Canciones, fusión, calidez interpretativa. Jazz, improvisación, composiciones propias. En esta entrega “Meteorológico” del grupo Barro nos introduce en un viaje por sonidos del folklore argentino, la música urbana, toques de jazz y la canción como protagonista. “Eme” es un disco de jazz, hecho por músicos jóvenes santafesinos en formato de cuarteto comandados por el saxofonista Pablo Aristein.
Por Mili López.
“Meteorológico”, Barro
(La Casita Rodante, 2014)
Barro cumple 10 años de música, de gestión independiente, de apertura de espacios para músicos y de canciones concebidas. La cantante Cintia Bertolino y el músico Franco Bongioani son los mentores de este viaje de composiciones propias que propone el disco “Meteorológico” con músicos invitados para embellecer cada canción.
A modo de manifiesto en la contratapa reza: “¿Puede un berimbau o una tarka hablar en lengua MIDI?… Dialogar, mientras más voces diferentes, mejor… puede ser un camino, convertirnos en políglotas sonoros de un lenguaje que nunca fue universal”.
Así sin prejuicios ni acartonamientos este proyecto musical reúne músicas de raíz folklórica, rock, jazz, lo acústico, lo despojado, lo eléctrico, factores que potencian a la canción. Es aire fresco para decir desde la contemporaneidad, con una referencia a tradiciones heredadas y elegidas, donde todo confluye en una sonoridad propia.
Abre “Limón tres” con un registro en vivo de tormenta -quizás muestra de la permeabilidad a los sonidos cotidianos- que es el preludio de una canción con pinceladas de jazz donde los climas sonoros y los coros son marcas registradas, éstos últimos recursos que se repiten en “A través de las siete”, aunque en este tema lo percusivo también adquiere valor y nos traslada a otras latitudes del mapa latinoamericano.
El cello de Juan Candioti nos invita a encontrarnos en una melodía sencilla en “Guay”, donde el paisaje nos traslada a la música andina, con atisbos del noroeste argentino, donde el clarinete de Ivana Papini se suma a la coloratura sonora y la percusión de Gonzalo Díaz aporta ese paso detenido en el tiempo.
En “El olvido” aires de chacarera se cuelan en la estructura formal de la canción. Los coros de Paula Rodríguez junto a Bertolino en arreglos de terceras fortalecen la expresividad. La caja marcando un cambio de dinámica remite por un segundo al canto de las copleras.
Los vientos andinos -sikuris- dicen presente para “Sueño Baguala” donde la letra describe con sensibilidad poética postales cotidianas en paisajes no tan ajenos. “Cansoneto” es quizás la canción más alejada de la estética narrativa total pero es donde aparecen imágenes hasta “teatrales” con una letra potente y un estribillo contundente.
“Remanso” y “Canción de luna”, exponen la calidad interpretativa de la cantante, donde la voz se luce en su amplitud de registro, la afinación y la delicada manera de decir de Bertolino. Ambas canciones con sutiles arreglos en la instrumentación que permiten el diálogo entre los que propician el encuentro.
El arte de tapa de Jésica Bertolino acompaña a esta música y la resignifica en el disco como objeto de arte. Con una estética ecléctica, Barro apunta a la sensibilidad, a la canción como vehículo de comunicación, a la música como fluir de sentimientos, al arte como un acto de amor.
Walkman: Escuchar “Cansoneto” con campari con naranja en mano en la húmeda noche.
“Eme”, Pablo Aristein 4tet
(Arbolito Solo, 2014)
Pablo Aristein es una de las promesas convertidas en realidad que ha gestado la Jazz Ensamble Junior, agrupación que es semillero de la emblemática big band de Santa Fe. Luego de su derrotero por la ciudad porteña, estudiando y haciéndose de cómplices musicales, “Eme” es el disco donde muestra su proyecto en formación de cuarteto.
Con Aristein en saxofón, Cristian Bórtoli en contrabajo, Nahuel Ramayo, en batería y Edmundo Puyol en Guitarra, este seleccionado propone un disco de jazz con temas propios y dos standards.
En las composiciones de Aristein se evidencia una madurez en el manejo de los conceptos jazzísticos, los arreglos están siempre en equilibrio, todo va de acuerdo a un sonido total. Una creatividad paciente pero persistente para que el disco tenga fluidez. No es choque o impacto jazzero es un fluir jazzístico, un río de colores del saxo combinados con rítmicas acompañantes firmes, es una Siesta Santafesina o un Buenos Aires Hora Cero.
“Alternativo” es un espacio para la improvisación, el diálogo y la muestra del virtuosismo interpretativo del músico que encabeza la propuesta. Algunos sobreagudos hacen que el registro se amplíe y se pueda disfrutar del sonido del saxo desde todos sus ángulos. Luego la guitarra toma la posta y sobresale de su otra función de base.
“Nubes” aporta desde lo tímbrico, fuerte presencia de la batería pero con pequeños comentarios sutiles. Es un degustar exquisito desde todos los rincones del paladar. Es un caminar pausado admirando cada nota, cada acorde, cada bajo, cada parche.
Se destaca “Episodios”, con sus cinco o seis partes claramente identificables que hablan de eso, de momentos o episodios: ideas abstractas instantáneas que rigen por la emoción y la construcción.
También hay elementos que no son abstractos, la base rítmica de Bórtoli, Ramayo y Puyol que en algunos momentos se desdibuja una baguala solitaria, y el sonido del saxo que canaliza como una masa atonal.
En cuanto a los standards, “My melancholy baby” pareciera no encajar perfectamente con la narrativa musical del disco, quizás su inclusión es por algún sentido extramusical o gusto personal del músico. Por el contrario, “Dextery” imprime un sello de lo que parece ser una de las venas principales de su estilo, obviamente ligado a Charly Parker.
La calidad y expresividad interpretativa está a flor de piel. El saxo conduce desde la línea melódica, cuidando las intensidades y la coloratura que permite el instrumento y la base rítmica no sólo se destacan a partir de las resoluciones técnicas que les demanda el instrumento sino que captan a la perfección el balanceo del sonido y la comunicación de cada tema.
Este disco es una carta de presentación, un estado de situación de un músico que tiene mucho para dar. Inquieto, disciplinado, observador y sensible, Aristein sabe lo que quiere decir y trabaja para ello. Es el augurio de una carrera promisoria.
Walkman: Escuchar “Nubes” en algún paraje solitario de la siesta santafesina.