Matías Gareli: picardías literarias


Si «picardía» es la astucia o la viveza que incita a ir más allá, a transgredir los límites, entonces, el libro de Matías rompe con al menos tres límites o barreras. De eso conversó con Nosotros en esta nota.

TEXTOS. Romina Santopietro. FOTOS. Pablo Aguirre.

Matías Gareli es santafesino, nacido y criado aquí, en la tierra fundada por Garay. Es ingeniero en Sistemas de la UTN y trabaja en el Ministerio de Educación de la Provincia. Integra también el consejo directivo de ATE Santa Fe y se graduó como director técnico de fútbol.

En medio de sus actividades, escribe. Escribe sobre lo que captura su atención, lo conmueve o lo moviliza. De estos escritos, hace un par de años decidió compilar aquellos pensamientos en diferentes géneros y de ahí nació Picardía.

-¿Cuándo arranca tu interés por la literatura?

-No sé si puedo ponerle un punto 0. Desde muy chico, y fomentado por mis viejos, me interesó la literatura. Creo que se empieza leyendo. Entre mi vieja, que me traía libros de la Biblioteca Pedagógica y el plantel de los profesores de lengua de la Escuela Industrial, que era tremendo, que nos hacían leer duros para los 13 o 14 años que teníamos en ese momento: Sábato completo, o Jeckill y Hyde… También con la edad dorada de la literatura latinoamericana. Cuando me puse a recopilar, encontré textos de más de 10 años atrás. Pero puedo decir que ya era bastante grande cuando arranqué a escribir. Mis dos viejos también escribían. El germen también está ahí.

-¿Cómo se articulan tu faceta de escritor con tu lado informático? Porque generalmente se piensa que son dos caras reñidas entre sí: ser ingeniero informático y a la vez escritor.

-Es algo que yo también me pregunto -risas-. Creo que las personas somos un todo. Somos nuestras contradicciones, nuestra parte raciona, nuestra parte instintiva y nuestra parte emocional. Vos dijiste sos ingeniero y escritor. Y yo a veces me pregunto que es el «ser». No lo tengo en claro. Una cosa es haber estudiado ingeniería y recibirme y otra cosa es ser. Las cosas que nos definen a veces tienen que ver con los que nos formó y a veces no. Y tiene que ver definitivamente con esa serie de vivencias que se fueron articulando para que seamos esto que somos. Siempre me gustaron muchas cosas. Estudié mi carrera por una cuestión bien pragmática: mi viejo labura de esto y nos decía que esta es la carrera del futuro. No le erró, pienso que estamos en ese futuro. Suceden en mí esos encuentros de dos facetas. A veces son un problema, a veces es sentir que uno tiene una doble posibilidad de atacar una situación por un lado o por otro.

-¿Cómo es tu método de escritura? Vas coleccionando fragmentos durante la rutina diaria o te sentás a esperar el momento de inspiración?

-Escribir y leer son para mi, hoy, contracultural. Ahora hay otros métodos de evasión que son más sencillos que están masificados. Uno escribe para decir algo, que tiene que ver más con uno. Cuando escribo hay algo, una situación que hace quererlo sacar afuera. Algo tengo que decir de esto. A veces tiene que ver con una vivencia personal. tratando de extrapolarla. Hay siempre un sentido en todos los textos. De hecho, Picardía es un libro corto porque no quería rellenarlo con cosas que no tuvieran sentido. El libro intenta llegar mucho a algunas cuestiones sociales, y después en la poesía, en lo sexoafectivo, tiene que ver más con lo emociona autobiográfico. El fallecimiento de mi vieja, que se produjo en 2019 fue un momento donde sentí que, si bien yo venia escribiendo, se terminó de abrir el grifo. Uno escribe por uno. Después lo que pasa con el libro, ya no le pertenece al autor.

-¿Existe un orden y concierto en los textos de Picardía?

-Hay un orden, si. Trabajé con la editorial Lux, pero el aspecto de edición y corrección lo trabajé con Lis Gariglio. Yo escribí y ella le terminó de dar el salto para que se convierta en libro. No alcanza con escribir y publicar, termina algo para que te aplauda no sé, tu madrina. De paso, le mando un beso a mi madrina que la amo. Ella me comenta en Instagram «qué hermoso mi ahijado» -risas-. La licenciada Lis propuso el orden. El centro del libro es el texto que se titula «33», referencia a la niñez, al arraigo, a lo paterno, a cómo nos llegan los recuerdos… De ahí se intentó que no tenga secciones, sino una navegación que tiene sentido en los temporal o con textos que se relacionan entre sí. Es una navegación guiada. Es intencional y el mérito es de Lis.

-¿Por qué el nombre, Picardía?

-Es mi primer libro. Picardía genera intriga. La usamos con una doble significación: está más allá de la viveza criolla. También está ese dejo de lamento al decir «qué picardía desperdiciar esto»… como algo que podría haber sido pero no sucedió. Y picardía también porque el mundo es de los audaces, de los que se animan. Esto se pasa muy rápido como para no atreverse a lo que valga la pena atreverse.

Matías considera que esto de generar Picardía, lo ayuda a conectarse. «Ese dicho que reza tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro… El proceso creativo es eso, es crear algo tuyo. Poder regalarte mi libro es darte una parte mía. Eso es un puente muy fuerte, algo que conecta profundamente», confiesa.

El libro se presentó el último fin de semana de la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, lo que significó revitalizar las alegrías que la obra le produce. «A mí me gusta mucho el concepto de puente. Creo que las personas somos puente que nos llevamos a otro lugar. Para mí, Picardía fue un puente de encuentro con muchas personas y a partir de este libro conocí a muchos autores santafesinos, con los que comencé a compartir historias y vida», cuenta.

«La mayor satisfacción es esa: conectar. También es una extensión de mi. El libro se me escapó ahora. Es una expansión. Yo creía que en este mundo instantáneo en que se vive, este mundo espasmódico, histérico, el libro ya había cumplido su ciclo -fue editado en 2020-. Esto de la Feria del Libro es un mimo más, es sentir que si prensábamos un poco más el café aun tenia algo para brindar. De todas maneras, cuando veo los nombres que han estado en la feria, todavía no puedo creer que Picardía se presente ahí. Todavía creo que es un error del sistema», concluye con una enorme sonrisa.

Autodefinido

«Soy el hijo de dos buenos tipos. Si me describen así, estaría bien. El valor de la amistad es un valor supremo para mí. Me defino como familiero y amiguero. Soy contradicciones. Soy preguntas».

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