Cuando logramos estar organizados y ordenados nuestro consumo se vuelve más responsable, medido, controlado y consciente.
Textos. Nadia Novillo.
Al hablar de los beneficios de la organización y el orden, destacamos que nos permiten llevar una vida diaria más eficiente en la que ahorramos y ya no perdemos sino que ganamos tiempo, espacio y dinero.
Si pretendemos ponernos aún más filosóficos, podemos decir que el tiempo es dinero: “El precio de las cosas es la cantidad de vida que intercambiamos para adquirirlas”.
Lo cierto es que cuando ordenamos tomamos real conciencia de la cantidad de cosas que tenemos, que vamos guardando y acumulando sin demasiada lógica ni argumento ya que en la mayoría de los casos se trata de elementos que olvidamos y no volveremos a usar.
Debemos saber que cada cosa que tenemos tiene un costo monetario que pagamos al momento de la compra, pero luego seguimos gastando dinero, tiempo, energía y esfuerzo en limpiarla, mantenerla, repararla, trasladarla (al adquirirla y en las mudanzas), gastos de seguros (por rotura, pérdida o robo), gastos en sistemas de seguridad para cuidar y proteger esas pertenencias. Incluso llegamos a pagar por tener objetos y mobiliarios almacenados en depósitos o bauleras.
Cuántas veces nos quejamos diciendo que nos falta lugar, cuando el verdadero problema reside en el exceso y acumulación de cosas que tenemos.
Estudios y estadísticas afirman que pagamos más por el espacio para todas nuestras pertenencias que para nuestro espacio vital personal y familiar. Esto quiere decir que los metros cuadrados de nuestras casas están siendo ocupados mayoritariamente por objetos y mobiliario, superando la cantidad de metros cuadrados disponibles libres para las personas.
El fenómeno del orden y la organización surge atendiendo a dar respuesta a distintas necesidades. Por ejemplo, en Japón la causa es que el espacio es realmente muy preciado; en cambio en Estados Unidos, nace como respuesta al consumismo desmedido y desenfrenado.
Actualmente hay una tendencia mundial que invita al minimalismo, a vivir de un modo más simple, más liviano, más despojado. La propuesta es dar más importancia a los momentos vividos y compartidos, a las relaciones personales, familiares y no tanto a los objetos y lo material.
El nuevo “leit motiv” como estilo de vida es “menos es más” y propone aprender a soltar, a despojarnos de lo que no necesitamos.
Cuando logramos estar organizados y ordenados nuestro consumo se vuelve más responsable, medido, controlado y consciente. Ya no realizamos compras impulsivas ni compulsivas. Pensamos y analizamos cada compra. Y esto ocurre como consecuencia de saber lo que tenemos, lo que necesitamos, lo que nos está haciendo falta, lo que debemos reponer. Así nos conocemos mejor como consumidores: hay cosas que ya no volveremos a comprar porque lo hicimos en el pasado y luego no las usamos.
También dejamos de comprar en grandes cantidades determinado producto porque descubrimos que no llegamos a consumirlo o a usarlo y terminamos tirándolo porque caduca y se vence.
El orden nos permite hacer compras inteligentes, de esta forma nos volvemos más racionales y selectivos, sabemos lo que buscamos y queremos, damos prioridad a la calidad y ya no a la cantidad.

ANTES DE COMPRAR
Les propongo una serie de preguntas que debemos hacernos antes de concretar una compra:
1- ¿Realmente necesitamos eso que nos queremos comprar?
2- ¿Nos encanta?
3- ¿Tenemos la certeza de que la vamos a usar?
4- ¿Tenemos en casa algo similar o parecido?
5- ¿Dónde lo vamos a guardar? ¿Tenemos lugar?
6- ¿El precio es razonable? ¿Qué relación hay entre precio y calidad?
Por supuesto que también es válido y está muy bien darnos nuestros gustos y comprarnos algo simplemente porque nos gustó, más allá de necesitarlo.
En ocasiones nos engañamos a nosotros mismos creyendo que estamos haciendo una compra inteligente, cuando nos vemos tentados por promociones, descuentos y saldos. Entonces compramos por comprar, solo porque es barato, pero resulta que compramos un color que no nos convence, un talle o número que no es el nuestro, o hasta una prenda que jamás usaremos porque nada tiene que ver con nuestro estilo.
La organización nos da la posibilidad de hacer compras inteligentes planeándolas, porque sabemos lo que tenemos y lo que necesitamos. Entonces sí podemos aprovechar la infinidad de descuentos que ofrecen en días determinados los distintos bancos, supermercados y estaciones de servicio.
Siempre que planifiquemos nuestros consumos y compras atendiendo a nuestras necesidades podremos beneficiarnos con el amplio abanico de oportunidades que nos ofrecen las marcas y empresas para fidelizarnos como clientes: puntos, millas, premios, upgrade, free pass, accesos vip, Hot Sale, Black Friday, 2×1, 50 % de descuento en la segunda unidad y otras múltiples bonificaciones.
Nuestras finanzas también se verán beneficiadas si están organizadas. Es recomendable llevar un control de ingresos y gastos, y de los pagos a realizar para evitar pagar cargos extras por intereses, mora o pagos fuera de término.
Todo lo que refiere a pagos de impuestos, servicios, obra social, expensas, alquiler, créditos, hipotecas, patentes, seguros, matrículas y cuotas de colegio, así como gastos fijos en general; pueden ser afectados al débito automático o bien pagarse a través de home banking dejando programadas las alertas de pago de acuerdo a las fechas límite.
El consumo compulsivo y desmedido lleva a las personas a comprar buscando así sentirse mejor, aún sin tener el poder adquisitivo necesario para afrontar esas compras y sin tener lugar disponible para guardarlas. Les aseguro que quienes comiencen a establecer criterios de orden y organización en sus vidas y en sus hogares descubrirán muchísima más satisfacción y gratificación en “soltar” cosas que en adquirirlas.