Poesía federal libre en pandemia


Poetas de todo el país se hallan reunidos en este libro «Poesía Federal», editado por la Sociedad Argentina de Escritores. La respuesta de la literatura al distanciamiento social tomó forma de cientos de poemas.

El arte siempre se abre paso, más en tiempos difíciles. Desde todas las filiales del país de la SADE se respondió a la convocatoria de envío de poemas para celebrar de manera virtual el Día del Lector.

Cada año, SADE Nacional elabora tarjetas por el Día del Lector: 24 de agosto, en conmemoración del natalicio del escritor Jorge Luis Borges.

Son tarjetas que contienen un poema y una fotografía de cada autor, socio de las diferentes filiales. Ese día se realiza, en todas las filiales, la «Suelta de Poemas»: se leen las poesías en encuentros Literarios, Cafés Literarios, Ferias del Libro, etc.

El año pasado debido a la pandemia, no pudo realizarse como siempre en forma presencial, pero sí se llevó a cabo en forma virtual. Se subieron los poemas a las distintas redes sociales (Facebook, Instagram) y se leyeron en las plataformas virtuales: Zoom, Meet, etc.

Fue tan grande la Suelta virtual, que SADE Nacional decidió imprimir un libro en papel, con la gran cantidad de poemas recibidos de todas las filiales.

Así nació «Poesía Federal»: una antología verdaderamente federal pues allí encontramos los nombres de poetas de todas las provincias argentinas. Un verdadero logro.

Días pasados, la Sociedad Argentina de Escritores de Santa Fe recibió ejemplares de la Antología «poesía Federal», realizada por SADE nacional.

Dicha Antología está compuesta por la obra de poetas asociados a las distintas filiales de la Institución. Cada filial envió los trabajos de diez autores: un poema y una fotografía de cada autor. De manera que, si tenemos en cuenta que son 70 las filiales de SADE en todo el país, podremos darnos cuenta de la magnitud de la obra. (son más de 420 páginas). La filial Santa Fe envió los poemas de diez autores santafesinos: Oscar Agú, Alicia Vincenzini, Zunilda Gaite, Zulma Molaro, María Beatriz Bolsi, María Amelia Schaller, María Luisa Ferraris, Elda Sotti, Horacio Rossi y Sandra Gudiño.

El libro lleva prólogos del presidente de SADE Nacional, Dr. Alejandro Vaccaro y del vicepresidente Ernesto Fernández Nuñez. Para conseguirlo, contactarse con SADE filial Santa Fe, o en Mercado Norte.

Un poema no alcanza (arte poético)

Si se escribe en el cuerpo

puedo escribirlo en mis versos

tantas palabras que tocan mis sueños

mis huesos

si duelen      si marcan

si encienden       si faltan

no las guardaré en silencio

serán una ofrenda

confeso secreto

un grito en la noche

tantas palabras por decir que

un poema no alcanza.

Alicia Vicenzini

I

Llevamos en las manos

antorchas

(aquel fuego robado a los dioses

que atesoraremos ad infinitum).

No impulsan

silbidos que exploran

los bordes de las sombras

y las voces del pasado,

savia que no duerme.

Crecen las huellas de nuestros

pasos…

Y en cada recodo,

vestigios de un pájaro

sin destino.

Elda Sotti de González

Del respeto

Porque soy parte de la espiga y la

nube,

No puedo no respetarte…

Porque soy parte de la sangre y del

tiempo,

No puedo no respetarte…

Parte del conocimiento y del

cansancio.

Parte de los días y de los ríos,

Parte del amor y de las glicinas

Parte de las tierras y los esfuerzos,

Parte del clima y de los nombres…

Y de los tejidos y de las palabras,

Y de los pensamientos y del sudor,

Y de paisajes y del llanto,

Y de la línea…

Porque soy parte

De la vida…

No puedo

No respetarte.

Horacio C. Rossi

Reja

Dame la mano, Amor, que ya se posa

un desmayo lavanda en el ocaso

y en un puñal de reja está cautiva

la hoja que aleteaba en el espacio.

Amor, tu puedes rescatar su sueño;

impúlsala a volar desde tu mano;

danza con ella este minué de otoño

que ya el invierno acecha su cansancio.

Libérala de esa reja que la clava

¿no ves que tiene corazón de pájaro?

María Amelia Schaller

Por sus alas

Pájaros en el aire.

Pájaros entre las manos

pájaros en mi sangre.

Siempre en mi vida

pájaros.

De vuelo libertario.

De impenitente soñadora.

Como si el mundo se moviera

sólo por sus alas.

María Beatriz Bolsi.

Persiana americana

Tu perfumada ausencia atraviesa

nuevamente el claro y desolado

umbral,

y campea en el aura ambarina

de las mudas estancias.

Detrás de la triste persiana

americana

se expande todavía aquel

jardín de rosas de la tarde

donde solíamos estar.

Con gestos de otro siglo

te deslizas aún,

como un foulard de seda,

en la inconclusa puntada sobre el mantel de lino

donde descansan silentes tus anteojos dorados

y tu dedal de plata.

Y en la espera paciente de aquel gato rampante

que aguarda tu llamado.

Tu espectro no ha partido,

es mi certeza.

Porque sólo estarás definitivamente muerta

cuando tu voz no alcance mi memoria.

María Luisa Ferraris.

Invierno

Dijiste: -tengo frío.

Más temblorosas que tu piel

mis manos aletearon calor en tus pies descalzos.

La alcoba fue una fiesta de

mariposas.

Oscar Ángel Agú.

Poema por las dudas

¿Por qué memorizo la música

de un poema que taconea

puro brillo

en el empedrado?

¿A quién le importa el paisaje

del pibe casi once que malabarea

naranjas

en el semáforo?

¿Cuántos recuerdan el escenario

de una mano extendida en la vereda?

¿Dónde se esconde la tristeza

de una libertad durmiendo en la

avenida?

¿Por qué esta ciudad

no da flor ni fruto y recuesta la mirada

contra las rejas de la casa de color?

¿La duda

es verde?

Tal vez no está todo dicho.

Tal vez la duda ya no existe.

Sandra Graciela Gudiño.

Antes yo y lo adyacente éramos el mundo

Antes yo y lo adyacente éramos el mundo,

un enramado de contiguos,

amigos o enemigos

nos dábamos la mano.

Hoy nos ocultamos,

apretamos un botón,

y nos comunicamos,

ya no por la piel,

el contacto es real

pero no humano.

Los sentidos

fueron creados para amar.

Cómo poder hacerlo

con la imagen binaria.

Nos apartamos

más y más,

cada uno es un mundo,

un mundo lejano.

También el Big Bang

reina entre los hombres.

Zulma Molaro.

Sentido del silencio

Este extraño dolor

crece de golpe

en el tenue vacío

de mi corazón -enmudecido-.

La risa /ya/ ni siquiera

lastima el costado

vulnerable del tiempo.

Una ráfaga de fuego

alimenta en el alma

los sueños

perdidos.

Puedo sentir / que la noche

se derrite en otros soles

y develar / como un regalo

recién amanecido /

el verdadero sentido del silencio.

Zunilda Gaite.

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