos posibles para esos planes que cada año nos acechaban, eran cada vez más. Mis viejos me siguieron llevando de vacaciones. Mis viejos me hablaban de lugares, me llevaron a conocerlos. Mis viejos me subieron a aviones. A muchos. Llegaron mis 16 años (aproximadamente) y ya escuchaba, en mi cuarto año en la Escuela Industrial, con frecuencia: «¿Y qué vas a estudiar?». Si bien mi respuesta fue siempre muy obvia («Ingeniería») creo saber que había algo que se empezaba a movilizar dentro mío, diferente a lo previsto. Un día, como una puñalada directa al corazón, me enamoré. De repente, una emoción nueva empezó a pasear por mi pecho. Se movía, me golpeaba, les juro que yo la sentía. La siento todavía. No me fue fácil descifrar, debo reconocer, a mí, siempre tan racional. La curiosidad sobre aquello, empezó a robar parte de mi atención. Pues, no la sentía todo el tiempo, ni en todos lados, ni siquiera la sentía en otro lugar que no fuera allá: por los aires. Ni bien la vida (o mejor dicho, mis viejos) me ofreció(eron) volverme a subir unos cuantos pies sobre la tierra, me prometí intentar desmenuzar aquel sentimiento (si es que volvía a surgir). Aunque esta vez, para mi sorpresa, se anticipó: no me dio tiempo ni a llegar al aeropuerto. Una presión irracional apretaba mi pecho, y venía acompañada de unos cuantos nudos en la garganta. Cuando llegó el momento, me subí, me senté, las escuché mostrarme las salidas y enseñarme a inflar mi chaleco en caso de emergencia. Y ahí lo supe, ese día sé que lo supe: yo quería mi vida ahí arriba. Yo no me quería bajar nunca más. Creo que fue en un viaje a Chile, estaba con mi mamá. Y le dije «Vieja, ¡quiero pasar mi vida entera acá arriba!» a lo que ella me respondió, entre risas: «Hacete piloto». Creo que esa mujer NUNCA IMAGINÓ cuánto iba a impactar en mí aquel ‘chiste’. Y pensar que hay gente que lo elige, como si se pudiese elegir en el amor… «como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio». Yo no tengo escapatoria. Yo me enamoré. Dicen que existen amores que duran toda la vida. Yo quiero que este sea uno de esos. Pero las cosas no suceden solas… hay muchas personas que me elevan todos esos miles de pies de altura…A mí me subieron a los aviones. Mis viejos me subieron a aviones. A muchos.

¿Cómo se inició la búsqueda para aprender a volar?

-Cuando descubrí cuánto me movilizaba, ¡empecé a revolucionar mi casa!! La verdad es que yo no sabía NADA sobre la aviación, ¡ni siquiera tenía alguna persona conocida que esté en el ambiente! Obviamente, lo primero que hice, como buena (casi) centennial es buscar en Google. Los resultados me mandaban a: Rosario, Córdoba o Buenos Aires. Sonaba un poco aterrador en ese momento todavía para mí, tener que salir de casa ni bien terminara la escuela. Pero así y todo decidí avanzar en averiguaciones. Lo primero que hice fue ir con mi viejo a Rosario, a una escuela que hay allí. Ese fue el lugar donde me enteré en qué consistía la carrera, y donde también tuve la noción de sus costos. Nos asustamos un poco, no te voy a mentir. Por lo que hice un pasito para atrás, y decidí intentar ignorar aquella idea y empecé a estudiar Ingeniería, sin más. Un tiempo después, casi por accidente, me enteré que existía en Santa Fe la posibilidad de estudiar aviación. Y así fue como la tristeza que me acechaba aquellos días se convirtió en FELICIDAD. Hice todas las averiguaciones correspondientes, y ahora sí, todo tomaba otro color. Un año después de empezar la Ingeniería, empezaba a hacer mis primeras horas de vuelo en el Aeroclub Santa Fe.

¿Va a ser tu hobby o querés ser piloto comercial?

-¡Supongo que a estas alturas de la entrevista, notarás lo loca de amor que estoy! Yo quiero vivir de la aviación. Que no se malinterprete, no lo digo desde un punto de vista económico (solamente, claro). Sino que quiero vivir volando. La aviación profesional me fascina. Esperá, lo resumo: ¡SI, QUIERO SER PILOTO COMERCIAL!

¿Cuántas horas de práctica se necesitan para volar sola?

-¡Linda pregunta! Voy a hacerte una mini introducción para ponernos en contexto. La primera licencia que obtenés como piloto, sea cual sea el objetivo tuyo con esta carrera, es la Licencia de Piloto Privado de Avión (es una licencia meramente deportiva). Consta de un mínimo de 40 hs de vuelo y dentro de ellas, está contemplado que hagas una cierta cantidad sola. Sin embargo, para poder llevar pasajeros/as tenés que hacer unas 25 horas más (cómo mínimo) y una autorización del/la instructor/a.

¿Cómo se instruye? Con instructor de vuelo, en simulador…

-Gran parte de tu carrera, sobre todo si buscás hacer una carrera profesional, la hacés volando con instructores/as, ya que cada vuelo es un nuevo aprendizaje. Más allá de lo que está previsto, cada vuelo es único. También podés entrenarte en simuladores de vuelo, pero es importante destacar que no tienen la misma «validez», por así decir. Todo depende, también, de la etapa en la que te encontrás, y de los objetivos que se tengan. Pero para ser clara: la carrera consta, en un 99%, de las horas de vuelo que hacés.

¿Se puede aprender a volar en Santa Fe?

-¡Se puede! Yo hice casi toda mi carrera acá. Mi casa aeronáutica es el Aeroclub Santa Fe, que se encuentra dentro del Aeropuerto Metropolitano de Santa Fe, en Sauce Viejo. La calidad de instrucción y de las aeronaves es de primer nivel. Nada que envidiarle a ninguna otra institución. ¡Y lo digo justamente por conocer otros lugares!

¿Es caro? El curso, las horas de práctica…

-Obviamente esta es una pregunta «relativa», pero a priori te diría: sí, es costosa. Sin embargo, cuando amás algo, es difícil ser objetiva. El precio es prácticamente universal, la hora de vuelo sale 100usd. Y convertirte en Piloto Comercial de Avión lleva 240hs mínimo. (Hacé los cálculos jaja!). Debo destacar que esto se hace en algunos años, no es «todo de una»; y conozco muchos caminos para poder costearlas de maneras más amigables. Lo digo por propia experiencia y de amigos/as.
No quiero caer en lugares comunes, y sé que no todo se resuelve con ‘mérito’, pero me gustaría poder decirle a quien me lea, que si esto es lo que le gusta: hay opciones, hay caminos, hay maneras. 


¿Es común que el piloto tenga su propio avión? ¿O es un sueño ideal?

-Te diría que no es lo más «común» aunque sí se ve. Depende mucho de la realidad de cada uno. En general, tener un avión implica un costo fijo muy alto (mantenimiento, seguro, hangaraje, etc) e implica una gran responsabilidad. La mayoría encontramos en instituciones como los Aeroclubes los mejores lugares para volar, ya que de alguna manera, el avión no es de uno/a pero es de todos/as, y dichos costos y responsabilidades no se reducen, pero si se los aborda de forma mucho más colaborativa.

Siendo tan pocas mujeres en el país, y en el mundo, ¿sentís que se te marca la condición de ser la única en la ciudad? Ya sea de manera positiva o negativa.

-Hoy soy la única mujer socia del Aeroclub Santa Fe, y sé que hay mujeres pilotos de la ciudad pero que no vuelan aquí. Siento que esto me moviliza a seguir generando difusión para continuar derribando las barreras ideológicas que pudieran persistir.

Compromiso, pasión, responsabilidad y ¿qué más necesita una mujer para volar? (además de un avión, claro).

-Mantener la visión y no despegarse del objetivo. Paciencia, convicción, estudio: como todo. Y que sepa que hay una gran y hermosa red de contención para aguantar todo lo que venga.

Autodefinido

Me llamo María José Gareli Fabrizi, aunque me gusta que me conozcan como Majo. Tengo 24 años y soy 100% santafesina.

Soy muchas cosas, entre ellas, piloto de avión. Y ahí tengo mi tesoro, y mi corazón. Soy una enamorada de esta profesión.

Cuando estoy en la tierra, mi agenda se divide en varios ejes, pero principalmente me gusta contar que estudio Ingeniería Mecánica, en la Universidad Tecnológica Nacional, y estoy en mi quinto y último año. También trabajo en una consultora de Marketing Digital junto con mi hermano, en donde principalmente me dedico a dar capacitaciones como así también me encargo de organizar gran parte del «detrás de cámara». Hoy, estamos dando apertura a las inscripciones a nuestros cursos en toda Latinoamérica.

Además de esto también soy hermana, hija, amiga. Fanática de fútbol y amante de la música, en vivo sobre todo.

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