«Un concierto García»: clics clásicos y modernos


La Sinfónica Rock presentará el viernes 14 de abril, en el Teatro Luz y Fuerza, una reinterpretación del repertorio de Charly García. Lo hará en arreglos vocales y orquestales a cargo de Mario Esteban, director y arreglador que conversó con Nosotros para contar esta aventura de llevar legendarias canciones al lenguaje académico.

TEXTOS. Ignacio Andrés Amarillo. FOTOS. Gentileza producción.

Con arreglos y dirección de Mario Esteban, La Sinfónica Rock realiza conciertos en lenguajes de música académica sobre el repertorio de los más importantes artistas de nuestro rock nacional, en un show con 20 músicos en escena. En esta ocasión presentarán en Santa Fe «Un concierto García» con la recreación integral de «Clics modernos» y grandes obras de Charly García.

El show será el viernes 14 de abril a las 21, en el Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957). Las entradas están a la venta en la boletería de la sala, y a través de Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).

Esteban conversó con Nosotros para mostrar el detrás de escena de este viaje sonoro, y contar más sobre este y otros proyectos musicales.

Una obra compleja

-¿Cómo fue hacer «Un concierto García», desde la idea a los arreglos?

-Es un quinteto de cuerdas con piano, conjunto vocal, guitarra y percusión; es un ensamble bastante heterogéneo, que nació haciendo un versionamiento sinfónico de temas de Los Redonditos de Ricota, «El concierto redondo»… Lo cual fue bastante llamativo por la mixtura de un rock tan crudo como el de los Redondos con elementos de lenguaje sinfónico y académico: no es muy usual una mezcla así, tan contrastante.

Ese proyecto tuvo mucho éxito, surgió más o menos en 2011 en Mar del Plata y fue caminando después por distintos lugares del país llevado a través de diversas gestiones: de Igualdad Cultural, después por una gestión mía privada, y ahora a cargo de la productora Rock and Roll del País, que tiene a cargo el producto. Una vez que estábamos en el ruedo con este show, a mí (que soy muy melómano y amante de mucha música del rock nacional, no sólo de los Redondos) se me ocurrió que podíamos hacer este otro proyecto con este grande que es Charly y con esta música tan maravillosa que él tiene. Sabiendo que el desafío era mayor porque las rítmicas y las armonías de Charly son muchísimo más complejas, le dimos para adelante. Y por suerte tenemos un resultado muy interesante, muy bonito: es un concierto muy disfrutable que tiene ya cinco o seis años.

-Charly tiene esa formación académica de base desde muy chico; después tiene obviamente el rock: como él dice, «ponerle los negros a los clásicos». ¿Qué cosas le encontrás a la obra de Charly echarle para decir «acá se lo puede explotar más para este lado, a nivel armónico, por ejemplo?

-El desafío con Charly no fue justamente todo lo que es melódico y armónico, porque ahí se evidencia que hay un conocimiento bastante profundo de música académica, una conducción armónica muy elaborada, que no es lo inusual en la música académica. Lo que sí es inusual y que fue muy dificultoso traspasar al lenguaje académico fue la rítmica: la de fondo que él arma con baterías electrónicas y con percusión acústica; y también la de su voz, lo que él hace rítmicamente en la melodía. Eso sí fue bastante complejo extrapolar.

Pero cuando uno lo desmenuza a Charly en la partitura inmediatamente queda clarísimo que Charly la tenía atada, con esto de componer y de y de poner un acorde tras otro que no son azarosos, sino que son muy buscados, muy cuidados. El tipo pone un acorde determinado según lo que está diciendo la letra, y eso es una manera de componer renacentista: es lo que hacían los grandes autores de música clásica. Cuando la letra está diciendo algo dramático, el acorde tiene que ser dramático: eso no todos los compositores lo tienen en cuenta. O aplicación de disonancias cuando la letra está diciendo algo doloroso.

-La emoción está en letra y música simultáneamente, todo el tiempo

-Exactamente.

-Eso está en Schumann, el Lied del siglo XIX, pero no en la música popular habitualmente.

-No, no es habitual, se puede encontrar; pero en Charly es notorio el cuidado que él tiene con la relación texto-música. Y como decía, lo complejo es cuando él canta libremente una vez que ya está grabada la base de la canción, y muchas veces improvisa: la rítmica de esa melodía, cuando uno la pasa a un violín o a un cello, no cualquier músico la puede seguir. Los músicos se integran este conjunto necesitan tener un nivel de técnica muy importante, para poderlo para poderlo abordar

Las rítmicas de las baterías electrónicas que son usadas en «Clics modernos» (que es el disco base de nuestro show) son sofisticadas, en el en el sentido de que la batería está sonando a un compás y la banda está en otro compás. Entonces eso es muy complejo, porque al no tener nosotros un conjunto de percusión, una percusión importante sobre el escenario, toda esa rítmica tiene que ser reemplazada por el contrabajo, por el cello, por la mano izquierda del piano. Se hizo arduo el ensayo, y es muy difícil de tocar.

Charly por Lucas Cejas

Decisiones artísticas

-«Cerca de la revolución» está centrado en las cuerdas, después tenés arreglos vocales. ¿Cómo vas eligiendo el orgánico para cada canción?

-Surge a veces de manera organizativa para el show, y otras veces a pedido de los músicos: «Quiero tocar tal tema, hace un dúo para cello y piano». Pero si tengo la potestad trato de elegir lo que quede más alejado: si es más raro hacer «Ojos de videotape» con grupo vocal, trato de mandarlos para ese lado y no ir a lo fácil; porque la idea este show es encontrar estímulos auditivos que se alejen de lo fácil. Tratar de darle a la gente una manera diferente de escuchar una canción. 

Por eso que yo no me meto por ejemplo con Spinetta: en él la música académica está a la vueltita de la casa, ahí nomás. No sería tan raro; rarísimo fue lo de los Redondos. En lo de Charly trató de alejar un poco: cuando el tema es muy melódico, que tiene mucha letra, se la saco y lo hago solamente instrumental. Ahora, cuando tiene poca letra y tiene rítmica, capaz que hago que el grupo vocal haga onomatopeyas y juegos vocales. Tratando de que el lenguaje sea alejado de la raíz, del material original.

-Charly tiene una obra vastísima. ¿Cómo se eligió el repertorio?

-El núcleo duro del show es «Clics modernos»: para mí es un disco icónico, y me marcó la adolescencia. Se toca entero, en orden y en los mismos tonos en que Charly lo compuso. Pero como es un disco muy cortito hice una especie de selección de algunos hits de Charly, preguntando también a la gente que seguía «Un concierto redondo» qué temas de Charly le gustaría que hiciéramos, en aquel momento por Facebook. «Cerca de la revolución» lo han pedido, «Rezo por vos», si bien no es Charly solo; hacemos algún tema que compuso con Fabiana Cantilo que también lo han pedido, del disco «Filosofía barata y zapatos de goma». 

«Clics modernos» son nueve temas, así que el show se completa con hits y canciones preciosas, algunas que a mi me fascinan las hemos puesto también.

Continuidad humana

-Hay una estabilidad en esta formación: gente que ha trabajado con vos tanto en «Un concierto redondo» como en otros proyectos, el octeto Oigo Voces; está Damián Tepman, el pianista que tocaba esa versión tremenda de «Vencedores vencidos» para piano solo.

-Eso es una cosa que celebro cada día: el conjunto es el mismo que se originó; la propuesta (si bien los chicos son todos sesionistas y se les paga cada vez que hay un ensayo o una función, no es un grupo que ensaye en el garaje todos los lunes) siempre están; siempre son ellos los que quieren hacerlo y eso quiere decir que les gusta.

Para mí eso tiene una importancia invalorable, porque el músico cuando toca algo que le gusta lo toca de una manera distinta. Y los 20 que salen en escena me han manifestado su predilección por hacer esto cuando tienen que elegir: entre tocar en una fiesta, un casamiento o un concierto que les pagan prefieren mandar un cambio allá y venir acá.

Eso es un halago y un honor para mí, porque son músicos muy grosos los que vienen.

-Es un concierto en el que podrías reemplazar algunos de ellos eventualmente; pero está buena la continuidad no solo en este concierto sino como proyecto de La Sinfónica Rock. Poder compartirlo no sólo en lo humano, sino también porque se nota en el producto cuando la gente toca junta mucho tiempo.

-Exactamente. Las únicas veces que tengo que reemplazar a alguien son por motivos de fuerza mayor; porque cuando uno tiene una agenda tan tupida de conciertos como este proyecto alguno a veces no puede.

Es el caso de esta gira por Rafaela y Santa Fe, en la que vamos a tener realmente el honor de llevar como primer violín al concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional, Gustavo Mulé; porque Pablo Pereira no puede venir a esta gira. Así que vamos a ir con un Messi del violín a Rafaela y Santa Fe; y van a tener el el privilegio, porque después Pablo vuelve a su puesto y eso no va a volver a ocurrir. Va a ser un momento único en nuestra nuestra producción.

-Hablábamos de «Un concierto redondo», ahora están anunciando «La Aplanadora sinfónica», un concierto sobre Divididos. ¿Qué se puede contar de eso?

-«La Aplanadora sinfónica» es un nombre fantasía, pisando sobre sobre el nombre que la gente le ha puesto al trío este tan hermoso que es Divididos. Es un proyecto que guardo con mucho cariño, porque Divididos es una banda que acaricia el folclore; que ha incluido la música nacional en su repertorio de una manera decidida: una decisión política de hacer música del norte, de hacer chacareras, de hacer bagualas; de incluir a músicos del folclore.

Y el folclore es uno de los géneros que yo más adoro. Esa mixtura entre rock y folclore, que además va a estar mixturada con música clásica, es un una trilogía poderosísima que va a dar un resultado: ya estoy terminando los arreglos y doy fe de que va a ser un show muy hermoso. Tiene la formación sinfónica de siempre, y también tiene la típica chacarera con guitarra, grupo vocal y violín; percusión folclórica junto con orquesta de cuerdas, lo cual es raro. Le tenemos mucha esperanza a ese proyecto.

Hombre orquesta

-Entre tus proyectos tenés conexiones con la música nacional, entre los arreglos para el octeto (en el que vos cantás también) y y compusiste la cantata «Fausto Criollo», sobre textos de Estanislao del Campo; tenés obras para guitarra sola. Hay una fusión entre lo académico y lo nacional.

-Sí, tengo un vínculo con el folclore; que siempre lo tuve, pero lo supe desde un momento de mi vida en que hice clic. Porque me dedicaba (como muchos de los que salieron de la música vocal) a todo lo que es norteamericano: hacíamos negro spirituals, música gospel, eso es típico de los grupos vocales. Estaba muy arraigado a eso, hasta que en un momento me di cuenta de que por más calidad que nosotros tuviéramos como grupo vocal, y por más ensayo que le metiéramos, no había manera de darle la onda que le dan los negros norteamericanos al gospel, ni los norteamericanos en general al jazz.

Entonces dije: «Lo nuestro es otra cosa. ¿Qué podemos hacer con la misma onda que hacen ellos su folclore?». Y bueno, es hacer el nuestro. De a poquito me fui metiendo, sin darme cuenta del que al folclore lo había escuchado desde chiquito en el Winco de mi viejo: estaba.

Después me apasioné de una manera irreversible, por suerte; y sí: soy un amante del folclore, un militante del folclore argentino y latinoamericano también.

-Sos arreglador, director orquestal y coral, compositor, creador de canciones infantiles; y ejercés la docencia. ¿Cómo se compatibilizan todos estos proyectos en tu día a día?

La respuesta es esa: es un caos. Porque me podría dedicar exclusivamente a La Sinfónica Rock y vivir de gira: hacer «Un concierto García» en Mendoza, el Redondo en Jujuy, y «La Aplanadora sinfónica» en Salta. Pero amo la otra parte de mi vida, que es dirigir coros de niños, la educación musical; y y eso tiene una arista de responsabilidades en relación de dependencia: soy laburante del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde doy clases, donde tengo mi coro de niños, que pertenece al programa de Coros para la Equidad de la Ciudad de Buenos Aires. Entonces de vez en cuando pido un permiso y me voy a ir a con los chicos. Pero no puedo dedicarme 100% a la Sinfónica Rock porque no no quiero: sería dejar de lado esta otra arista de mi vida como profesional. que me encanta también.

Que es que los chicos canten a voces, aprendan música: me siento muy útil como trabajador de la educación, me llena el alma y no lo quiero dejar. Así que voy repartiendo un poco aquí un poco allá, y camina

-¿Y cómo se hace además para tener tiempo para escribir?

-El concierto de Divididos, al que le faltan en este momento tres arreglos para terminarse, lleva de horas de computadora unos cuatro meses. Es cuando puedo; es resignar también tiempo de ocio, es resignar algunos momentos con la familia, de hecho se resiente también. Espero terminar pronto, para poder retribuir todo lo que me está bancando mi familia para poder producir estas partituras.

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