En alguna columna anterior hablábamos de la propuesta del no balance.
Sigo sosteniendo férreamente lo mismo. Sin embargo, es inevitable mirar de refilón lo que pasó en este año que, a las cansadas, va cerrándose.
No pretendo hacer análisis alguno del debe y el haber, solo decir que trabajaré incansablemente para TENER MENOS.
Si si, leyeron bien amigas… tener menos.
Menos preocupaciones en relación a aquello que aún no ha sucedido.
Menos autoboicot.
Menos culpa y, por tanto, más compasión de mí misma.
Menos excusas para encarar y sostener lo que sé que me hace bien y sin embargo postergo sostenidamente.
Menos oídos para escuchar lo que no suma, para prestar el oído al que, en “nombre de la honestidad”, o “porque te quiere”, solo logra angustiarte y hacerte creer que sos un bueno para nada y que las cosas suceden sin que vos siquiera lo adviertas.
Menos forzar encuentros, relaciones o entendimientos.
Menos chinches innecesarias. El que se enoja pierde. Cada día estoy más segura de esto.
Menos quejas por lo que no sucede como lo planeé o soñé y más gratitud por lo que es, aún sin esperarlo. Ese vale doble. Dale una oportunidad al plan B.
Menos miedos
Menos decir tratando de explicar lo que otros no desean o no pueden oír.
Menos juicios y menos, muchos menos, prejuicios.
Menos autocrítica despiadada.
Menos mochilas, menos lastres, menos equipaje.
Menos solemnidad.
Menos personas que no suman, esas que solo aparecen para señalar, marcar y enrostrar lo “no hecho” o los errores.
Menos ego, más yo misma.
Menos pasado y futuro, más aquí y ahora, más disfrute.
Menos soberbia, más aprendizaje.
Menos intolerancia, más ponerme en los zapatos del otro.
Menos celos y resentimientos, son los amos de la infelicidad.
Menos intentos de controlarlo todo. Es una batalla perdida de antemano.
Menos postergaciones.
Menos obligaciones y más elecciones.
En definitiva queridas Mal Aprendidas mías, menos apariencias, menos vanidades, menos necesitar más y más andar liviana con menos. Porque menos es más, en esta al menos.
Entonces… Intentaré hacer más de aquello que me hace bien, que me gusta y me da ratitos de felicidad. Tengo que hacerlo, me lo debo y, fundamentalmente, me lo merezco.
¿Y por casa cómo andamos? ¿Cuáles son tus “menos” para adelante?
Hacé una lista y tenela a mano, siempre viene bien escribir aquello que no debemos olvidar.