La soprano rosarina brindará un concierto en el Teatro Municipal de nuestra ciudad como invitada de la Compañía Coral de Santa Fe el próximo 30 de junio: Gala de Ópera. Días antes dialogó con Nosotros para contar un poco de su historia.
Textos. Romina Santopietro. Fotos: Ctladvisor
Minutos antes de la entrevista, se escuchan escalas y ejercicios vocales detrás de la puerta. Luego, la voz dulce y clara de Belén corrigiendo detalles: hay una clase de canto en curso.
Se inicia la charla con un rico café y cerca de la calidez de la estufa. Lejos de la imagen de las grandes divas del bel canto, Belén transmite simpatía, amabilidad y destellos de una personalidad divertida y chispeante.

La soprano cuenta que su camino en la música comenzó a los 8 años cantando en el coro de una iglesia. A los 12 fue su primer encuentro con lo melódico y el folclore. El canto lírico llegaría después. “Creo que como sociedad no tenemos una cultura de la música clásica. Lo primero que uno suele escuchar es la música popular. Tuve mi propio grupo de folclore. Y me pasaba que después de cantar me quedaba bastante fatigada. Pensé entonces que debía existir una técnica que me permitiera no enfermarme todas las semanas después de cantar en las peñas. Así llegué a la Universidad Nacional de Rosario. Mi paso por la universidad fue corto, porque después de rendir el primer año, busqué un maestro fuera. Más que nada porque en la universidad se tiene muy poco tiempo de estudio, de práctica como cantante. Hay tantos inscriptos, que no puede ser muy personalizada la clase. Mi profesor de la universidad me supo aconsejar bien, y me sugirió que estudiara con una persona muy experimentada, Rubén Botta, que era coreuta de la Ópera de Roma. Él ya estaba jubilado, vivía en Italia pero venía periódicamente a Rosario, no tomaba muchos alumnos y era muy exigente. Con él estudié un año y medio, hasta que Rubén falleció. Ese año me presenté en el concurso Mozarteum Santa Fe y gané. Por consejo de la esposa de Rubén busqué una maestra de canto acá en Santa Fe, que fue Ana Cancellieri y ella me recomendó ir a estudiar a Buenos Aires. Allí estudié con Horacio Amauri Perez, que fue un gran maestro de cantantes nacionales y otros que se encuentran en el exterior actualmente. De todas maneras, considero que esto de perfeccionar y educar el talento nunca termina. Y para poder seguir creciendo, la autocrítica no debe faltar nunca”, explica con una gran sonrisa.
Con el Maestro Amauri Perez estudió durante 9 años y asegura que su sensibilidad la llevó a saber que como cantante, ella misma necesitaba no confiar tanto en su naturaleza, como aprender a dominar una técnica. Belén afirma que una técnica precisa no falla.
“Siempre tuve una naturaleza muy evidente para todos los docentes que me han escuchado. Pero Horacio sabía leerte observando lo más básico de uno, nada más, aún sin haber cantado. Él insistió en que aprendiera una técnica. Y que esa técnica me llevaría a un proceso de entenderme a mí misma. Es un proceso muy profundo. El canto te enseña a vivir. A los 19 años prácticamente no hablaba, era muy vergonzosa… nada que ver con mis 32 ahora. Creo que el canto me hizo crecer y ser como soy al día de hoy. Existe una técnica vocal con contenidos aunados que muchos maestros sostienen. Si hablás con distintos maestros, te van a decir lo que buscan del sonido de un cantante, y es muy similar. Pero poder encontrarle la vuelta al alumno para hacerle comprender esto, es lo más difícil”, reflexiona.

Soprano en la intimidad
De todas maneras, aunque se toma muy en serio sus ensayos y es rigurosa con el cuidado de su instrumento, no tiene problemas en desacralizar el canto e ir a un karaoke con amigos. “O de cantar en la ducha”, agrega entre risas. “¿Viste ‘El diario de Bridget Jones’? Bueno, así, a los gritos”, confiesa con un brillo pícaro en los ojos.
Cuando no está estudiando alguna partitura, suele escuchar todo tipo de música. “En mis listas de Spotify tengo una carpeta que se llama ‘La Rivarola’ que no tienen nada de lírico. Ahí podés encontrar Shakira, Tan Biónica, Luismi, una canción de Los Nocheros que escuché alguna vez y me gustó, y lo agregué… Trato de romper un poco esa estructura de pensamiento técnico clásico constante. Cuando escucho música clásica me pasa eso, de pensar todo el tiempo cómo trabaja técnicamente a quien escucho. También tengo una carpeta de cumbia”, dice entre risas. Y es que, finalmente, es santafesina.
Aclara que no tiene problema en cantar nada, pero no mezcla estilos: “si voy a cantar una cumbia, lo voy a hacer con un tono popular. Si canto lírico, canto lírico. No experimento con fusiones ni deformo los géneros. Si realmente estás preparado técnicamente, podés cantar todo. Las herramientas técnicas te dan esa versatilidad. Hacer cualquier tipo de arte es complejo y difícil, conlleva tiempo perfeccionarse, saber qué se busca, tener una identidad y una energía profesional puesta en ese producto”.
“Me considero una persona muy conciente sobre el escenario. No me relajo, mi disfrute pasa por otro lado. Pasa por saber que tengo las herramientas para lograr superar las complejidades técnicas del repertorio interpretado en un concierto. A mis alumnos suelo decirles que si quieren liberarse y relajarse con el canto, tendrían que haber elegido otro género musical menos depurado. La música clásica tiene complejidades. Lo popular es más flexible. Se puede jugar más con las notas. Acá no se puede. Manejando la técnica, uno se da cuenta con los años que hay un mecanismo que es infalible, que te permite no fallar. En eso se resume el profesionalismo de una persona. En la música clásica yo no admito falencias”, dice rigurosa, pero sin perder nunca su afabilidad.

“Me ha pasado de caerme en el escenario, pero seguía cantando. Todos se reían porque yo estaba tirada en el suelo, pero nunca dejé de cantar”, resume entre más risas.
“Pueden pasar cosas en un escenario. De hecho, ¡pasan muchas cosas! pero tengo la tranquilidad de entender que tengo las herramientas para solucionar y enfrentar la problemática. Ya la ópera en sí, hablando desde lo naturista es una problemática. Cantamos fuera de la altura del registro en el que hablamos, el canto lírico es un canto cultural, no natural. Y la interpretación se da cuando como cantante puedo hacer lo que el compositor escribió. No cuando mi ego se mete entre medio del compositor y la partitura y dice ‘ahora voy a hacer mi versión de los hechos’. Ahí es donde entra en juego que la gente se conmueva verdaderamente, porque el compositor escribió esa obra de la manera en la que la leemos buscando un determinado efecto. Yo trato de ser lo más fiel que puedo a los compositores”, cierra.

Autodefinido
“Soy una chica que una vez tuvo el sueño de cruzarse en la vida con gente que la ayudara y le enseñara a cantar. Tuve la bendición de lograrlo. La mejor versión de Belén es la del escenario, La Rivarola (como me llaman), Totalmente. No me puedo describir como artista. No sé si busco ser una artista porque no existe un manual de estudio que dice cómo serlo. Muchas veces no me doy cuenta de lo que genero sobre el escenario, me lo dicen. Tuve la suerte de poder estimular esa naturaleza con la que nací, a fin de mejorarla y maximizarla. Busco con el canto llenarme el alma, porque me enriquece humanamente muchísimo lo que hago. Soy feliz, por eso canto, y cantar me completa. También mi búsqueda es dejar un pedacito de mí en quien me escucha. La versión más real de mí es esa, sobre el escenario, La Rivarola”.

Mini bio
Nació en 1987 en Rosario, donde se formó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Ganó los primeros premios en la XXV Selección de Jóvenes estudiantes de Música organizada por el Mozarteum de Santa Fe y en el Concurso Internacional de Ópera de San Juan, donde debutó como Adina en L’elisir d’amore.
Obtuvo el premio a la “Revelación Lírica del año” de Radio Clásica Rosario y del Consulado de Italia. Obtuvo el 3er premio en el Concurso Lumen Artis de Interpretación en Música de Cámara 2014.
En 2010 y 2014 fue becada por el Mozarteum Argentino a nivel nacional. En 2012 Ganó el 1º Premio del Concurso de Canto Lírico Enrique R. Francovigh en Rosario. Estudia repertorio con Andrea Katz y Rozita Zozoulia. En 2014 obtuvo el 2do Premio en el Concurso Internacional de Canto Lírico “Ciudad de Trujillo”, Perú y realizó su debut junto a la Sinfónica Nacional. Se desempeñó durante años en la docencia en la Cátedra Canto de la Universidad Nacional de La Rioja, Argentina.
En 2017 finalizó el último año de la Carrera Canto (perfeccionamiento) en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, bajo la dirección de los Maestros R. Censabella (repertorio) y E. Canis (técnica vocal). En el mismo año fue beneficiada con la Beca Mozarteum Argentino a nivel internacional.
Se formó técnicamente con el maestro Horacio Amauri Pérez y actualmente perfecciona su técnica con el Maestro Gerald Martin Moore.

Acerca de la Compañía Coral de Santa Fe
El coro nace en el año 2014 dentro del Liceo Municipal de la Ciudad de Santa Fe creado por su Director Pablo Villaverde Urrutia, con el objetivo de incentivar el estudio y difusión de un repertorio poco abordado por los coros vocacionales de la ciudad y la región. Está formado en su mayoría por estudiantes de canto y músicos.
A fines del año 2015 el Coro se independiza para pasar a llamarse Compañía Coral de Santa Fe y así poder realizar una tarea más profunda y fructífera.
Parte de su labor consiste en difundir el trabajo de destacados solistas vocales de todo el país.