Este líder refleja un modo de ser, pensar y actuar en la cotidianeidad de los empleos. Todos los jefes con similares características poseen una percepción de su personal que no es diferente a la que tienen respecto de otras personas, en donde la desconfianza es lo que prima.
Textos. Psic. Gustavo Giorgi.
Uno de mis primeros acercamientos a la literatura fue a través de las historietas, género que más de uno denigró hasta que los comics pudieron, en cierta medida, mejorar su reputación, esnobismo mediante.
En El Tony aparecían historias de guapos, narradas en la Buenos Aires de los años 20 y 30 en la que, además de brindar entretenimiento también enseñaban algunas cosas. Va por caso el de un comisario de esa época, útil para ilustrar la historia que sigue.
En la oficina al jefe le decían “Estilete” porque tenía la especial cualidad de hincarte bien profundo, en el momento que menos lo esperabas. Ejemplos:
a. Generalmente nunca lee los informes que pide, por ende, tu entusiasmo para hacerlos con calidad fue menguando con el tiempo. Recordás especialmente dos de ellos, una comparativa de ventas de los últimos 3 años y un segundo con la proyección 2020. ¡Lo que trabajaste ese fin de semana, que hasta te impidió ir a la comunión de tu sobrino!. Estabas orgulloso cuando lo dejaste en su escritorio el lunes. Te ibas sonriendo, anticipando una felicitación y quien te dice un ascenso… Jamás El Estilete te hizo una devolución del informe. Pasó sin pena ni gloria, y se fue sin escalas al tacho. Ni felicitación, ni regalito: niente. De ahí en adelante seguís cumpliendo con los reportes, pero indudablemente la atención prestada no es mucha.
El asunto es esta vez que realmente no pudiste cumplir, porque tu hija se iba de viaje por sus 15, justo ahí te lo pide. La primera vez en un año lo pide, especialmente, cuando no lo hiciste. ¿Ves por qué le decimos Estilete?.
b. Tu jefe siempre llega, desde que lo conocés, cerca de las diez de la mañana. Parece que le gusta trabajar de corrido hasta tarde y lógicamente no le dan las baterías si comienza el día a primera hora. Vos, por el contrario, sos un fan de la puntualidad. Te parece una real falta de respeto que lleguen tarde a un compromiso, y te enojás mucho cuando tu mujer se demora en el baño o deja todo para hacer a último momento. Te jactás de esta característica y es bastante usual escucharte hablar de esto en las reuniones con amigos.
El caso es que este miércoles te fuiste a sacar sangre tempranito, seguro de poder estar en el trabajo a horario, pero al bioquímico se le juntaron un par de madrugadores viejitos de Pami y saliste media hora más tarde de lo calculado. Lo loco es que, mientras estás dejando el paraguas junto a la puerta de la oficina, mágicamente entra él. “Marito, a ver si te ponés un poquito las pilas con el horario… mirá que entramos a las 8, no a las 8.30…”. El Estilete strikes again.
c. Porque pensás que no está bueno hacer siempre lo mismo, te preocupás por generar ideas que mejoren y tornen más variadas las tareas, cada dos por tres se te ocurre alguna cosa, vas y la proponés al jefe. De todas, hubo varias que aprobó por lo que te convertiste en uno de sus hombres de confianza, paulatinamente. Sobre esta base, venís trabajando con mucho esmero en un proyecto para disminuir el tiempo de espera de los clientes. Le metiste muchas ganas a esto, viendo cosas por Internet y averiguando qué hacía la competencia. Lo terminaste. Se lo das y como respuesta obtenés un: “Me encanta que estemos en sintonía. Justamente contraté a una agencia para trabajar en algo así. Me mostraron lo que habían hecho en otras empresas y me gustó tanto que lo van a hacer aquí, así que por el momento tu proyecto no va, pero te propongo trabajar con ellos ¡así podrás aportarles todo tu conocimiento!”. ¡Pum! (ruido estrepitoso de tu motivación, estampada contra el suelo).
La referencia del inicio tenía que ver con que el aludido comisario tenía una manera de interrogar bastante más psicopática que cruel. En la historieta, se lo veía entrar a los calabozos con un afilado lápiz, que iba blandiendo cerca de la orejita de los acusados, a medida que la declaración no aparecía, o se volvía confusa. Esto me llevó a pensar años más tarde que casi cualquier elemento podría convertirse en un arma, y que un simple lápiz, utilizado para escribir mensajes y comunicar, también podía ser perfectamente un estilete.
Efectos en los colaboradores del Estilo, comunicación y posicionamiento del Líder
En rigor de verdad, se han escrito y escriben diariamente chorradas de palabras a este respecto, tratando de dar cuenta de las diferentes conductas que pudiese tener una persona con otras a su cargo, indicándose además cuál o cuáles de ellas serían las más adecuadas para conseguir resultados. Y como sucede a menudo, dentro de este universo de prescripciones e interdicciones hay material útil y otro que no lo es tanto, sobre todo por la dificultad de adaptación que observa con nuestros líderes argentinos y por que no decirlo, los santafesinos. Teniendo esto por consideración, y usando como recurso central el proporcionado por mi práctica y experiencia, conocí distintos estilos de liderazgo y uno de ellos es el que aquí presento.
El Estilete refleja un modo de ser, pensar y actuar en la cotidianeidad de los empleos. Todos los jefes con similares características poseen una percepción de su personal que no es diferente a la que tienen respecto de otras personas, en donde la desconfianza es lo que prima. Pienso que es probable que la causa de estar a la defensiva o ese actuar por las dudas sea el efecto de un mecanismo inconciente típico: el de la proyección. El mismo, consiste en percibir comportamientos en el otro que no puedo tolerar en mí mismo. Los celos, por caso, son un claro ejemplo de ello y para ser didáctico y salvaje al mismo tiempo, diré que en algunos casos las personas celosas, que piensan que su pareja va a engañarlos, es en realidad porque en su inconciente subyacen deseos de infidelidad (1). Consecuentemente, es posible que aquel jefe atento a no sufrir las malas acciones de sus empleados, en realidad oculte su propia tendencia a traicionarlos o directamente a dañarlos.
El Estilete, con un estilo francamente desencaminado, capaz de aparecer en el momento justo y menos indicado para el otro, siempre dispuesto a encontrar las fallas y errores, genera como efecto inmediato el enojo, y a largo plazo una disminución progresiva y preocupante del sentido de pertenencia, compromiso y motivación con la empresa.
(1) Si alguien quisiera ahondar en este tema, recomiendo calurosamente la lectura de “Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad”. Freud, S. 1921. O. Completas Tomo XVIII Ed. Amorrortu.