Seguir los pasos de mamá


Ilustracion de Lucas Cejas. Madre e Hija

A horas de que se conmemore el Día de la Madre en nuestro país, Nosotros conversó con tres madres y tres hijas que tienen la misma profesión, oficio y vocación. Son tres historias donde el cordón umbilical que las unía en el vientre materno sigue estando presente en la vida adulta pero de manera invisible.

 

Textos. Mónica Ritacca ([email protected]).
Ilustración: Lucas Cejas.

 

El Día de la Madre es una de las fechas más esperadas del año, sobre todo por quienes lo son. Es cierto que, como dice la típica frase, no hay que esperar el tercer domingo de octubre para demostrarle a mamá cuánto la queremos y lo importante que es en la vida de uno. Pero llega esta fecha y todo eso es inevitable.

Nueve meses en el vientre materno explican el vínculo especial entre madres e hijos, aún cuando por cuestiones de la vida hay distancias enormes que separan. Mamá siempre es mamá, es la persona que más conoce a su hijo y quien tiene los mejores deseos para su descendencia.

Muchas veces, los hijos siguen a sus padres en la misma profesión. Aducen que mamaron eso de chicos y por ello la elección. En esta edición, Nosotros quiere reflejar algunos ejemplos de hijas, que siguieron a su madre en la misma vocación, oficio o profesión, y de madres que ven en sus hijas pilares fundamentales de su vida. ¡Feliz Día a todas las madres en su día!

 

PROFESIÓN: DERMATÓLOGAS

María del Carmen Gras y Silvana Leurino son madre e hija y también dermatólogas. Comparten el mismo espacio profesional.

“Mis padres, ambos, son médicos. Desde pequeña jugaba con estetoscopios, simulaba hacer recetas y los acompañaba al hospital. Me imaginaba médica desde entonces. Empecé la carrera prefiriendo otras áreas pero cuando cursé dermatología me apasionó. Mami siempre fue una enamorada de su profesión y obviamente eso dejó su marca en mí”, cuenta Silvana Leurino.

María del Carmen Gras de Leurino, por su parte, dice sentir “mucho orgullo” por su hija y la vez una “gran responsabilidad ya que repite mi historia en esta profesión que no es fácil , demanda mucho tiempo; por otro lado tranquiliza la conciencia ya que siempre sentimos culpas por los momentos que no le pudimos dedicar a nuestra familia”.

Consultada sobre qué significa su madre en su vida, Silvana contesta: “En lo personal es muy mamá. Me mima mucho, me cuida, me aconseja… Es un bastión”. ¿Y como profesional que es? “Admiro su conocimiento, dedicación y sobre todo su trato para con los pacientes”, dice. María del Carmen señala que un hijo “es una continuidad de tu vida y en este caso doblemente porque también sigue mis pasos”.

Silvana y María del Carmen comparten el mismo espacio profesional. Para ambas, trabajar juntas es una experiencia increíble. “Nos llevamos muy bien, obvio con nuestras diferencias…Yo soy muy meticulosa, ella con tantos años de experiencia es mucho más relajada. Poder discutir los casos complicados y compartir experiencias o nuevos tratamientos es una gran ventaja. Además vamos juntas a los congresos. Tenemos muchas anécdotas de los viajes que hacemos”; cuenta Silvana. María del Carmen agrega: “Al principio era raro ver a mi hija como colega pero como desde muy chica la lleve al hospital y conoció mi trabajo, compartirlo después fue enriquecedor para ambas”.

A la hora de describir a su madre, Silvana dijo: “Mami es fuerte, muy cariñosa y siempre empuja para adelante. Es franca y le gustan las cosas bien hechas. Siempre tiene esa palabra de aliento y ese abrazo contenedor. María del Carmen, remarcó: “Silvana es buena, compañera, responsable; como profesional además es estudiosa, meticulosa, dedicada al paciente. Honestamente es un regalo que hayamos podido compartir el mismo trabajo porque nos permitió vivir lindas experiencias”.

Seguir disfrutando de la mutua compañía, de ser colegas y compinches de travesías, y de los nuevos roles que tienen ambas, Silvana como mamá y María del Carmen como abuela, son deseos que comparten las dos.

 

OFICIO:EMPRENDEDORAS

María Marta Cibils y María Pía David son las dueñas de un local comercial de nuestra ciudad que, ya con el nombre, deja en claro el vínculo que las une: MADREHIJA.

Con 55 y 31 años, cuentan que la idea del espacio surgió hace 8 años. María Marta quería retomar su actividad comercial y Pía hacer algo más creativo, ya que estudiaba Ciencias Económicas. “Fue por aquel entonces que pensamos que podíamos hacer algo juntas, y que surgió, después de analizar muchos rubros, dedicarnos a los más chiquitos. Pensamos en muchos nombres, hasta que finalmente unos diseñadores dijeron MADREHIJA y nos encantó a todos. Nuestro logo son los hipocampos, justamente porque representan un amor incondicional e indestructible como vieron en nosotras”, cuenta María Marta. María Pía agrega: “Los diseñadores vieron la relación y complicidad que teníamos -y tenemos- y decidimos entre todos que MADREHIJA era el mejor reflejo de esa unión”.

A la hora de describirse, la madre dijo de su hija: “Pía representa lo más importante en mi vida. No sólo es mi hija sino también mi amiga, mi socia, mi consejera. Siempre fuimos muy unidas y compinches. Como emprendedora es lo más, es el motor de esta empresa, no descansa nunca ideando y planificando actividades nuevas para aplicarlas a nuestro negocio y a su vida”. La hija, sobre su madre, acotó: “Mi mamá es todo para mí. Es mi amiga, compañera, socia, la primera a la que recurro cuando tengo algún problema o cuando vivo mis alegrías. Como emprendedora puedo decir que por su personalidad, a veces algo temerosa, le cuesta un poco arrancar y tirarse a la pileta pero yo la empujo y ahí nadie la para. Hacemos un buen equipo, porque yo soy más lanzada, confiada y a veces demasiado imprudente y ella es la que me baja a tierra cuando lo requiero, de la misma manera que yo le doy fuerzas y empuje cuando ella lo necesita”.

Para ambas es muy lindo compartir el trabajo y tiempo juntas, ver crecer día a día algo que soñaron y en lo que pusieron tanto esfuerzo. “Obvio que existen las discusiones, los cambios de humor y el intercambio de ideas inevitables en cualquier ámbito laboral y más entre una madre y una hija. Pero por suerte sabemos ya como sortearlas de la mejor manera y aprendimos, después de tanto tiempo, a respetar el lugar que cada una se ganó en esta pequeña ‘sociedad’”, dice María Pía.

Sobre el sueño que comparten, madre e hija indicaron “poder seguir juntas compartiendo la vida, y nuestros emprendimientos y proyectos. Poder verlos crecer y realizarse”.

 

VOCACIÓN: ACTUAR

Marcela Sabio e Iride Mockert son dos artistas consagradas que si bien viven en ciudades diferentes —la madre en Santa Fe y la hija en Buenos Aires— están permanentemente comunicadas. Para Marcela, que su hija haya seguido sus pasos es maravilloso. Y se siente responsable del disfrute que tiene la joven como artista ya que siempre la apoyó.

“A los 5 años yo ya tenía una vocación muy definida. Quería ser artista. A esa edad le pedí a mis padres estudiar música porque quería componer ópera. Me mandaron a teatro, a danza, a música… Pero cuando crecí y les dije que quería estudiar artes escénicas no lo entendieron. Me decían que no iba a poder vivir del arte. Yo rompí con un mandato que había en la familia y fui la primera artista de estudio, académica. Cuando mis hijos, por propia voluntad, se inclinaron para el lado del arte no hice otra cosa más que apoyarlos”, cuenta.

Iride, por su parte, agrega que siguió el camino de la actuación por el amor y la pasión que le transmitió su mamá desde muy chica. “Acompañarla a sus montajes y ensayos y verla con qué amor, convicción y dedicación se abocaba a cada proyecto, me conmovía”.

Madre e hija coinciden en que todas las experiencias en las que compartieron escenario fueron maravillosas. “Iride empezó a actuar a los 6 años, en obras donde yo estaba”, dice Marcela Sabio. “Compartir escenario con mamá es hermoso. De hecho, todas nuestras reuniones tienen música, arte… En los cumpleaños y las fiestas no sólo hablamos y comemos, también cantamos, bailamos, actuamos, armamos nuestra pequeña banda, intercambiamos temas que descubrimos…”, agrega Iride.

Sobre un sueño que compartan, señalaron: “poder transformar la peligrosa y dolorosa realidad de estos días. Y seguir construyendo y sosteniendo, desde nuestro rol de artistas, espacios de lucha, encuentro, comunicación, donde mirarse a los ojos, hacer contacto, intercambiar ideas, y defender los derechos y los sueños”. Marcela, por su parte, agregó uno personal: “Mi mayor sueño es que Iride sea la protagonista de una ópera que todavía no estrené”.

 

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María del Carmen Gras de Leurino

“Silvana es buena, compañera, responsable, como profesional además es estudiosa, meticulosa, dedicada al paciente… Es un regalo que hayamos podido compartir el mismo trabajo porque nos permitió y permite vivir lindas experiencias”.

Silvana Leurino

“Mi mamá es de cuidarme mucho y aconsejarme. Como profesional admiro su conocimiento, dedicación y sobre todo su trato para con los pacientes. Es franca y siempre tiene esa palabra de aliento y ese abrazo contenedor que todo hijo precisa”.

 

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María Marta Cibils

“A Pía la describiría como una mujer muy activa, que no descansa proyectando y generando ideas. Que tiene sueños y metas elevadas y profundas en su vida y trabaja para conseguirlas. Es, sencillamente, imprescindible en mi vida”.

María Pía David
“Mi mamá es una muy buena persona, siempre preocupada y ocupada de los demás. Es sensible aunque no lo demuestre. Como emprendedora, es un soldadito que siempre está dispuesto a hacer lo que tenga que hacer para ayudar”.

 

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Marcela Sabio

“Iride no solamente es una trabajadora e investigadora del arte, una militante de la cultura desde siempre; es por sobre todo muy buena persona. Llegar al público es lo más importante para un artista. Y eso se da cuando junto con éste hay un gran ser humano”.

Iride Mockert

“Mi mamá es lo más grande del mundo, es todo y más. No sería nada de lo que soy si no fuera por ella. Es una tigresa, una luchadora incansable por abrir espacios en el arte. Es honesta, virtud que nos inculcó desde chicos. ¡Mi mamá es la mejor!”.

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