Juego, creatividad, instrumentos, canciones. Improvisación, lenguaje, timbres, descubrir el instrumento. En esta entrega “Recreo” del grupo de música para niños Pim Pau invita a divertirse y a participar en cada canción. Uno de los exponentes del jazz argentino como es el pianista Eduardo Elía, nos introduce en el maravilloso mundo del piano en su disco “Solo”.
Por Mili López.
‘RECREO‘ Pim Pau
(Pim Pau, 2016)
Desde su nombre se propone una idea conceptual que atraviesa al disco como espacio de diversión. “Recreo” es el momento en que los niños tienen un descanso de las actividades y donde el juego reina por sí mismo en el ámbito escolar. Es que los Pim Pau (nombre onomatopéyico devenido de una canción) son docentes inquietos que buscan despertar los costados creativos de los niños y por qué no también de los grandes.
Lúdico y vibrante, con fuerte influencia de la música brasileña, el trío compuesto por Lucho Milocco (músico, compositor y docente), Eva Harvez (bailarina, coreógrafa y docente) y Cássio Carvalho (artista visual, compositor, docente y también productor) invitan a bailar, saltar, aplaudir, moverse y divertirse.
Hay canciones con poesía y ritmo, con juegos de eco, onomatopeyas, un entretenido repertorio autoral y canciones tradicionales versionadas de manera novedosa como “La mascota” (Pollito Pio), “Soy un coya chiquito”, donde se destaca la sonoridad del cello y un compilado de canciones de tren. Cada canción es una exploración sonora a partir de la instrumentación y también un descubrir en el abordaje de la letra.
“Tucumpá” es uno de los temas de Milocco que propone un juego de percusión corporal que acompaña una canción creada a través de onomatopeyas. El pandero es protagonista en el tema popular “La calesita” que también invita al juego para girar y girar.
Al ritmo de samba, “Verano en la ciudad”, de Carvalho se destaca con letra festiva y ritmo contagioso que se enriquece con un amplio set de timbres que incluye surdos, shakers, redos y chapitas que contagian a los instrumentos armónicos como la guitarra y el cavaquinho.
Por si todo esto pareciera poco, el disco cuenta como invitados a un consagrado de la canción infantil como es Luis Pescetti en la voz de “Caballito de Mar”, que cuenta con la intervención de niños que juegan con las vocales y las palabras, donde se luce la particular sonoridad de la marimba. También el Dúo Karma aporta sus voces en “El yaguareté”, un coqueteo con el reggae con palabras en guaraní.
“Paseo”, “Hasta pronto” y “Kalimbus” son tres instrumentales poco usual en la música infantil- que se intercalan entre las canciones y abren el universo tímbrico-sonoro. Además, en el librito -que forma parte del creativo y bello arte de tapa- se incluyen sugerencias de juegos para cada canción.
Lo de Pim Pau es un despliegue de alegría, belleza y dedicación a favor de los más chicos para que ellos disfruten de su tiempo, “ese tiempo no apurado”. “Recreo” es una celebración, en el sentido de festejo, nada que ver con su otra acepción que es solemnidad. Nada tiene de solemne este registro, es la decisión de volver sobre la fantasía como juego, el juego como aprendizaje artístico, el cuerpo y la palabra como instrumentoà En definitiva, dedicar el tiempo a ser niños.
“SOLO” Eduardo Elía
(Blue Art, 2016)
Hay músicas que te dan respuestas y otras te hacen preguntas. Con este disco surgen interrogantes acerca de qué es el jazz, se disparan preguntas constructivas y abiertas, reflexiones sobre la peRcepción musical, y fundamentalmente sobre el entendimiento de un estilo popular.
Cordobés, discípulo de Ernesto Jodos y becado luego en la escuela Berklee de Boston, Eduardo Elía es una de las voces más particulares del jazz reciente. En “Solo” muestra todo su despliegue interpretativo sobre el piano, sus momentos virtuosos y sus búsquedas sonoras.
“Circle”, de Miles Davis abre el disco con un abordaje que por momentos nos hace viajar en el tiempo al piano de Keith Jarret de los 70 que proponía en el Koln Concert un estilo de canción con pasajes de ostinatos y otros bucólicos yendo hacia una melodía que aparecía cantando.
Después del primer tema comienza su propuesta más abstracta, donde la textura musical desintegra la melodía como un puntillismo gráfico y al mismo tiempo corre con dos melodías una superior y otra inferior, con algunos acordes “monkeanos”.
‘Una idea‘ es uno de los temas de su autoría, donde el lenguaje polifónico invade el sonido hasta convertirlo en una lluvia de ideas, es una búsqueda, una construcción donde se perciben colores, impresiones y voces, sin cerrar por completo la idea.
El standard de jazz más desafiante para los músicos del género ‘Giant Steps‘, en este caso ejecutado magistralmente, con mensajes entre líneas y acordes, lo expone sin dejar ni un espacio como si fuera el mismo Coltrane interpretando el tema.
La perla del disco es ‘Peace‘, tema que pertenece a Ornette Colemann grabado en un paradigmático disco en el 59, uno de las primeras propuestas avant-garde que se propuso en el jazz donde él mismo decidió realizarla sin instrumentos armónicos, o sea sin piano y/o sin guitarra. Eduardo juego con armonías disonantes y partes octavadas como haciendo alusión a esta característica tan especial. Además, el tempo que elige lleva a la escucha a un sitio de tranquilidad que alude el título del tema.
Se suceden dos temas de Elía, como son “Wertic”, una sucesión encadenada de acordes y arpegios donde se cuela una tímida línea melódica y “Pasajero frecuente” que juega con el diálogo de pregunta y respuesta. El cierre, una bella versión de “Virgo”, de Wayne Shorter, se lucen los silencios, los espacios, los arpegios y las cadencias.
“Solo” es un disco sólido que muestra la madurez de este intérprete. La falta de exposición melódica de los temas hace que la abstracción sea la reina -sobre todo en los temas versionados que se pierde la idea del original, se desmenuza tanto que se crea otro lenguaje- y, por eso, quizás este repertorio quede destinado a la escucha de los entendidos en el género.