Música para descubrir


Canción urbana, historias, poesías. El rock progresivo de los 70 y sus fusiones. En esta entrega,la voz de Ana Suñé cuenta y canta “Vientos de la calle”. A 40 años de la grabación de “Síntesis”, el sello BlueArt Records vuelve a reeditarlo en cd.

Textos: Mili López

“Sintesis”. Sintesis (2016, BlueArt)

 

En los años 70 el rock comenzó a expandir su campo creativo. Fueron momentos de semilleros de estilos abiertos a la experimentación. El rock progresivo o también llamado prog rock fue una de sus expansiones. En Rosario, Síntesis fue uno de sus exponentes locales del subgénero nacido en Reino Unido y luego esparcido por todo el mundo.

 

En 1976, editaron su único disco, que lleva el mismo nombre que el grupo y que contenía sólo 6 temas. En 2016, a 40 años de su grabación, el sello BlueArt Records vuelve a reeditarlo en cd por primera vez, con bonus track, fotos inéditas del trío y una remasterización a partir de las cintas originales.

 

El valor simbólico no sólo es por lo musical sino que este registro se realizó en dos días -el 24 y 25 de marzo del 76-. El primero de ellos coincide con el golpe militar que instaló la dictadura en Argentina.

 

Con inminente presencia de la guitarra con acertados arreglos de cuerdas y vientos, cada tema es una ventana abierta hacia un lenguaje diferente. Así despliegan ingredientes del jazz, del blues y aproximaciones sinfónicas desde la mirada del rock.
Abre el registro “Lo obvio según yo”, con cambios de métrica y compases, resultado de una búsqueda intelectual desde lo compositivo. Un ejemplo similar fue el grupo Camel y su disco “Lady Fantasy”.

 

Le sigue “Sin nada”, donde el violín solista nos introduce en un ambiente sinfónico orquestal. Si se quiere hacer un paralelismo o un parentesco, King Crimson fue uno de los exponentes de este tipo de instrumentación que buscaba la sofisticación de la música popular.

 

En esta paleta, “La necesidad de amar… a veces”, de base jazzera con una fuerte intención depositada en los arreglos de los vientos nos remite al ángel de Miles Davis metiendo sus cadencias y expresiones musicales en este tema. Los espacios para la improvisación y la base rítmica pareciera que es un grupo de jazz abordando al rock.

 

En “Algunas maneras de expresarme”, se escucha una guitarra más “elaborada” a lo Frank Zappa. Los riff y efectos del instrumento líder y el apoyo en la base nos permite un viaje hacia el hard rock del grupo británico Deep Purple con su legendario tema “Smoke on the water” (1972).

 

El saxo alto se destaca en el track de más duración del disco “El Final”, tiene su momento para la improvisación y es el portador de la melodía que también comparte con el clarinete. El tema más rockero llega al final con el bonus track “Reminiscencias”, con la guitarra con distorsión al frente a lo Jeff Beck.

 

Este disco nos lleva a la retrospección y a indagar en algunos pasajes musicales o recursos que hoy ya están consolidados en estilos de grandes grupos que han hecho historia, pero que en esos años sólo se estaban gestando. Es una puerta de entrada para conocer muchas vertientes del rock, un viaje desde Yes y Pink Floyd, hasta Genesis y Led Zeppelin.

 

Escuchar “Sin Nada” con un whisky on the rocks.

 

 

“Vientos de la calle”. Ana Suñé Grupo
(2015, Producción Independiente)

 

Este disco es un convite a conocer historias que se visten de distintos estilos y géneros musicales, siempre reinando la canción. Valses, candombes, boleros y otras músicas al servicio de la prosa. Así, “Vientos de la calle” es un muestreo de música popular latinoamericana que se percibe en los arreglos instrumentales, en los coros y en el lenguaje musical de cada tema.

 

El grupo, además de Ana Suñé en voz, se conforma con Pancho Torres, en guitarra, coros y arreglos, Elina Goldsack en piano, flauta traversa y coros, Maxi Maglianese en percusión y coros y Mariano Ferrando en bajo y coros.

 

Abre “Esquina y tiempo”, un candombe tranquilo, donde el relato es protagonista y la voz inaugura la escucha dejando rastros del amplio registro de la cantante y de la sensibilidad para decir.

 

El sonido del piano seduce, percusivo en los bajos y en diálogo con la melodía en un tono íntimo, es el vehículo para escuchar “Testimonio”. “Cada dios/cada viaje/cada ceremonia en el tiempo/van bordando su propia huella” canta Ana como un ritual.
Así, como si caminara descalza sobre la arena aparece la voz sola con la percusión que coquetea entre la bossanova y el samba en “Lucero”. En el devenir, el tema va aumentando su brillo en la incorporación de cada instrumento. Cantan los ancestros que traen felicidad.

 

Un alto en la escucha es el track “Ángel urbano” por el encuentro de voces de Natalia García Cervera y Ana Suñé acompañadas solo por la guitarra y sutiles percusiones la cuerda de tambores de candombe- que permiten poner el foco en la letra de la canción y su dimensión simbólica.

 

Además de los temas propios, se incluyen en la lista “Vals sin memoria” -al estilo del guitarrista peruano Lucho González- que es de autoría de Tito Gatti y Pancho Torres; “Se va, se va, se fue”, de Jorge Drexler, donde se destacan los arreglos para la guitarra y la flauta; y una bella versión de “Asilo en tu corazón” de Luis Alberto Spinetta.

 

Concebido como un objeto integral, el arte de tapa de Ana Jacob Pasgal es original y apunta a lo artesanal. La caja de papel madera que contiene al disco con espacios calados que dejan entrever el libro con las letras de las canciones y las fotografías de Hugo Pascucci, remiten a la idea musical de este disco.

 

Con aires de trova, Ana Suñé ha sabido construir un estilo propio a la hora de decir y de cantar. Influenciada por innumerables artistas de la música popular, donde el rock y el folklore de cada lugar se entremezclan, hace que su canción sea auténtica. La poesía como bandera y la cálida música que acompaña, hace que estos tracks sean para el deleite y la emoción compartida. Ella lo dice sencillo: “Cada uno deja su huella/ en su andanza por esta vida”.

 

Escuchar “Viaje confuso” caminando por cualquier rincón de la ciudad.

 

 

Previo Carnavaleando en Santa Fe
Siguiente Orfebre de la palabra