«Tiempo sin lluvia»: Vivir en el campo


Esta obra del autor galés nacido en 1975, Cynan Jones es una novela ágil, atrapante, conformada por breves capítulos tejidos a través de asociaciones de sucesos y personajes.

Textos. Enrique Butti.

El día en la granja de Gareth comienza con el descubrimiento de que una vaca preñada se ha escapado, con el recuerdo de que debe venir el veterinario para despenar al perro agobiado de tumores, y con uno de los feos dolores de cabeza de Kate. «Tiempo sin lluvia», de Cynan Jones, cuenta el devenir de ese día en la granja de Gareth y Kate, y de sus hijos, el adolescente Dylan, que sólo piensa en dejar el lugar (pero de quien se nos anticipa que dentro de unos años querrá regresar al campo) y de Emmy, la pequeña fantasiosa, siempre acompañada de su amigo imaginario, exploradora de los mágicos bosques y pantanos que circundan la finca, habitados por míticos seres (y por esos hongos que tanto incidirán en su destino, esos hongos que brotan después de las lluvias, no ahora en que cunde una terrible sequía).

La granja fue comprada por el padre de Gareth, quien un día decidió abandonar su trabajo en un banco y quemar las naves. Antes de morir el hombre había escrito sus memorias. Gareth está terminando de leerlas, y a menudo en el curso del día caluroso recordará las lecciones de ese padre «que amaba tanto y sin vueltas».

«Tiempo sin lluvia», del autor galés nacido en 1975, Cynan Jones, (publicada por la editora argentina Chai, y traducida con pericia por Esther Cross) es una novela ágil, atrapante, conformada por breves capítulos tejidos a través de asociaciones de sucesos y personajes; así, por ejemplo, el auto de Dylan asusta a las palomas y el próximo capítulo nos habla de las palomas, cuyo sentido de la orientación les indica siempre adónde ir, y el próximo capítulo vuelve a Gareth que deambula buscando la vaca perdida en el pantano ardiente, confundido, al azar, aunque «en nosotros también haya algo que nos da una pauta de dónde deberíamos estar», y de esa manera se va desplegando la historia de este lugar y sus personajes, gente buena que a pesar de la cruda naturaleza quisiera ser más buena y más feliz.

En el universo de esta breve novela todo tiene lugar: la realidad socio-económica que mueve y preocupa a los campesinos (los riesgos, las enfermedades de los animales, la posibilidad de un crédito bancario, el vecino a quien le facilitaron un pedazo de tierra después de su quiebra); el retrato vivaz de los personajes (incluidos los secundarios, como el veterinario, que ha decidido no dedicarse a la medicina para evitar las preguntas de los pacientes, ya que actúa básicamente por instinto, y a quien Gareth respeta porque ama lo longevo y usa una vieja camioneta que está decidido a no cambiar hasta que ya no pueda arreglarse); la ciencia (como la explicación acerca de los cristales magnéticos que como una brújula dirigen la orientación de palomas y abejas); la ética (los temores de hacer daño al prójimo y a la naturaleza, o el origen de los dolores de Kate, provenientes de sus miedos y del resultado de una única infidelidad); lo fantástico o metafísico (los habitantes ancestrales del lugar, y su peso sobre la realidad, tal como se nos adelanta caerá sobre la pequeña Emmy apenas vuelvan a crecer los hongos); el humor (con un desopilante capítulo sobre las deposiciones de los patos)… Hasta la industria tiene lugar en la novela, con la historia de los dos tractores de la granja.

Como enseña Erich Auerbach en su «Mímesis», el mejor ensayo literario contemporáneo, precursor y superador de todos los ismos de nuestro tiempo (estructuralismo, literatura comparada, deconstructivismo, etc. etc.), la novela fue la gran invención que supo democratizar la tragedia y la comedia, a través de cuyos temas, personajes y destinatarios la literatura venía dividiendo las clases sociales. Esta novela de Jones revela una vez más que, a pesar de todas las proclamas necrológicas ostentadas por las vanguardias, la novela, en sus formas más cristalinas, sigue teniendo recursos para retratar la vida de los habitantes del siglo XXI.

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