Florencia Davies vive en Dinamarca, donde se mudo con el objetivo de salir a buscar, conocer y aprender otras culturas, idiomas y formas de vida distintas. Hoy nos cuenta su experiencia, en esta nota.
TEXTOS. Revista Nosotros. FOTOS. Gentileza entrevistada.
Flor Davies se fue de Argentina hacia Dinamarca en julio del 2021, hace relativamente poco tiempo. Pero cuando piensa en la cantidad de experiencias que vivió en este último año y medio, lo siente como mucho más. En ese tiempo viajó mucho, se fue a vivir sola, trabajó bastante e hizo amistades que, asegura, la van a acompañar de por vida.
«Más que nombrar los motivos que me llevaron a dejar el país prefiero pensar que todo comienza con el impulso de salir a conocer otros lugares, es otro punto de vista. El primero tiene que ver con una especie de frustración o resignación, y mi caso no era ese. El segundo tiene que ver con querer salir a buscar, conocer y aprender otras culturas, idiomas, formas de vida distintas. Con querer calmar la curiosidad sobre lo desconocido, con perder un poco el control, porque sentía que de esa zona vendrían los aprendizajes», cuenta en esta entrevista con Nosotros en la que repasa su experiencia.

– Contanos a qué te dedicás
– Soy licenciada en Diseño Gráfico. Cuando arranqué a estudiar, hace muchos años, no dimensioné las facilidades que me iba a brindar la profesión con esta forma de vida nómade. Cuando fui consciente de la posibilidad de poder viajar mientras trabajaba y las ventajas de ser autónoma, no paré. A la par de hacer trabajos de diseño a la distancia, cuando llegué a Copenhague, traté de buscar un trabajo que me permitiera socializar ya que para mi era prioridad poder «echar raíces», ya sea haciendo nuevas amistades, compartiendo con otros para poder aprender la cultura y entrenar muchísimo el idioma. De esta manera terminé a los pocos días trabajando en un restaurante mexicano ¡que lo más mexicano que tenía era yo!. Si bien los dueños eran daneses «pura cepa», el menú era al menos algo reconocible para mí. Además el ambiente laboral estaba formado por chicos de toda Europa que venían a estudiar a la ciudad, lo que también favorecía al intercambio cultural.
– ¿Qué cosas son las que más extrañás?
– Extraño desde el día uno toda nuestra gastronomía. Confieso haber llorado más de una vez por ello. Bife a la plancha, milanesas, asado, pescado de río a la parrilla, tortas con dulce de leche, masitas dulces, alfajores, queso cremoso, salsas… Todo eso se consigue afuera, a veces con mucho esfuerzo, pero nada tiene el gusto de casa. Después siempre encontrás la manera de construir un pedacito de Argentina en lo cotidiano: con las redes sociales y Whats App puedo mostrar lo que estoy haciendo en tiempo real a familia y amigos, y ellos a mi, así que no pierdo la cotidianeidad.
Sigo escuchando Los Palmeras cuando ando en bicicleta, durmiendo la siesta, juntándome con amigos a tomar mate o comer asado y jugando al truco. La esencia de la persona no cambia, cambia el contexto. En una juntada con extranjeros yo digo orgullosa que soy de Argentina, y en una juntada de argentinos yo digo orgullosa que soy santafesina. Así como los demás vienen a enriquecernos con su cultura uno también trata de transmitirle a un polaco por que la empanada se come con la mano, que está bien si todos tomamos de la misma bombilla del mate, cuál es el sentido de levantarte a las 4 am a ver un partido de fútbol o por que los santafesinos nos comemos las «s» al hablar. Yo todos los días escucho la radio argentina, y cada noche antes de dormir leo Twitter para ver qué esta pasando allá y no quedar afuera de las conversaciones con mis afectos.
– ¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta del nuevo lugar donde vivís?
– Es bastante relativo, y tampoco me interesa ir por la cuestión económica, política, etc… Prefiero nombrar características culturales. Algo que aprendí viviendo en Copenhague es algo que ellos denominan Hygge. No hay una traducción exacta pero sería como el placer de encontrar la felicidad en las cosas simples. Es una filosofía nórdica que implica el abordaje de los distintos aspectos de tu vida desde un lugar de disfrute, de placer. Por ejemplo, el danés no llega a su casa y prende la luz, ellos llegan al hogar y prenden velas. Y no solo en el ámbito privado, muchos aspectos de esta corriente pueden aplicarse a los cafés, las bibliotecas, escuelas, salas de espera y hasta ambientes laborales. Tiene que ver con bajar la velocidad con la que vivís el día a día para entender que uno es el protagonista y saborear lo que te está sucediendo.
Definitivamente lo que una argentina y más precisamente una santafesina detesta, es el clima y la poca cantidad de luz solar en invierno. El verano es mi día favorito del año (chiste danés), y la costumbre de cenar a las 18, tiene sentido cuando el sol empieza a esconderse a las 15. Por eso el danés promueve el estilo de vida Hygge, para sobrevivir a la hostilidad del clima escandinavo. Son, a mi criterio, las dos caras de la misma moneda.

– ¿Te costó adaptarte? ¿Las costumbres de allá son muy distintas a las de acá?
– Si, me costó, que nunca te digan que es fácil, porque no lo es, incluso para alguien bastante despojado como soy yo. La incomodidad es un gran termómetro para conocerse uno mismo. Las costumbres son abismalmente distintas. Desde los horarios de las comidas, la relación trabajo-vida en el hogar, las formas de demostrar afecto o desagrado. Por ejemplo, el humor argentino tiene mucha ironía o sarcasmo, algo que es muy difícil de traducir en otros idiomas, y lo tomo como ejemplo importante porque creo que desde el humor construís lazos con el otro. Pero bueno, tenés que estar abierto a que muchas veces vas a ser incomprendido y muchas otras vos no vas a terminar de entender al otro. En el exterior entrenás mucho la empatía y tu capacidad de flexibilidad para la adaptación, si no tenés esas habilidades podes llegar a pasarla muy mal o sentirte muy solo.
– ¿Crees que va a ser tu último lugar de residencia o proyectas vivir en otros lugares? ¿Volverías a vivir a Santa Fe o a alguna otra provincia de Argentina?
– No volvería a Argentina a vivir por el momento, ya conocí un estilo de vida que por ahora me llena el corazón. Para fin de año tengo pensado mudarme a Australia, allí intentaré encontrar un poco más de luz solar que perdí en el norte. Santa Fe siempre va conmigo, siempre. Cada vez que puedo la nombro y me pongo de pie, como la «Chiqui».

–¿Qué es lo más curioso que te tocó vivir en el país donde estás actualmente?
Mientras más te adentras en su cultura, más curiosidades encontrás. Solo por nombrar algunas:
– No se entra con zapatos a los hogares, siempre se dejan en la puerta. Incluso si vas de invitado a otra casa.
– Te pagan por reciclar. Cada supermercado tiene una máquina donde ingresas los envases vacíos de bebida y dependiendo el tamaño te entregan determinada cantidad de coronas a cambio.
– Si te quedas en el trabajo varios días seguidos después de horario, probablemente venga tu jefe a preguntarte si tienes algún problema en tu casa porque no estás pudiendo balancear correctamente tu vida entre lo laboral y la familia.
– Los padres suelen dejar afuera de los restaurantes o cafés a los cochecitos estacionados con los bebés en los días de frío mientras se reúnen adentro (obviamente abrigados). Lo hacen para que desde temprana edad se acostumbren a las bajas temperaturas.

IDA Y VUELTA
A los extranjeros de Argentina en general siempre les hablo maravillas de la Patagonia y les muestro fotos. A los nórdicos les encantan los paisajes del Chaltén nevado. También suelo tener largas charlas intentando transmitir lo que significan los domingos de asado, familia, amigos y fútbol. Te miran sorprendidos y deseosos de saber más.
Algo que les despierta mucha curiosidad y me suelen preguntar es acerca de nuestra producción artística. Los nuevos géneros musicales, artes plásticas, o tipos de teatro experimentales les llama la atención y lo encuentran muy atractivo. De hecho me ha sorprendido escuchar que en determinadas escuelas (aquellas más orientadas a alguna esfera artística), organizan viajes a Argentina, para investigar este tipo de producciones.
De Santa Fe en particular siempre doy mucha entidad y muestro fotos acerca de las actividades recreativas y deportivas en el río. Pescar, andar en lancha, windsurf, kitesurf, son muy bien valoradas en el extranjero.
Para los argentinos que quieren conocer Copenhague, mi sugerencia sería que caminen la ciudad mirando para arriba, parece salida de un cuento de hadas. Perderte en las callecitas de cada barrio es una aventura hermosa. Solo por nombrar algunos de mis favoritos: los lagos de Nørrebro, los canales de Nyhavn, el barrio de Christiania, la zona de Kastellet, los parques de diversiones Tivoli y Bakken, los ciervos en Dyrehaven. Desde calles empedradas, hasta castillos con lagos y cisnes, encontrás lugares hermosos en cada rincón de la ciudad. Pasé un año y medio viviendo ahí pero siempre con espíritu de turista y sorprendiéndome cada día».