Una herramienta para desarrollar habilidades sociales en la infancia


Brother and sister in a playing room. Children playing with a lego

La terapia basada en Lego tiene como objetivo incrementar las habilidades sociales en los niños, gestionar emociones y también divertirse. La psicóloga Lucila Boncompagni nos cuenta en esta nota de qué se trata esta propuesta y todos sus beneficios.

TEXTOS. Marina Zavala. FOTOS. Gentileza.

A fines de la década de 1990 y por más de 15 años el neuropsicólogo infantil estadounidense Daniel LeGoff trabajó en la Lego Based Therapy, un programa que, a partir del juego con bloques Lego, tiene como objetivo desarrollar habilidades sociales en los niños. En sus investigaciones, comenzó a observar que sus pacientes con autismo se conectaban con otros y podían establecer mejores relaciones al compartir este material que cuando interactuaban a partir de otras propuestas.

Desde entonces la Legoterapia se ha desarrollado en todo el mundo. Nosotros charlamos con la Lic. en Psicología Lucila Boncompagni, certificada en Terapia basada en Lego, sobre esta propuesta y sus beneficios y objetivos.

– ¿Cómo surgió tu interés por la Terapia basada en Lego?

– El interés por esta terapia viene porque a mi me encantan los Lego, siempre disfruté construir tanto en familia como en las mismas sesiones. Pero lo que me fascinó fue saber que existe evidencia científica en relación con esto y sobre todo que puede servir para ayudar a la hora de trabajar con niños y adolescentes en muchísimas situaciones, colaborando en su integración social.

No solamente estamos hablando de niños con alguna dificultad en particular sino que hay un montón de aspectos que se pueden desarrollar y eso es algo que también me fascinó. Me comencé a formar cuando LeGoff vino en el año 2019 a la Argentina. Recién en 2021 puede empezar con los talleres por todas las medidas que había que cumplir en la pandemia, ya que esto se trata de un trabajo grupal y de intercambio.

– ¿Cuáles son los objetivos de esta propuesta terapéutica?

– Hay tres objetivos importantes que persigue la Terapia basada en Lego que se llama las 3 C: la confianza, el control y la conexión.

Se busca desarrollar la confianza en uno mismo, en un otro y en el grupo, esto es la base de la relación que se establece. Otro punto importante es el control de las emociones, donde se pueden trabajar un montón de cuestiones como por ejemplo que el niño pueda expresar lo que siente o, si lo puede hacer, que lo haga de manera funcional, regulada. Y también tenemos lo que tiene que ver con la conexión con un otro, la que se va desarrollando a partir de las habilidades sociales: poder decir las cosas de buena forma, hacerse entender, saber poner límites, etc.

– ¿Qué se busca trabajar en los niños a partir de estos talleres?

– Un objetivo importante que tiene la terapia es permitir a los niños ser ellos mismos, poder encontrarse y desarrollar aspectos en relación con su personalidad y su confianza; y poder, a partir de ahí, unirse con otros niños y desarrollar objetivos comunes.

No se hace foco en la cuestión diagnóstica sino en la persona, porque esto es un complemento, no es un tratamiento individual o grupal convencional; sino un taller terapéutico que tiene objetivos específicos, con cierta estructura. Es un espacio muy personalizado por lo cual el profesional puede tener un seguimiento de todo el desempeño y de todos los avances que va realizando el niño.

También hay algo maravilloso que pasa por el logro grupal, esta conciencia de que cuando armamos una pieza lo hacemos desde un «nosotros», que nos adaptamos al otro, que lo esperamos, lo escuchamos, y atendemos a detalles que son importantes. Lo logramos juntos y somos felices con eso que vamos haciendo.

Daniel LeGoff armó un modelo científico en base al juego con Lego pero en las capacitaciones que da siempre detalla que sus verdaderos creadores son los niños, son ellos los que encontraron el interés en base al juego y los que le permitieron descubrir por dónde llegarles.

Creo que es súper importante esto de llegar a ver y conectar con lo que les hace brillar los ojos a los chicos. Trato de enfocarme en ese lugar, no ir tanto al diagnóstico sino empezar a mirar en las potencialidades que todos los niños tienen y sus recursos, y, de alguna forma, a partir de ahí, ayudar. Es sumamente importante que nos conectemos con lo que al niño le despierta interés.

– ¿A partir de qué edades los niños pueden sumarse? ¿Cómo se conforman los grupos?

– Principalmente a partir de los 6 años, cuando ya los niños tienen una mayor organización y se pueden establecer los roles en los que se organiza la terapia -si bien también puede realizarse con un estilo libre de manera individual- los cuales se van intercambiando.

Muchas veces es necesario ayudar al niño a organizarse, a entender cómo es el funcionamiento del trabajo, a saber esperar, dejarme dirigir, asumir errores, corregir. Se trabaja con paciencia, afecto y cuidando al otro.

Hacemos una evaluación con cada niño antes de comenzar el taller porque tratamos de adaptar los grupos -que van de 3 a 6 integrantes- a las competencias del niño, sus características y sus desafíos en lo social. Se apunta a que entre los integrantes haya similitudes en las cuestiones a trabajar. Si hay algún niño que no puede participar aún en grupos, se hace todo un trabajo individualizado para que pueda llegar a sumarse. Generalmente nos encontramos con niños que aman los legos, que quieren compartir en un espacio diferente, que no se trata solamente de ir a construir, sino también de encontrarse con el otro y trabajar habilidades. Para mí es súper importante crear espacios inclusivos en los cuales cada niño pueda sentirse cómodo y libre.

– ¿Cómo se desarrollan las habilidades sociales de los niños a partir de este trabajo?

– Se busca ayudar a los niños para que aprendan y adquieran herramientas, no podemos esperar que las cosas sucedan de forma mágica; ellos aprenden con pequeñas conductas y luego generalizan con la práctica en la vida cotidiana. Las habilidades sociales no son naturales sino que se construyen, se pueden adquirir. Hay niños que pueden desarrollar algunas y otras les cuestan más, entonces se trabaja sobre esos puntos para mejorar y se comparte lo que saben hacer, de esta forma se conectan. Después se empiezan a conocer entre ellos, descubren sus personalidades, y saben reconocer sus emociones y qué hacer en cada situación.

Esto también sirve para que aprendan a resolver conflictos, cuenten con herramientas para hacerlo, sin esperar que el adulto resuelva todo. En caso de que entre ellos no puedan hacerlo, está el profesional. Además, vemos el tema de la empatía, que a veces va más allá del lenguaje; el aprender a tolerar la frustración cuando las cosas no salen como queremos; y el convivir con la diferencia, que significa individualidad, porque todos somos diferentes.

Todo esto nos permite empezar a encontrarnos con el otro y conectarnos en las cosas que nos hacen bien. Por supuesto que no vamos a poder conectar con todos siempre, pero creo que está bueno animarnos e incorporar esa aventura de aprender a tolerar, porque en la vida nos va a pasar que encontremos personas que tengan diferentes formas de manejarse que nosotros. Pienso que también así estamos trabajando por adultos con una mejor salud emocional.

PERFIL

Lucila Boncompagni es Lic. en Psicología especializada en terapia cognitiva emotiva conductual. Es también psicooncóloga pediátrica y tiene experiencia en clínica y talleres para niños y adolescentes. Está certificada en terapia basada en LEGO.

Instagram: @lic.lucilaboncompagni

LOS TALLERES 

– La propuesta implica la construcción de un proyecto determinado en el cual cada niño adopta un rol: uno es el «ingeniero», que indica las piezas necesarias y las instrucciones para ensamblarlas; el otro es el «constructor», que sigue las indicaciones, recoge y junta piezas. Luego los roles cambian, de esta forma todos tienen la oportunidad de ser «ingeniero» y «constructor».

– Esta división del trabajo con un propósito común permite a los niños practicar la atención conjunta, respetar turnos, compartir, solucionar problemas y potenciar las habilidades de escucha y de comunicación social.

LAS TRES «C»

Los talleres basados en la terapia Lego buscan potenciar en los niños las tres C: confianza, control y conexión.

La confianza es la base de las relaciones sociales, ya que se fundamentan en el autoconocimiento y la autoestima.

El control de las emociones ayuda a tener relaciones sociales sanas y constructivas, permitiendo manejar de mejor manera las interacciones con su entorno social.

La conexión con el otro ayudará en la expresión empática de las emociones, estableciendo vínculos y cercanía con los otros miembros del grupo, interpretando las señales verbales y no verbales de comodidad o incomodidad.

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